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Luis Mera al centro, flanqueado por miembros de la
comisión organizadora del homenaje. Siro y el autor del
blog, por la izquierda y Ana Romero y Ponte Far, por la
derecha. Falta Manuel Patinha |
Como miembro de la comisión organizadora expreso mi enorme
satisfacción. El homenaje a Luís Mera ha sido un acto de manifestación cívica
que colmó la sede de la Fundación Novacaixagalicia no sólo de amigas y amigos del
agasajado sino de emociones y sentimientos. En el ambiente -y uno estaba encima
del escenario para percibirlo- había una comunión total de la concurrencia con
el protagonista principal. El acto duró ¡dos horas y cuarto! y nadie se movió
de la butaca hasta que el Grupo de Metales echó el telón. Las prolongadas
ovaciones que el respetable (unas trescientas personas, todas las plazas
ocupadas y decenas de personas de pie) le dedicó a Luís Mera fueron
sintomáticas. Tengo que confesar que he quedado impresionado del ejercicio de
fortaleza de ánimo, de entereza, de valentía que mostró el amigo homenajeado,
que no tuvo inconveniente, en su discurso de agradecimiento, en poner sobre el
tapete su quebrada salud -un cáncer al que explícitamente se refirió- para
dejar claro que la cruda y dura realidad de un diagnóstico no lo amedrentaba y
que seguiría luchando sin desmayo contra la enfermedad. Fue un pasaje que
tensionó los puentes de conexión que, desde el principio, estaban tendidos
entre en el auditorio y Luís Mera. Pero todo se desarrolló dentro de emociones
contenidas porque el propio homenajeado se encargó de construir un discurso
marcando las necesarias distancias, con un lenguaje sobrio y culto desprovisto
de recursos fáciles que pudieran desbordar la sensibilidad de los presentes. Algo así como si hablara de una tercera persona. En
general, fue un acto de nota diez, con intervenciones muy brillantes, diseñado muy
al gusto del agasajado -lo mismo que el formidable repertorio del Grupo de Metales Santa Cecilia, cuya actuación fue largamente aplaudida- con la combinación de la literatura, arte y música, sin excluir el momento humano en el que tuvo un peso específico la
familia de Luís Mera y los amigos. Una velada cálida, emotiva e imborrable.
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