Dos aspectos: la plaza hasta la bandera y el autor del blog en funciones de lector del manifiesto del sector naval. (Las fotos son de José Luis Mera Castro) |
Magnífico comportamiento y trato recibido de los
comités de Navantia Ría de Ferrol y delegadas y delegados de las industrias
auxiliares, convocantes de la manifestación popular que tuvo lugar ayer al
mediodía en apoyo del sector naval. Ellos agradecidos a mi modesta
colaboración, consistente en la lectura de su manifiesto, y yo a ellos por
haberse acordado de mi. Además, yo, encantado. Me enfrenté al micro con cierta
emoción. La plaza estaba petadísima, de bote en bote. A mi memoria, ya un poco
desgastada, se me vinieron viejos tiempos de lucha, en los que se peleaba
prácticamente por lo mismo. Ya lo dije muchas veces, Ferrol es el resultado de
crisis cíclicas, debido al monocultivo industrial: la construcción naval. No
llevo cuenta de las veces que he sido cronista de la contestación social y de
la exigencia popular de atención por parte de las instancias del poder, pero,
obviamente, han tenido que ser muchas, con casi cuarenta años de ejercicio
periodístico en esta ciudad. Ferrol y la comarca llevan treinta años en
permanente movilización. Aquí, como escribía ayer en mi blog, no se ha saldado
la deuda pendiente tras el desmantelamiento industrial. Y, pese a las
sucesivas convocatorias, el personal, unas veces más y otras menos, pero
siempre cosechando nota destacada, vuelve a la calle en masa. La sociedad es
terca, nunca tiró la toalla, sabe que solo así es capaz de vencer resistencias,
cuando no reprobables indiferencias ante la situación que atraviesa
Ferrolterra. Lo dije ayer ante las miles de personas que secundaron el
llamamiento: estamos peor que nunca. Nivel cero de
productividad. Ferrol, en las últimas décadas es una ciudad en decadencia.
LLegó a tener 90.000 habitantes, ahora 72.000. Un apunte positivo es que se ha roto, aunque tímidamente,
con la mentalidad funcionarial que definió el perfil de los ferrolanos. Ahora
ya hay emprendedores locales que no lo están haciendo mal. Hay una puerta
abierta a la esperanza en pos de la diversificación productiva, con movimientos endógenos de capital, que es la
salida, pero habrán de pasar un par de generaciones para que Ferrol se haya
reinventado y abandonado el estigma de ciudad creada por y para el Estado. No
obstante, Ferrol no renuncia a lo que es su razón de ser y lo que mejor sabe
hacer, como decían los convocantes en su manifiesto, que son los barcos,
civiles, militares, artefactos of-shore, elementos para el sector eólico...La lucha continúa.
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