lunes, 31 de marzo de 2014

Treinta años en permanente movilización

Dos aspectos: la plaza hasta la bandera y el autor del blog en funciones de lector del manifiesto del sector naval.
(Las fotos son de José Luis Mera Castro)
Magnífico comportamiento y trato recibido de los comités de Navantia Ría de Ferrol y delegadas y delegados de las industrias auxiliares, convocantes de la manifestación popular que tuvo lugar ayer al mediodía en apoyo del sector naval. Ellos agradecidos a mi modesta colaboración, consistente en la lectura de su manifiesto, y yo a ellos por haberse acordado de mi. Además, yo, encantado. Me enfrenté al micro con cierta emoción. La plaza estaba petadísima, de bote en bote. A mi memoria, ya un poco desgastada, se me vinieron viejos tiempos de lucha, en los que se peleaba prácticamente por lo mismo. Ya lo dije muchas veces, Ferrol es el resultado de crisis cíclicas, debido al monocultivo industrial: la construcción naval. No llevo cuenta de las veces que he sido cronista de la contestación social y de la exigencia popular de atención por parte de las instancias del poder, pero, obviamente, han tenido que ser muchas, con casi cuarenta años de ejercicio periodístico en esta ciudad. Ferrol y la comarca llevan treinta años en permanente movilización. Aquí, como escribía ayer en mi blog, no se ha saldado la deuda pendiente tras el desmantelamiento industrial. Y, pese a las sucesivas convocatorias, el personal, unas veces más y otras menos, pero siempre cosechando nota destacada, vuelve a la calle en masa. La sociedad es terca, nunca tiró la toalla, sabe que solo así es capaz de vencer resistencias, cuando no reprobables indiferencias ante la situación que atraviesa Ferrolterra. Lo dije ayer ante las miles de personas que secundaron el llamamiento: estamos peor que nunca. Nivel cero de productividad. Ferrol, en las últimas décadas es una ciudad en decadencia. LLegó a tener 90.000 habitantes, ahora 72.000. Un apunte positivo es que se ha roto, aunque tímidamente, con la mentalidad funcionarial que definió el perfil de los ferrolanos. Ahora ya hay emprendedores locales que no lo están haciendo mal. Hay una puerta abierta a la esperanza en pos de la diversificación productiva, con movimientos endógenos de capital, que es la salida, pero habrán de pasar un par de generaciones para que Ferrol se haya reinventado y abandonado el estigma de ciudad creada por y para el Estado. No obstante, Ferrol no renuncia a lo que es su razón de ser y lo que mejor sabe hacer, como decían los convocantes en su manifiesto, que son los barcos, civiles, militares, artefactos of-shore, elementos para el sector eólico...La lucha continúa.

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