Todavía quedaba otro tanto por la espalda del fotógrafo que lanzó el objetivo hacia el horizonte de la calle del Sol por la que discurría la gran movilización |
Ferrol y su comarcan ha demostrado que quien tuvo retuvo. Me
refiero a la capacidad de movilización ciudadana puesta de manifiesto el pasado
domingo. Uno, que ya es "veterano de guerra", al ver la ingente
columna de personas de este día, revivió manifestaciones multitudinarias de los
tiempos del desmantelamiento industrial, cuando las heridas estaban frescas,
cuando el drama de la pérdida de miles de puestos de trabajo estaba caliente. Sabía
que el carácter unitario daba caché a la convocatoria del domingo, pero aún así
no me imaginaba que podrían asistir decenas de miles de convecinos como he
visto con mis propios ojos. Y no me lo imaginaba porque Ferrolterra ha venido
sufriendo un severo desgaste desde hace tres décadas, que se dice pronto. Han
sido muchas huelgas generales, comarcales, concentraciones, manifestaciones,
encierros...y si se hace balance de los resultados de tantas y tantas protestas
no puede sino dibujarse un rictus de tristeza y desazón. Algunas conquistas
puntuales y poco más. Pues, a pesar de eso, la gente respondió masivamente a la
convocatoria y ese es un signo evidente de que, de nuevo, tenemos el agua al
cuello. Es una vuelta de tuerca más de una larga y profunda crisis que remonta
sus orígenes a los años ochenta. Toda una generación que lleva a cuestas el
estigma de la mal llamada Reconversión. En la antigua Astano crece la hierba
desde tiempo atrás y en la antigua Bazán no tardará en germinar porque se acabó
la carga de trabajo. Como es habitual, la pregunta surge el día después de una
gran marcha ciudadana como la del domingo. ¿Ahora qué? Los ciudadanos han
puesto su grano de arena. Y de manera bien visible. Solo falta que esta acción
reivindicativa se rentabilice, obtenga su fruto, que no caiga en saco roto. Parece
que los alcaldes de la comarca se disponen a desplazarse a Madrid y hacerse oír
en la SEPI (Sociedad de Participaciones Industriales). Pero, claro, si esos
señores ya nos han dicho que no hay nada que hacer, aunque al ministro Montoro
le han debido de decir otra cosa porque anunció que pronto se estaría cortando
chapa en los astilleros ferrolanos, no sabe uno
qué expectativas pueden cernirse sobre este golpe de efecto de los
regidores. Lo normal es que a los ejecutivos de la SEPI ya los hubieran destituido
por ineptos. Y esa es la gran contradicción que se le presenta al alcalde ferrolano que convoca
y se mete en la manifestación cuando los destinatarios de la protesta son los
políticos gobernantes de su propio partido. Es de valorar el gesto, todo hay que decirlo, pero ya que
se trata de un "gobierno amigo", es insuficiente y habrá que dar un
puñetazo en la mesa y enseñar más los dientes, de lo contrario el viaje a
Madrid puede acabar, una vez más, en frustración colectiva.
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