Fotos: José Mouriz |
Casi pasó sin pena ni gloria el quince aniversario del
"trompazo" que se dio una noche de violento temporal el Discoverer Enterprise contra el puente
de As Pías, dejando a Ferrol incomunicado. Fue en la madrugada del 13 de
enero de 1998. El vial quedó partido en dos, noticia que, por su
espectacularidad, dio la vuelta al mundo. Con independencia de los daños
materiales ocasionados en el propio buque, el siniestro me produce un par de
reflexiones. Por una parte la inexplicable circunstancia de que un buque suelte
amarras y navegue a la deriva por la ría hasta colisionar con el puente. Los
temporales en esta zona suelen preverse y los avezados hombres de mar que
operan en un astillero del poderío y prestigio de la antigua Astano saben muy
bien a qué fuerza del viento nos podemos enfrentar. Es verdad que nunca sucedió
y que por consiguiente podemos situar el incidente en lo casual o fortuito,
pero aún así no resulta fácil justificarlo. Recuerdo que por aquel entonces
trabajaba yo en La Voz de Galicia y
en una columna de opinión dejé escrito que el aparatoso accidente de la
plataforma de prospección petrolífera se daba en un momento en que Astano había
perdido por la crisis de la construcción naval (prejubilaciones, bajas
incentivadas) personal muy cualificado. La generación que podía impartir
maestría se había replegado y quedaba gente joven, en muchos casos inexperta.
Ahí podía radicar la causa de aquel trágico percance. Otra consideración tiene
que ver con el sentido del refranero que reza que no hay mal que por bien no
venga. A raíz de haberse estrellado el Discoverer
Enterprise no solo se arregló en tiempo récord el vial, ampliando el ancho
del carril, sino que el tramo de autopista Pontedeume-Ferrol que llevaba catorce
años de retraso cobró celeridad y, por fin, alcanzó su punto final.
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