Tirando de hemeroteca nos situamos con una formación de la Segunda de los años setenta, que ganó en aquella ocasión a un equipo que -hoy se sabrá- puede ser un rival en la presente fase de ascenso. |
Mi post de hoy quiere ser simplemente un testimonio de ánimo
y apoyo a la familia racinguista en su lucha por el ascenso a la categoría de
plata. Aunque antes, nobleza obliga a felicitar al equipo, directiva y cuerpo
técnico por haber terminado la liga de subcampeón de la 2ª B, tras una
brillantísima temporada en la que, como en la anterior, militando en la
Tercera, se llevó de calle el campeonato. El que suscribe, a pesar de que le
queda muy lejos su etapa como periodista deportivo, vibra en ocasiones que, como
la presente, se juega un ascenso de categoría. Al ver el año pasado como el Racing protagonizaba un paseo triunfal por la
Tercera, me permití, llevado sin duda de la euforia, profetizar que con aquel
equipo que ganaba un encuentro detrás de otro, era fácil deducir que el
racinguismo iba "a todo filispín" (a toda velocidad) no hacia la
Segunda B sino hacia la Segunda A. Alguien, con mucha razón y prudencia y con
más conocimiento de causa pues era de los aficionados a pie de campo, me dijo
en twitter que echara el freno de mano que para alcanzar la categoría anhelada,
primero había que clasificarse en la Segunda B y luego salir victoriosos de la
fase de ascenso. Pues bien, de momento mis cálculos, o mejor mi intuición no me
ha decepcionado. La liga ha quedado atrás con un balance extraordinario y ahora
estamos en la expectante fase del ascenso. Situar un equipo en la categoría de
plata, que es la que en realidad corresponde al Racing, supone, además de
alimentar y satisfacer el orgullo deportivo y de dar rienda suelta a la pasión
y explosión en la defensa de los colores de un histórico club, revalorizar la
marca Ferrol, tan desazonada por otro lado debido a la depresión económica que
vive la comarca en las últimas décadas. Genera, además, al ser equipos, en
muchos casos antiguos conjuntos de la Primera División, dotados de unas
aficiones numerosas e incondicionales, unos flujos de seguidores que dejan sus
divisas en la ciudad. No es la primera vez ni será la última- el futbol es así-
en la que se viven momentos como el presente de alegría contenida porque la 2ª
A parece estar al alcance de la mano. Esperemos que el Racing eleve la
categoría del equipo, de la afición y de la propia ciudad y su área de
influencia, en lo que respecta al ámbito futbolístico.
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