Canido está de fiestas, la Santa Cruz de mayo. Canido es mi
barrio de adopción en el que residí durante cuarenta años, en Pintor Máximo
Ramos, primero, y en Celso Emilio Ferreiro, después. Por cierto, dos nombres de
significados artistas e intelectuales, tal vez símbolos de la sensibilidad que
anida en este tradicional núcleo urbano. Canido, su historia y sus gentes, como
no podía ser de otra manera, figurará para siempre en el libro de mi vida. Aunque
mi trabajo en el periódico y mi compromiso con la cultura, a través del Club de
Prensa de Ferrol, me abstraían mucho e impedían una integración plena en la
vida del barrio, no obstante son muchas las experiencias y episodios
convivenciales que jalonan mi peripecia existencial en contacto con aquella
vecindad, tan familiar y entrañable. El hecho de ser consorte y cuñado de las
hermanas Del Río, fundadoras del primer Colegio San Rosendo, en la calle
Alonso López, muy cerca de la Domus e incluso haber impartido
algunas clases en materia de letras y, sobre todo Latín, cuyos conocimientos me
venían dados de mi estancia en el Seminario y ser persona de apoyo (conductor)
de una furgoneta, primer transporte escolar del centro, favorecieron el
contacto con muchas familias, vecinas del barrio y de otros puntos de la ciudad
y periferia. Todo esto lo hacía en tiempo libre, cuando yo pertenecía a la
plantilla del Ferrol Diario. La
circunstancia de ser compadre del llorado Ángel Bouza -sargento buzo de la
Marina, fallecido en accidente cuando revisaba el fondo de un barco de guerra
en el País Vasco- y María
Jesús, padrinos de mi segunda hija, me condujo a la integración en alguna
pandilla del barrio que celebraba, sobre todo en verano, encuentros
gastronómicos y "canfurnadas" varias: sardinadas, churrascadas,
paelladas, etc., momentos de ocio y solaz que nos venían muy bien, lo mismo que
hoy, para despistarnos de los problemas cotidianos. Entre mi compadre y yo
adquirimos un bajo de la Cooperativa de Viviendas Santa Cruz, que luego nos
repartimos a la mitad. Él quería establecer allí un estudio y laboratorio de
revelado, pues le gustaba mucho la fotografía, pero la muerte segó todos sus
proyectos y ambiciones, y yo,
inicialmente, lo utilizaba para guardar mi auto, pero luego llegó a ser la sede
de la delegación del Faro de Vigo que
monté, cuando cerró el rotativo local Ferrol
Diario. Era el Canido de los años setenta y principios de los ochenta, cuya
actividad social y deportiva giraba fundamentalmente sobre dos personas que ya
no están: el cura Gabriel Vázquez Seijas, que bautizó a mis dos hijas, y Lili
Arias, presidente durante muchos años de la Sociedad Cultural, Recreativa y
Deportiva Canido. Dos vecinos muy cualificados, con una entrega generosa a los
intereses y causa del barrio y una talla humana impresionante, que concitaron
el reconocimiento y aprecio de todos los canidenses. Aquel barrio ha
experimentado en la última década una, en ocasiones controvertida, expansión
urbanística, que tiene pendiente, pero ya presupuestado, un centro cívico. Aquel
barrio es hoy el Canido de las "Meninas", en donde se reúnen
numerosos pintores que durante una jornada utilizan las fachadas de edificios
desocupados para expresar su arte, pero que, en definitiva, se trata de un
movimiento contestatario contra el abandono que todavía sufre el entorno en
algunos aspectos. Precisamente, para una revista que editaron los artistas
Eduardo Hermida y Avelino Castro, promotores de este movimiento, escribí hace
algún tiempo un pequeño trabajo que terminaba con una concesión a la nostalgia,
a la historia y a la leyenda de Canido, "del Canido rodeado de viejas
murallas, erguido sobre su castro, dominando la ciudad, del Canido poblado por
gentes que sobreviven a caballo de la industria y de la agricultura, del Canido
del "Tío Dios", y "Pimborete", del Canido de las batallas a
pedradas, los jueves contra los de Ferrol Vello y los domingos contra los de Esteiro,
del Canido del Crucero, la Tahona, la milagrosa agua de la fuente de Ínsua, Cangrexeiras
y Molino del Viento..." Este artículo terminaba con el histórico
"grito de guerra" ¡Canido, tente firme!" que hoy renuevo con fervor.
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