domingo, 17 de marzo de 2013

Al hilo de las fusiones de ayuntamientos


Edificio consistorial del antiguo
Ayuntamiento de Serantes
A estas alturas se habla de fusionar ayuntamientos, no de segregar. Mi intención no es hacer apología de lo segundo sino, al hilo de la actualidad, aportar algunos datos retrospectivos de una anexión, no fraguada democráticamente sino impuesta manu militari en el año 1940, como fue la del Ayuntamiento de Serantes.  Un ejemplo de lo que nunca deberá de hacerse. Es curioso como se jugó a lo largo de la historia con este particular asunto que intentó resolverse hacia finales del siglo XIX de manera caciquil y merced a la oposición de los vecinos quedó sobre la mesa hasta que llegó la dictadura y fue entonces cuando se llevó a cabo sin que, obviamente, nadie rechistara. Pobre de aquel que lo hiciera. Podría dar con sus huesos en el penal o ser fusilado al amanecer. Veamos sucintamente la secuencia. En el año 1899, los caciques, que dominaban a la sazón Serantes, para satisfacer intereses particulares -¡dichosas corruptelas!- idearon anexionar Serantes a Ferrol y lograron que este ayuntamiento rural lo solicitara, fundándose en que debía una cantidad "superior a las fuerzas contributivas del municipio", reza una información del antiguo periódico El País de fecha 17-07-1910. Sin embargo, el pueblo de Serantes formuló una protesta y en vista de ella la Diputación Provincial de A Coruña, que iba a favor de los caciques, archivó el expediente instruido. Una década después, 1909, "un día por sorpresa fue desarchivado el expediente y aprobada la anexión, previa declaración de urgencia del asunto en una sola sesión de aquella corporación provincial", seguimos textualmente tirando de la hemeroteca. El Ayuntamiento ya había resuelto sus débitos y vivía una situación desahogada económicamente hablando, empero, de nuevo, los vecinos tuvieron que movilizarse para defender la independencia de Serantes y a tal efecto una comisión se desplazó a Madrid y solicitó el apoyo del Centro Gallego, presidido por Alfredo Vicenti. A la comisión vecinal la respaldaban Rodrigo Sanz, miembro de la Solidaridad Gallega y Basilio Álvarez. Allí se acordó nombrar otra comisión que se entrevistase con el ministro de la Gobernación y con el ferrolano Canalejas, diputado por el distrito. En suma, tampoco prosperó en esta ocasión el intento de la Diputación. Tuvo que ser en la dictadura de Franco cuando se escenificó un supuesto acuerdo entre los dos municipios y, por fin, Serantes quedó integrado en Ferrol, aportando 15.503 habitantes, con lo que Ferrol en el año 1940, una vez consumada la fusión, registraba 59.829 habitantes. Esperemos que las fusiones que ahora se puedan originar por razones de la crisis imperante lleven el sello democrático, con consulta a los vecinos, huyendo de decisiones del tenor que comentamos.

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