Tengo entre mis voluminosos archivos de papeles, documentos gráficos,
literarios y demás, unos ejemplares de las revistas que se editaban en la
Semana Santa de Ferrol en los años 50 del siglo pasado. En este tipo de
publicaciones, lo mismo sucede con los folletos de las fiestas, suelen
insertarse opiniones y comentarios, algunos de los cuales llaman la atención
por su "originalidad". Por ejemplo, en la revista del año 1950
(dirección Julio A. Marco Hernáez y asesor técnico Emilio Paramés Allegue) se
incluye una aportación de E. Borrás Vidaola en la que el autor
"ensaya" sobre una Semana Santa, la ferrolana, que nunca ha visto. Es
más, confiesa que solo una vez estuvo en Galicia, concretamente en Santiago. Escribe
por intuición, como en el propio título figura "Intuición de la Semana
Santa Ferrolana".
Obviamente,
el trabajo se reduce a un mero artificio literario, preñado de especulaciones.
"Saldrán -supone el escritor- procesiones lucidas, reinará el recogimiento
y el buen hacer de los votos y aquí y allá brotará ese plantel inexhausto de
florecimiento en la vida familiar intensificada y gozada bajo el auspicio y la
ventura de la meditación, más o menos explícita, sobre los Sagrados
Misterios". Más adelante señala "no será esa Semana Santa galaica la
radiante visión artística, impresionable en lo externo, de la andaluza...pero
tampoco será una Semana Santa tan austera, silenciosa y sobria como en la vieja
Castilla...será más semejante a la Semana Mayor de Madrid...Allí, en la Galicia
marinera y prodigiosa, en los verdes de sus rías..."
Y de esta
guisa sigue el autor lanzando al aire una florida pirotecnia de vocablos y
epítetos con el propósito de "llenar" unas cuartillas sin tener ni la
menor idea del asunto que trata. Osadía sin límites por parte del articulista,
frivolidad por parte de quien solicita la colaboración. Menos mal que al final
reconoce su pecado "Así concibo yo la Semana Santa de El Ferrol del
Caudillo. Si yerro tendré perdón, porque solo dos tardes, desde la Herradura y
entre los azares de la crónica apremiante, pude comtemplar el diamantino
brillar de los vitrales catedralicios de Santiago...."
Por cierto,
al lado de la "obra", totalmente vacua de contenido, que comento,
aparece un trabajo nada menos que de José María Pemán sobre "Las mujeres
en la Resurrección", que confiere a la publicación esa espiral de
contrastes que, sin duda, nacía de la precariedad con la que muchas veces se
elaboraban estos folletos y un criterio "laso" a la hora de
"construir" dichos documentos.
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