El crucero "Reina Regente" |
Portada de "El Correo Gallego" de 26-04-1895 |
Revisando mi particular y limitada hemeroteca me encontré
con una portada de El Correo Gallego,
entonces periódico ferrolano, que me llamó la atención por su enlutado aspecto.
Volví 120 años atrás para refrescar la memoria. Sucede que a los ferrolanos,
que somos una potencia mundial (en declive en las últimas décadas) en la
construcción naval militar, y en la civil también, nos suenan todos los nombres
de barcos, pero, a veces, no sabe uno contextualizarlos, sobre todo aquellos,
como es el caso, cuya historia está situada en tiempos más lejanos. Me sonaba
el hundimiento del "Reina Regente", pero no recordaba las
circunstancias. Bueno, pues hice un repaso a la letra impresa del rotativo
local, también consulté el libro "El crucero en la Armada española",
de Carlos Fernández Santander (colección Empresa Nacional Bazán, año 1993) y
pensé que, de la misma manera que lo tuvo para mi, podría tener interés para los
amables lectores y lectoras de mi blog.
El "Reina
Regente" era uno de los cruceros presupuestados en la Ley de la Escuadra
de 1887. Se había construido en Inglaterra y fue botado el 24 de octubre del
mencionado año en los astilleros Thomson
de Clyde, entregado a la Armada española al año siguiente, con una dotación
de 420 hombres, que embarcaron en Glasgow. Las características elementales:
desplazamiento, 4.725 tons., eslora, 96,2 metros , manga, 15,2 metros , puntal, 8,92 metros , calado, 6,2 metros , potencia de
la máquina, 11.500 H.P. y velocidad, 18 nudos. Llevaba cuatro cañones de 240 mm , 6 cañones de 120 mm , otros seis de 57 mm , dos ametralladoras y 5
tubos lanzatorpedos fijos. Había costado seis millones de las antiguas pesetas.
En su corta
vida, tuvo presencia en Barcelona con motivo de la Exposición de 1888, una
visita a Génova en 1892 durante las fiestas del cuarto centenario del
Descubrimiento colombino y un viaje a Nueva York, desde Cádiz, llevando una
reproducción de la nao "Santa María", obsequio al Gobierno
norteamericano. Ya en este viaje, el comandante José Paredes advirtió cierta desproporción
entre los pesos altos y los situados bajo cubierta. "Creo que sería
conveniente cambiar la artillería principal por otra de menos peso...ya que con
el mal tiempo embarca alguna agua" señalaba en su informe el oficial. En
el diario La Voz de Galicia se decía que este barco "padece el defecto de
cabecear mucho, tiene unas máquinas deficientes y un exceso de artillería"
La tragedia
comenzó un 9 de marzo de 1895, día en que el barco salió de Cádiz para Tánger
"con objeto de llevar allí una embajada del sultán Sidi Brisha, que había
tenido una reunión con autoridades del Gobierno", escribe Fernández
Santander. Hacía mal tiempo y soplaba un fuerte viento. A la mañana siguiente
emprendió el regreso rumbo a Cádiz desapareciendo para siempre. Algunos
testimonios señalaban que el buque había sido visto luchando con el temporal.
Días después empezaron a aparecer despojos del Reina Regente.
En una
playa de Ribadesella (Asturias) se encontró una botella lacrada que llevaba un
papel en su interior cuyo texto era "10 de marzo de 1895, a las 9 de la noche,
sin esperanzas de salvación y doce millas bajo Aceitera. Segundo del Reina
Regente". El escrito fue enviado a Ferrol para que se analizase por los
familiares del Segundo, Pérez Cuadrado, y descartaron que fuese escrito por el
referido marino, además de que consideraban ilógico que, de acuerdo con las
corrientes, una botella arrojada al golfo de Cádiz pudiese llegar al
Cantábrico. El naufragio se atribuyó al "inesperado y duro temporal que lo
hizo zozobrar". Fue una de las mayores catástrofes de la Armada española.
No fue recuperado ni un solo cadáver de los 390 tripulantes.
La
anécdota: un marinero, natural de Cartagena, que se había emborrachado, se
quedó dormido en Tánger y perdió el barco. Pero no la vida. El asunto del
hundimiento provocó grandes discusiones en el Congreso de los Diputados. El "Reina
Regente" había durado solo ocho años. En Ferrol, de donde era buena parte
de la dotación, se llevaron a cabo solemnes y emocionadas exequias, de lo que
informa con todo lujo de detalles la crónica de El Correo Gallego.
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