Rafael Permuy es un ferrolano,
vinculado al periodismo militar, director de publicaciones de la editorial Galland Books, diplomado especialista
militar en comunicación social, fue adjunto a la dirección de la Revista
Española de Historia Militar, es comandante de artillería en la reserva,
escribió más de 20 libros, es, con el que suscribe, columnista de Mundiario.com...y para qué seguir.
Brillantísimo curriculum, para aburrir, de seguir desmenuzándolo. Pero me voy a
detener en sus orígenes, porque el amigo y colega es producto de la escuela de Ferrol Diario, como también los somos
otros, aunque con una trayectoria más modesta. Se ha hablado muchas veces, con
polémica servida en su tiempo, de la escuela de pintores ferrolanos, de la
escuela de actores ferrolanos, etc., a la que, sin duda, hay que añadir la
escuela de periodistas ferrolanos, que nos desbravamos en aquel entrañable y
añorado Ferrol Diario de los Jovalo (José Varela Losada), Mario Couceiro,
Vicentón, Arturo Lezcano, Bieito Rubido, José Manuel Orriols, Manuel Torrente,
Manuel Beceiro, Andrés París, Carlos Agulló, Cristobo Ramírez, Xoán Barro, Chisco, Coque Bruquetas, Antonio
Martínez Barcón (Ambar), etc. Como hoy se puede hacer teniendo como referencia
el Diario de Ferrol. A Rafael Permuy
hay que ubicarlo en los primeros años de la década de los setenta, despachando
páginas y páginas del FD, luciendo, ya de jovencito, raza, llamada vocacional y
recursos y habilidades para hacer frente a cualquiera de los géneros. Lo que se
dice un "todoterreno". El reportaje era uno de los géneros apetecidos,
muy gratificante. Una doble página, bien ilustrada gráficamente, con foto y
firma en recuadro del periodista "oficiante", era un trabajo que
lucía, estimulaba el coraje profesional, alimentaba la autoestima. Aunque, en
un periódico pequeño y en aquellas circunstancias acababa uno haciendo de todo,
afortunadamente, porque fue un provechoso rodaje que sentó los cimientos para
muchos profesionales que luego cobraron prestigio y nombre. Yo, compaginando
entonces estudios y periodismo amateur, seguía a Rafael Permuy, lo leía con
fruición, tomaba nota de aquellos magníficos despliegues y, cómo no, anhelaba
seguir su estela productiva. Curiosamente, se puede decir que en el año 1974 le
tomé el relevo. También yo viviría a partir de entonces la emoción de un
periodismo de calle, entregado, sin condiciones, ni horarios, ni cortapisas.
Nos faltaba, eso sí, la libertad, deshacernos de la dictadura. Objetivo que
también se lograría. Rafael Permuy, un periodista como la copa de un pino, un
amigo de siempre.
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