jueves, 8 de agosto de 2013

Una portada

Las visitas de la "Señora" eran frecuentes en tiempos de estío con motivo de la presencia del dictador en el Pazo de Meirás. Franco también solía acudir a orar a la ermita de Chamorro. Sobre la presencia de Carmen Polo por las calles ferrolanas, siempre acompañada, como no podía ser de otra manera, de las primeras autoridades y mujeres de la pequeña burguesía ferrolana, existen ciertas leyendas urbanas que puede que no estén exentas de un trasfondo real. Ella tenía unos comercios preferidos que solía frecuentar. Dicen que incluso los propietarios cerraban los negocios para la "ilustre" visitante. No obstante, andando el tiempo y siendo que las facturas de lo que se llevaba no se pagaban, los comerciantes "afectados" lo que hacían era "barrer" del escaparate aquellas mercancías más nobles y caras para evitar que llamasen la atención de la "Señora". Ya digo, son leyendas que han corrido de boca en boca y ya se sabe que cuando el río suena es que agua lleva. Hoy traigo a la sección esta portada de mi añorado Ferrol Diario, que corresponde al 6 de agosto de 1975. Más o menos por estas fechas hace treinta y ocho años. Poco antes del fallecimiento (20-N) del caudillo. Por allí andábamos, entre máquinas Olivetti, linotipias y chibaletes. En esa misma primera página puede verse una noticia que me resulta muy próxima, relativa al cierre de la Peninsular Maderera, fábrica de puertas y tableros que se erigía en donde hoy se levanta el campo de fútbol de A Malata y en la que me introduje en el mercado del trabajo al ser captado para formar parte del equipo de control de calidad de dicho complejo productivo. Era la etapa en la que cultivaba el periodismo amateur, faceta que, por mucha vocación y romanticismo que le inyectara, es obvio que no podía convertirlo en mi modus vivendi, aunque el tránsito a la profesionalización poco tardaría en producirse.






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