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Las máquinas demoledoras del Bambú Club
(foto: Diario de Ferrol) |
La piqueta va a tirar el Bambú Club. Es la noticia local estos días. El inmueble fue motivo de mil idas y venidas en las últimas corporaciones ferrolanas. Que si demolerlo o no demolerlo, si utilizarlo como piloto de una posible solución urbanística para el barrio o dejarlo que se cayera de ruinoso, en fin, objeto de todo tipo de promesas y proyectos para, al final, acabar como acaban muchas ideas de los políticos, en los brazos del ostracismo y el abandono. Ahora que lo van a derribar, se me reactivaron las emociones y los recuerdos de un tiempo pasado. Porque el Bambú Club fue algo más que un local de copas, fue en los años setenta escenario de mitines, actos sociales y políticos, sala de baile y ligoteo. Todos estos usos, cada cual más intenso, si tenemos en cuenta que la parte más "prosaica", la de la "re" política, se daba en el contexto del advenimiento de la democracia, con toda la carga de ilusión y ansias de libertad que comportaba para los que entonces éramos jóvenes. Estábamos recién salidos del guateque y el pick-up, bailábamos con Los Sprinters, Los Player's, Los Sunnys, The Silver Dragons, Los Gay Boys, también los había con nombres españoles y gallegos, y toda una larga relación de grupos y conjuntos que mis amigos y paisanos tienen en "Ferrolterra e as orquestras de baile" (1930-2010) de la autoría de Germán Castro y Juan Díaz. Pero para terminar esta reflexión me voy a quedar con la parte que a la sazón era la más esperanzadora, la de los nuevos aires polícos, de sueños de un España libre y próspera (mira donde estamos al cabo de cuarenta años) porque este establecimiento fue cedido para todo tipo de organizaciones que nacían a la democracia y en mi memoria y supongo que en la memoria colectiva de los que peinan canas, la salida de prisión de los líderes sindicales Pillado, Amor y Riobóo -los dos últimos ya fallecidos-que después de ser recibidos por un inmenso gentío en el Cantón de Molins y de llevar unos porrazos de los "grises" porque el recibimiento era un acto ilegal, fueron a descansar al Bambú Club en donde les esperaban amigos y familiares y celebraron un encuentro con la prensa. Hitos para la historia local y del movimiento obrero y nostalgia de un tiempo en el que se fraguaron las mayores ilusiones de una generación, como la mía, que ahora asiste atónita al retroceso de derechos y conquistas logradas con sangre, sudor y lágrimas. Réquiem por el Bambú Club.
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