Las obras del tren Betanzos-Ferrol a su paso por la villa de Pontedeume |
Se conmemora estos días el centenario de la inauguración del
ferrocarril Betanzos-Ferrol, efeméride a la que ya hice referencia con amplitud
en estas mis "Acotaciones". La reflexión que hoy traigo al respecto
es crítica y atañe a los largos períodos de espera que los ferrolanos han
sufrido para lograr unas elementales comunicaciones. Ferrol pertenece a
ese finisterre galaico, fin de trayecto. No es ciudad de paso. Hay que venir a
propósito, lo que no deja de ser una desventaja, aunque bien es verdad que hoy,
con las autopistas y autovías, los polos poblacionales quedan siempre
descolgados y en todos los casos hay que hacer desvíos puntuales si se quiere
acceder a esos núcleos urbanos. Es opinión de expertos, analistas y
observadores que las vías de comunicación son fundamentales para el progreso de
pueblos y ciudades. En ese sentido se han dado grandes avances en los últimos
años, pero veamos como le ha ido a Ferrol. Si recuperamos el tramo de línea
férrea Betanzos-Ferrol, dicen las hemerotecas que los estudios se iniciaron 49
años antes, prácticamente medio siglo. Así se justifica el grado de exaltación
y celebración popular que relatan las crónicas de la épocay que días pasados hemos rememorado. Ahora bien, el
récord de espera lo tiene el ferrocarril de vía estrecha Gijón-Ferrol o Ferrol-Gijón
que, para el caso, tanto monta. ¡Ochenta y seis años! se tardó en construir el
tramo que nos une a la laboriosa ciudad asturiana. El último tramo hasta llegar
al punto final, estación de Ferrol, se inauguró en el año 1972 de modo que nos
hemos de remontar al siglo XIX, esto es, año 1886 para dejar fijados los
comienzos de esta infraestructura de comunicación. Para terminar,
necesariamente hemos de hablar de la A-9, autopista del Atlántico, que tardó
unos catorce años por encima de las previsiones oficiales. El tramo Fene-Ferrol
fue inaugurado en 2003. Y no sería justo cerrar la referencia sin apuntar que
incluso el retraso en este caso hubiera sido mayor si no ocurriese el
siniestro del Discoverer Enterprise que partió en dos el puente de As Pías y,
siguiendo lo del refranero no hay mal que por bien no venga, favoreció la
atención de los políticos para que pusiesen todo el empeño en volver a unir el
puente, por un lado, y acelerar el remate de las obras de la autopista, por otro lado, quedando
definitivamente enlazadas Ferrol y Portugal.
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