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Arriba, a la izquierda, la portada del número extraordinario con que arrancaba Ferrol Diario, obra del pintor Ricardo Segura Torrella. A la derecha, la plantilla fundadora, en cuyo recuadro aparece el que suscribe, sin bigote. Abajo, expectación del personal de la casa ante la tirada del primer número y a la derecha, un aspecto de los talleres. |
Hace cuarenta y cinco años nacía el
Ferrol Diario, periódico ferrolano que no pudo superar la frontera de los doce
de supervivencia, 1969-1981. Aunque no me incorporé a su plantilla hasta el año
1974, se cumplirán cuarenta años en el próximo trimestre, no puedo decir que no
asistiera a este acontecimiento porque, como figura en la hemeroteca, mi nombre
aparece, junto con el de otros, dentro del equipo de salida, aunque en calidad
de corresponsal informativo para las localidades de Covas, Esmelle y Marmancón,
esta última parroquia, la más antigua de Ferrol, en la que hoy tengo fijada mi
residencia. Tenía entonces veinticinco años y, además de mi atención al periodismo amateur (había abandonado, con la interrupción de los dos años de servicio militar, los estudios de Magisterio cuando estaba a punto de revalidar la carrera) llegué a hacerme un hueco en el mercado laboral, concretamente
en la empresa Peninsular Maderera, en la que formaba parte de un equipo de
inspectores de control de calidad. PEMSA fabricaba puertas y tableros y se
erigía en donde hoy se levanta el campo de fútbol de A Malata. Las vueltas que
da la vida. Si en aquel momento arrimaba el hombro en el nacimiento de aquel
rotativo local, justo tres décadas más tarde, en el 1999, era llamado para que
me pusiera al frente de otra cabecera ferrolana que nacía, el
Diario de Ferrol.
De corresponsal a director, los dos extremos de la cuerda de mi vida
profesional. De
Ferrol Diario a
Diario de Ferrol, lo que parece una oración por
activa y por pasiva y título de un libro que yo quería escribir y del que no
tengo ni un solo folio avanzado. Espero que estas líneas que hoy redacto sean
el punto de partida. Porque ya es hora.
Yo a la sazón (1969) había dejado la
corresponsalía de
La Voz de Galicia, periódico en el que realmente hice mis
primeros pinitos. Y si la primera vez
que vi mi nombre firmando una crónica de pueblo en el periódico que acabo de
mencionar y al que luego volvería (1983) con ejercicio profesional durante
dieciséis años, sentí una inenarrable alegría, no fue menos, si bien con
matices diferentes, la que experimenté viéndome en la orla del cuadro de
periodistas y corresponsales fundadores del
Ferrol Diario. El sueño empezaba a
hacerse realidad. Ya contaré en ese libro, del que vengo
hablando desde que me jubilé, las sensaciones vividas en mi madurez, al ser
nombrado director de Diario de Ferrol.
Me quedo con el recuerdo de una
efeméride: julio de 1969 nacía
Ferrol Diario con la edición de un número
extraordinario que llevaba en la portada nada menos que una obra del ilustre
pintor Ricardo Segura Torrella. "No dejamos de temer, en esta fecha feliz
de inevitables optimismos, las enfermedades de todo crecimiento, pero tenemos
fe en salir adelante, sencillamente porque tenemos fe en el amor de los
ferrolanos en su recién nacido periódico, cuya existencia nadie más que ellos
puede justificar y que vivirá tanto tiempo y con tanto vigor como ellos
quieran", entresacamos de su primer editorial. Algo falló. En el año 1981 aquella vieja rotativa, a la que apodábamos "la ancianita", enmudeció y
Ferrol Diario, que a esas alturas se llamaba
El Norte de Galicia, bajó el telón.
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