miércoles, 3 de julio de 2013

El Ferrol del XIX: Galiano, un campo de huertas


El Hospital de Caridad del s. XIX, un modelo entre
los mejores de España, se decía en 1896
Si hace unos días me ocupaba de la calle real de los años 20 del siglo pasado, en esta ocasión me remonto a la centuria anterior porque he localizado un magnífico retrato de carácter retrospectivo que se hacía de la ciudad de Ferrol en el año 1896. El articulista (El Correo Gallego) empezaba la narración diciendo que no era preciso alcanzar la vejez para recordar lo que era la antigua chinela, hoy Cantón de Molíns, la antigua alameda con sus grandes bancos de piedra de respaldo y doble asiento, transformada en la hermosa avenida y jardines de Suanzes, o la esquina del Murallón, ocupado después por los jardines de Sánchez Barcaiztegui. Allá por el año de 1860, la calle Galiano era un espacio jalonado de huertas cerradas por tupidas zarzas. Enfatizaba el autor de la descripción "recordamos perfectamente las tres primeras casas que se edificaron en la manzana de los números pares, señalas con las letras A, B y C". Cita, por otro lado lugares como el Campo del General y la Cuesta de Mella, sustituidos por el paseo de Herrera y la anchurosa vía que pone el Ferrol Viejo en comunicación con el centro urbano. Cuando se detiene en el alumbrado "todavía parécenos ver agonizar los primitivos faroles de aceite; a este sucedió el petróleo y cuando se celebraba esa mejora como un adelanto a pocos se les ocurríría que al petróleo iba a darle el canuto el gas y a este el brillante alumbrado eléctrico". A continuación, el periodista formula un recorrido por los espacios culturales cuando dice "hicieron las delicias de nuestra niñez el Teatro Principal y el Filarmónico, el primero convertido en excelentes edificios particulares y el segundo sirvió sucesivamente de almacén y Cocina Económica ¿quién predicaría entonces que de aquella vergüenza artística nos había de redimir el teatro Jofre? Siguiendo el "itinerario" trazado por el cronista de El Correo Gallego vemos como el Baluarte de la Puerta Nueva se convertía periódicamente en circo ecuestre y gimnástico. Ilustradora a más no poder la descripción del viejo hospicio "foco de inmundicia y un hospital lóbrego, lleno de humedad, con unas escuelas inverosímiles y los tradicionales bailes del Sobrado, tabique por medio de las salas de enfermos, que luego daría lugar a un asilo provisional y a un Hospital de Caridad que puede ofrecerse hoy como modelo entre los mejores de España. En el siguiente y último capítulo llevaré a mis amigos lectores la descripción y su evolución de otros lugares urbanos y los propios centros de enseñanza, sin olvidar, reitero, que estamos viendo el Ferrol de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se iba construyendo la urbe partiendo de aquel pueblo de pescadores que luego se convertiría en el gran departamento marítimo por decisión borbónica.

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