lunes, 24 de marzo de 2025

Ángela Ruíz Robles, en el 130 aniversario

 

El próximo sábado, (29 de marzo de 2025), hará 130 años que nació la maestra e inventora Ángela Ruiz Robles, ferrolana de adopción y devoción. Tal es así que quiso enterrarse en Serantes, deceso ocurrido en el año 1975. Amaba la naturaleza, pero, sobre todo, dicen sus hijas, necesitaba el mar.

La maestra e inventora había nacido en Villamarín (León) y tras aprobar la oposición al magisterio fue destinada a Santa Uxía de Mandiá. Ejerció la docencia, además de la parroquia citada, en el Hospicio Municipal y en el grupo escolar Ibáñez Martín. Sin abandonar este capítulo, reseñaré, asimismo, que Ángela Ruiz Robles llegó a fundar la academia “Elmaca” que respondía a las iniciales de los nombres de sus tres hijas, Elena, Elvira y María del Carmen. Este colegio fue pensado para jóvenes que quedaron sin trabajo tras la contienda civil. Vivió una monarquía, dos dictaduras, una república y una guerra civil.

Como datos puramente curiosos, señalaré que en sus primeros años en Mandiá fue amonestada por el alcalde por montar a caballo, postura que era considerada indecorosa para una mujer. Por otro lado, en el 1936 fue objeto de un expediente de depuración por haber firmado una suscripción de 0,50 céntimos para ayuda de maestros presos en la revolución del 34 en Asturias, expediente que luego fue anulado.

Entre sus inventos principales -empezó con un procedimiento taquigráfico- está el libro mecánico, el atlas gramatical y nuevo método taquigráfico. Escribió dieciséis obras, siempre orientadas al objeto de su profesión, la enseñanza.

No abundaré en el aspecto biográfico, resumido con anterioridad y generosamente tratado y circulado a través de documentos de todo tipo, incluidos los audiovisuales con entrevistas y reportajes. Por si ello fuera poco, los ministerios de Economía y Competitividad y Educación, Cultura y Deporte editaron en 2013 el libro “Ángela Ruíz Robles y la invención del libro mecánico”.

 De modo que, para la ocasión, a tenor de la próxima efeméride, se me ocurrió sumarla al espacio de las “Curiosidades Ferrolanas”, afrontando su trayectoria en esta comarca a través de los periódicos de la época, para detenerme en los años que marcan los hitos principales de su trayectoria en los campos de la docencia y, mayormente, de la inventiva.

Actuación del vecindario de Mandiá

Una década después de haber tomado posesión, estaríamos en el año 1929, los vecinos de la parroquia de Santa Eugenia de Mandiá hacían pública una instancia colectiva a las autoridades provinciales del Magisterio, enalteciendo los relevantes méritos de la “docta profesora nacional doña Ángela Ruiz Robles, que, en los 10 años que lleva al frente de la enseñanza, contribuyó eficazmente a la cultura del pueblo”. El relato publicado en el diario local sigue: “La actuación de dicha maestra se extiende a los hogares que visitó con frecuencia después de las horas de clase y pone lecciones a domicilio desinteresadamente sin percibir remuneración. Hoy, gracias a sus desvelos, los jóvenes de esta localidad tienen sólida instrucción y educación esmerada”.

Andando el tiempo -las cosas de palacio van despacio- como unos treinta años más tarde, El 25 de agosto de 1948, El Correo Gallego recogía la noticia: Doña Ángela Ruiz Robles, maestra nacional, Condecorada con la Cruz de Alfonso X el Sabio. Estaba destinada, entonces, en el Hospicio Municipal. El galardón obedecía a una Orden del Ministerio de Educación Nacional. “Con tan preciada distinción, se premian los servicios que a la cultura nacional lleva prestados la señora Ruiz Robles, en la que concurren méritos y circunstancias tan extraordinarias que la han hecho acreedora a tan señalada recompensa”.

 A raíz de esta condecoración, se abre una suscripción con el fin de regalarle las insignias de la citada Cruz entre el Magisterio Nacional y las entidades y personas que con sus peticiones han contribuido a la concesión de tan alta recompensa.

En diciembre de 1949, ya metida en la piel de inventora, pasa unos días en Madrid para obtener la patente de un nuevo ingenio, el del procedimiento mecánico eléctrico y a presión de aire para lectura de libros. La patente lleva fecha de 16 de diciembre actual y está otorgada por el registro de la propiedad industrial. Con ello, Ángela Ruiz Robles podrá dedicarse a la fabricación de libros totalmente distintos de los actuales, los cuales, accionados mecánica o eléctricamente o presión de aire, podrán lanzar fuera de su formato las páginas que traten sobre el tema que se pretenda estudiar. En una entrevista manifestaba que había recibido proposiciones de Washington para explotar la patente de sus inventos en Estados Unidos y en otras naciones.

La imposición de las insignias

Corría el 20 de junio de 1950, cuando los medios de comunicación de la época daban cuenta de la imposición de las insignias de la Cruz de Alfonso X el Sabio a la maestra nacional Ruíz Robles. El acto se celebró en el Ayuntamiento de Ferrol. Las crónicas hablan de la gran relevancia y asistencia de las primeras autoridades, con el acalde Alcántara Rocafort a la cabeza, así como representaciones del magisterio local y otros numerosos invitados que con la corporación municipal llenaban el amplio salón. El alcalde hizo uso de la palabra en términos encomiásticos y dio lectura a la orden de concesión de la apreciada Cruz de Alfonso X el Sabio, entregando las insignias el director del Instituto de Enseñanza Media, Don Joaquín García Álvarez, quien ostentaba la representación del ministro de Educación Nacional y la del rector de la Universidad de Santiago. Obviamente, Ruíz Robles fue objeto de encendidos elogios y esta dio las gracias muy emocionada.

Huelga señalar que Ángela Ruiz Robles estaba muy solicitada para las entrevistas.  El Correo Gallego de 22 de junio de 1950, recogía un diálogo con el periodista Emilio Alcira. Preguntada por su sueldo, manifiesta que gana algo más de 14.000 pesetas en la categoría mayor. Recuerda que en el año 1927 hizo oposiciones restringidas a sueldo y saltó 3 o 4 categorías. Le quedaban a esa altura 16 años de vida laboral por delante. Dice que su mayor deseo siempre fue el evitar sacrificios a la juventud que estudia. “Por eso mis inventos, de la gramática, mapas y otros trabajos. Yo estimo que los muchachos, al salir de sus clases, deben marcharse a jugar y a seguir siendo niños”.

Agrega que trabaja mucho y descansa poco. Subraya que sus compañeros han hecho todo lo posible por ayudarle y les expresa su agradecimiento. Finalmente, precisa que su mayor alegría en aquel momento era la de ser abuela.

El 25 de abril de 1957, un columnista que firma como “Lora”, en la sección “Reflejos” de la contraportada de El Correo Gallego, bajo el título “Una inventora” hace una especie de balance de los éxitos de Ruíz Robles. Recuerda que los aparatos de doña Ángela Ruiz Robles han sido seleccionados entre un millar, “por lo menos”, para concurrir al sexto Salón Internacional de los Inventores de Bélgica. “Sucede que allí, en Bruselas, se le concede a nuestra inventora una medalla de bronce”.

Y Ruiz Robles sigue siendo noticia, en este caso al ser invitada (octubre de 1957) por el comité organizador de la XVII Feria oficial y nacional de muestras de Zaragoza. Para terminar, añadiré que, en la noche del 13 de noviembre de 1958, quedó abierta al público en la capital (Madrid), la exposición del torneo nacional de inventiva e Investigación y la crónica señala: “Entre los participantes, dos mujeres, doña María del Pilar Magret Viñolas, que presenta una máquina para fabricación de mosaicos de mármol y granito artificial y doña Ángela Ruiz Robles que expone procedimientos pedagógicos mecánicos de indudable ingenio”.

Este artículo fue publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol el 23-03-2025

 

 

 

 

Manuel Fernández Flórez, superviviente del “fuego amigo” del Real Carlos y el San Hermenegildo

 


Nos suena mucho Juan Flórez, no tanto su padre, Manuel Fernández Flórez.

“Es hoy el mejor marino de nuestra armada y el único de cuya superioridad no me avergüenzo”, dijo un día el ilustre marino y político Juan Bautista Topete (1881-1885), pocos años antes del fallecimiento de aquel.

“No suena su nombre en homéricas empresas, pero siempre y en toda ocasión dio claras y relevantes muestras de un valor a prueba de una integridad intachable y de una modestia ejemplar”, subrayamos de un apunte biográfico firmado por Manuel Molina.

Este autor dice que nuestro personaje es nacido en Ferrol, dato que, como luego veremos, es desmentido por Mercedes Puyol. Es verdad que ingresó en esta ciudad al servicio de la Armada y haciendo los viajes de prácticas se encontraba cuando sobrevino la invasión napoleónica en España. Entonces pasó a prestar sus servicios en el Ejército de Tierra, donde todo concurso era necesario, y se encontró en numerosas acciones, entre ellas el ataque a la ciudad de Lugo para liberarla de las tropas francesas en 1809.

Vuelto después de la Guerra de la Independencia al servicio de la Armada, navegó en diferentes barcos y surcó todos los mares, acreditándose entonces como experto marino, obteniendo los ascensos reglamentarios hasta el de teniente de navío, siempre en el mar.

Después pasó a desempeñar cargos y destinos en tierra, en los que supo acreditar igualmente toda su competencia y su actitud irreprochable, entre ellos el de director superintendente de la Real Fábrica de Jubia y el de ministro de la Contaduría General del Tribunal Mayor de Cuentas. Cuando fue nombrado para este último cargo, había alcanzado ya la graduación de capitán de fragata, habiendo mandado, entre otros barcos, el Isabel la Católica.

Contrajo matrimonio con Rosa Freire Ríos y de este matrimonio nació Juan Flórez, que tan activa parte tomó en los trabajos para la construcción de la línea férrea de Galicia, habiendo sido alcalde en dos ocasiones de la vecina ciudad coruñesa, en donde una céntrica calle lleva su nombre.

Manuel Fernández Flórez murió en la ciudad de Ferrol y estaba en posesión de la gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo y muchas otras medallas y condecoraciones que señalaban otras tantas fechas culminantes de su vida.

José M Albacete en el Almanaque de Ferrol, 1909, recoge un singular hecho histórico que consideramos de interés reproducir.

Se cuenta que Fernández Flórez hubo de correr grave peligro. “Fuese o no persona habitual y fervorosamente religiosa, aunque debemos suponerlo, es lo cierto que en el peligro recuerda siempre el cristiano que hay un cielo donde mirar, un Dios a quien pedir y unos santos a quienes invocar”. José M. Albacete continúa narrando que lo que el superintendente prometió, si se salvaba de morir ahogado, consistiría en erigir una capilla al santo del día. Era esto el 12 de julio en que la iglesia venera a San Juan Gualberto. El superintendente se salvó y la promesa fue cumplida. A esta causa obedeció el que por primera vez apareciera en Xubia la efigie de San Juan Gualberto, nombre que, si bien altamente venerando, no es de popularidad por estas regiones.

Contra lo que afirma Manuel Molina Mera, Mercedes Pujol, en el libro dedicado a su hijo “Juan Flórez. El ferrolano, que dejó atrás la Marola”, señala que el padre de Juan era natural de Cangas de Tineo, hoy Cangas del Narcea, donde nació el 9 de diciembre de 1779 y sentó Plaza de Guardiamarina en Ferrol en 1795.

La tragedia

¿De qué siniestro se salvó Manuel Fernández Flórez? Navegaba en el Real Carlos (foto superior), navío que había participado, como miembro de la escuadra, en la famosa batalla de Brión, cuando, el 12 del mismo mes, inducido por los ingleses, se produjo un enfrentamiento entre dicho barco y el San Hermenegildo, pertenecientes ambos a la escuadra española. Dejemos que el historiador Montero Aróstegui relate lo ocurrido:

“No bastaba que el hambre hubiese afligido a Ferrol en el año 1801. Otras desgracias tuvieron también que lamentar con la desastrosa pérdida de sus hijos. España tendrá siempre que deplorar la catástrofe acaecida en la fatal noche del 12 de julio de aquel año, en que, por una estratagema cobarde y criminal de los ingleses, se han volado en el Estrecho de Gibraltar los navíos Real Carlos y San Hermenegildo, ambos de 112 cañones, los cuales, creyéndose enemigos, se batieron uno contra el otro del modo más encarnizado a las órdenes de sus valientes y desgraciados comandantes, don José Esquerra y Don Manuel Emparan. 

Solo unos cuántos individuos pudieron salvarse de aquella terrible catástrofe arrojándose al mar antes del incendio en un chinchorro del San Hermenegildo y en la falúa del Rey Carlos, dónde pudieron salvarse unos 40 hombres con el guardiamarina Manuel Fernández Flórez, que llegaron a Cádiz en la tarde del 13, medio desnudos y cansados de hambre, de sed y de fatigas. Del San Hermenegildo solo se salvaron otros seis marineros, los cuales cogieron del agua y metieron en el chinchorro al capitán de fragata don Francisco Vizcarrondo, segundo comandante entonces del expresado navío.También se salvó el patrón de la falúa del Rey Carlos, que fue a parar con las corrientes a las playas de Tánger. Estos marinos fueron los que contaron tan horroroso suceso y los tristes coloquios de los comandantes y tripulaciones de ambos buques, cuando estando ya perdidos reconocieron su error”.

El papel de informante

Pero, al respeto de la información del dramático suceso, en el expediente militar, que custodia el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, en el Viso del Marqués, se conserva el escrito fechado en San Ildefonso el 30 de agosto de 1801, en el que el propio Manuel, de camino a Ferrol informa a Carlos IV de la tragedia ocurrida entre el Rey Carlos y el San Hermenegildo y solicita que le conceda el grado que considerase oportuno. Y dice:

“El suplicante señor es uno de los tres únicos oficiales y guardiamarinas que, por especial providencia, Dios logró salvar la vida. […] Siendo el primero que dio la noticia de la desgracia acaecida, por supuesto, señor, que el exponente perdió todo. […] Habiendo tenido que empeñarse para costear la preciada decencia y tener la honra de presentarse a los pies de vuestra majestad e implorar su real piedad.”

Efectivamente, y con la mayor celeridad, el 1 de septiembre de 1801 el monarca firmaba su ascenso a alférez de fragata.

No obstante, hay que aclarar que su hijo Juan Flórez había nacido dos años antes de este suceso, lo cual supone que su padre observaba previamente devoción a San Juan Gualberto, al que luego erigió la capilla en la Fábrica de la Moneda a cuyo frente siguió hasta su muerte. En ese domicilio familiar vivió con su hijo Juan, cuando este no estaba embarcado y mientras no se trasladó a la vecina Coruña.

Este artículo fue publicado en el suplemento "Nordesía"/Diario de Ferrol el 16-03-2025

viernes, 14 de marzo de 2025

La ronda a las Pepitas podría hundir sus raíces en el siglo XVI, frente a la versión más extendida que data el hecho a finales del XIX

 


Con este hago el número cien de los artículos o colaboraciones englobadas en el título de “Curiosidades Ferrolanas”, sección Historia, que se publica semanalmente en el suplemento Nordesía. Atrás queda aquel “Chamorro, del siglo XVII al XXI”, en doble página, con el que arrancaba el 9 de abril de 2023.

Al tratarse de un número redondo pensé en un trabajo especial, no en la forma, sí en el tema, algo que fuese muy nuestro. Habida cuenta de que todo lo que abordo en las “Curiosidades”, guarda relación directa con Ferrol, no se presentaba tarea fácil así que, después de darle unas cuantas vueltas, me quedé con un acontecimiento próximo en el tiempo y, además, único en el mundo, al menos que se sepa hasta ahora, como es el fenómeno social, cultural, artístico y tradicional de la ronda a las Pepitas en la noche del 18 de marzo.

Y lo celebramos con un titular rompedor, mejor dicho, provocador, si se tiene en cuenta que la generalidad de autores y estudiosos sitúan el origen de la ronda en el último tercio del siglo XIX.

Abro paréntesis, para darme un poco de autobombo, ya que, a lo largo de estos cien artículos, se dieron incluso algunas “novedades”. Se cayó algún “dogma” como que el arroz con leche no fue una idea del clérigo ferrolano Fernández Varela, sino que, incluso, la costumbre data de mucho antes de que naciera este o que el poeta Luis Sipos no era ferrolano sino natural de Viveiro (Lugo) o que la Sociedad Filarmónica Ferrolana se funda en el año 1919 y no en 1949, por citar ejemplos. Pues, vamos al grano.

“Ya en el siglo XVI, en la época del burgo antiguo, antes de que hubiese surgido el barrio de la Magdalena, los ferrolanos del siglo XVI y XVII salían en la noche de San José a cantarle a las mozas solteras coplas medievales acompañadas de vihuelas y zambombas. La costumbre hecha tradición siguió adelante en el siglo XVIII cuando las vihuelas se transformaron en flautas dulces, guitarras y violines y que el fenómeno tomó cuerpo en el siglo XIX merced a la inercia popular”.

Y ¿quién dice esto?, ¿Cuál es la fuente en la que bebo? Nada menos que la firma del periodista, poeta, cronista oficial de la ciudad, el recordado amigo y entrañable maestro de periodistas de mi época, Mario Couceiro, que abordó el asunto en el Ferrol Diario hace ahora precisamente cincuenta años.

Segunda versión 

Como acabamos de ver, Marius también hace referencia a esa segunda versión que sitúa el origen de la ronda en el siglo XIX “en el que nuestros abuelos volvían con algún dinero de Cuba y un bello terno de alpaca, junto con canciones ultramarinas en las que “según las letras más comunes el amor estaba representado por una paloma torcaz”. Añade el ilustre cronista que de todo aquel bagaje importado nos quedamos de manera especial con la habanera, pero también el vals, los danzones, las polkas y las baladas gallegas “sutilmente traducidas al castellano”.

Tirando de su sapiencia y aguda ironía, matiza “Si la segunda versión es la cierta, la tradición de nuestras canciones data de los últimos ochenta/noventa años (Mario escribe esto en 1975) y ha sido importada desde nuestra última colonia americana”. Parece quedar claro, que nuestra fuente se inclina, sin demasiados disfraces en el lenguaje, por la primera versión. Para el debate queda una cuestión de orden cronológico.

Es así que Juan José Rodríguez de los Ríos, un gran melómano, nacido y criado en un ambiente familiar de gran colorido musical, en “Ferrol en noche de ronda” al abordar el origen de las rondallas escribe: […] ”Paralelamente a las sociedades de recreo Tertulia de Confianza -hoy Casino Ferrolano- y la ya citada Liceo de Artesanos, se iban formando grupos de amigos que, preferentemente, se reunían en barberías - donde no faltaba una guitarra colgada de la pared- en las que se entonaban letras con músicas populares. Los grupos que se congregaban en los citados establecimientos iban a tener ocasión de mostrar el resultado de aquellas horas ensayando las canciones, agrupándose en rondallas para ofrecer sus cantos a las mujeres amadas y -posiblemente- sin proponérselo entonces, dar origen a una de las representaciones corales de mayor aceptación popular en Ferrol; La Noche de las Pepitas”. […] Estamos en las últimas décadas del siglo XIX y los incipientes cantores e instrumentistas eran en su mayoría trabajadores de la construcción naval. En ese tiempo el nombre de Josefa estaba bastante extendido entre las familias y novias de aquellos. Sin lugar a duda, alguien relacionado con el movimiento musical propuso rondar y entonar la serenata en la tarde-noche anterior al festivo para descansar y volver al trabajo al día siguiente”. Ahí queda el peculiar relato del origen de la Noche de las Pepitas, según De los Ríos.

Matiz importante

Hay un matiz importante que abordar a la hora de tratar el origen de la ronda, que extraigo de periódicos antiguos y que recojo en un artículo publicado en mi blog “deferrolparaelmundo.blogspot.com” “Acotaciones de un ferrolés”: […]  Si revisamos periódicos de antaño y hablo de la tan citada última década del siglo XIX, las crónicas señalan que "varias murgas recorrieron anoche la población hasta hora bastante avanzada obsequiando a los Pepes y Pepas que están hoy de días" (El Correo Gallego año 1887). Es importante el matiz.  A la sazón, los agasajos se repartían por igual.

Este artículo fue publicado en el suplemento Nordesía de Diario de Ferrol el 09-03-2025

 

 

 


jueves, 6 de marzo de 2025

Club Recreativo, solo para bailes de disfraces

 

Ahora que estamos en tiempo de carnaval, de culto al dios Momo, en mis cotidianos paseos por el siempre interesante cosmos de la prensa antigua hallé una entidad que despertó mi curiosidad. Se trata del llamado “Club Recreativo”, que no me sonaba. Todo me moviliza, me llama la atención, pero si la cosa va de sociedades culturales, el asunto añade un plus.

En mi afanosa investigación, tardé bastante tiempo en conocer a qué intereses respondía porque la narrativa cronológica me llevaba siempre adelante, exponiendo las actividades que año tras año, sólo por carnaval, el citado club desenvolvía, mientras que el periodista que suscribe trataba de ir a los pilares fundacionales para conocer razones y objetivos.

Ya dije que esta sociedad entraba en funcionamiento en los primeros meses del año, de cara a las actividades propias de la época de las carnestolendas y luego se eclipsaba hasta el año siguiente. Pero, ojo, que, finalmente, vi que duró desde el año 1910 hasta que se desató la sublevación de los militares en el 36 y a partir de ahí solo aparece en las efemérides.

Gran agitador cultural

Logré, naturalmente, saber a qué obedecía aquel “Club Recreativo”, gran agitador cultural de los bailes de disfraces, actividades que cosechaban buenos titulares en la prensa local y constituían una prueba de fuego para el cronista que había de elaborar el relato a base de manejar con machacona insistencia la hipérbole, el ditirambo, la lisonja literaria con el fin de reunir los más concurridos aforos, siempre utilizando el mejor, el gran coliseo ferrolano, el teatro Jofre.

No podía ser de otra manera. Obedecía a objetivos altruistas. Las recaudaciones iban directamente a los pobres enfermos que se canalizaban a través del Hospital de Caridad cuando dicha institución estaba vinculada a la gestión del teatro Jofre.

El 14 de noviembre de 1910, El Correo Gallego, periódico local, titulaba “Nueva sociedad de bailes para el teatro Jofre”. En esta columna informativa señalaba que se había registrado una reunión de “crecido” número de conocidas personas “para dar forma a la plausible idea de organizar una colectividad que celebrará magníficos festivales, incluso bailes, cuyos productos se destinarán al Hospital de Caridad para los fines benéficos del Santo Asilo”. Agrega la nota que la idea halló una favorable acogida, nombrándose ya, por aclamación, la primera junta directiva, que formó de la siguiente manera:

Aniceto Cortés, presidente

Presidente, Aniceto Cortés; vicepresidente, Pascual Rey; contador, Pablo Rodríguez; vicecontador, Ricardo Nores; depositario, Fernando Fernández; vicedepositario, Alfonso Piñón; secretario, Manuel Naya; vicesecretario, Manuel Martín y vocales: Emilio Jordán, Dionisio Larraya, Herbet Aihinssn, Alec Sweny, Luis Castro, Manuel Díaz, Juan Cervera, Emilio Otero, Manuel F. Barreiro, Francisco Rodríguez, Manuel Leira, Miguel Fernández, Rafael Álvarez, Eduardo Roibás, Bernardino Edreira, Vicente Álvarez y Alejandro Rodríguez.

Por la composición tanto en número como de personas es fácil deducir que se trataba de una directiva muy representativa de diversos estamentos ciudadanos. En los días siguientes, ante posibles habladurías, fue necesario recalcar que ninguna de las personas que formaban la directiva del Club Recreativo pertenecían a otras sociedades de bailes. “El club no persigue idea alguna de lucro personal, ni más fin que el altruista y generoso de aumentar el caudal de los pobres enfermos”.

En lo sucesivo, las crónicas de ambiente auguraban un gran éxito, como así fue, del primer festival que se llegó a celebrar coincidiendo con el fin de año, el 31 de diciembre de 1910. En adelante y hasta el año 1936, el Club Recreativo hacía acto de presencia en la prensa local para organizar distinguidos bailes de disfraces con magníficos premios. Siempre tirando de buenas formaciones musicales para amenizar las veladas, incluso llegando a contar en un par de ocasiones con la tuna compostelana.

De entre toda la literatura periodística, destacamos el alarde de El Correo Gallego, el 26 de febrero de 1928, con el que ilustramos esta colaboración.

¿Por qué la relación del club recreativo con el Hospital de Caridad?

Las penurias de la hacienda pública repercutían en la financiación del Hospital de Caridad, puesto que en el año 1859 el Estado se incautó de todas las fincas propiedad del establecimiento, entregando a cambio deuda pública. El cobro de los intereses de esta deuda fue muy problemático, recurriendo el hospital a la intercesión de ferrolanos establecidos en Madrid. Así, gracias a la intervención del ministro de Marina, se consigue el cobro de parte de los intereses.

La rifa del cerdo

A partir de 1872, el Gobierno de la nación ordena la suspensión del pago de intereses de la deuda pública. Se mantienen durante este período las acciones populares que ayudan a la financiación, como son la celebración de los bailes de carnaval y la rifa del cerdo de San Martín en los salones del hospital, acciones que se encadenan con las del Club Recreativo.

Por cierto, aunque hoy parezca curioso lo de la rifa de un cerdo, no lo era en aquellas fechas. De hecho, en la prensa de la época, encontramos esta actividad organizada con fines recaudatorios en beneficio de entidades religiosas, asilos de la beneficencia, ejército en tiempos de guerra, soldados heridos o enfermos que regresaban de Cuba, etc.

Casualmente, vemos como al final del relato confluyen disfraces y cerdo, tan presentes ambos fenómenos en las costumbres y tradiciones de estas fechas.

Este artículo fue publicado en Nordesía, suplemento dominical de Diario de Ferrol, con fecha 02-03-2025

 

 

 

lunes, 24 de febrero de 2025

En el 78 aniversario de la colisión de la lancha de Mugardos con el destructor Sánchez Barcaiztegui

 


El viernes próximo, día 28, se cumplirá el 78 aniversario del accidente considerado de mayor gravedad ocurrido nunca en el área de pasaje marítima de la ría de Ferrol, al colisionar la lancha de Mugardos “La General” (Generalísimo Franco), (foto de arriba) propiedad de Jerónimo Vila, con el destructor de la Armada Sánchez Barcaiztegui (foto inferior). El resultado fue de trece muertos y varios heridos.

La tragedia ocurrió en el servicio que la citada lancha hacía al mediodía en el sentido Ferrol-Mugardos. El cantautor y escritor, natural de dicha villa, Xoán Rubia describió con todo detalle lo ocurrido en la revista número 15 de FerrolAnálisis, que edita el Club de Prensa de Ferrol:

“O destrutor Sánchez Barcaiztegui xa tomaba a canle do rumbo a fóra da ría, coa tripulación no seus postos a piques de iniciar unha xornada de prácticas. Nito e Manuel Lourenzo mantiñan na ponte da lancha unha distendida conversa cando se escoitou unha voz que quixo alertar da proximidade do destrutor […] Dende o barco, os mariñeiros de proa berraban tratando de chamar a atención, pero non houbo tempo para máis e a proa afiada do destrutor bateu contra o costado de babor da lancha, penetrando nela coma un estilete. O impacto foi terrible e a lancha escorou bruscamente a estribor […] deixando na banda de babor un tremendo buraco polo que a auga penetraba a borborotos facendo que esta se afundira en poucos minutos, ó tempo de deixar a pasaxe abandonada á súa sorte”.

El Correo Gallego, el 1 de marzo relataba que la noticia había causado la general alarma acudiendo al muelle de Curuxeiras numeroso público para tener noticias de familiares y amigos que viajaban a bordo de “La General”. Al lugar del suceso acudieron los remolcadores de Marina, así como numerosas lanchas y otras embarcaciones que se hallaban en la bahía. También salieron del Arsenal otros servicios para prestar auxilio, así como los buzos de la Armada. Desde el Sánchez Barcaiztegui se prestó auxilio a los náufragos, trabajando denodadamente para recoger el mayor número de ellos.

En el lugar del suceso, inmediatamente se personó el comandante de Marina de este puerto, capitán de fragata Aquiles Vial de Leste que dictó las medidas oportunas para salvar el mayor número posible de náufragos.

A medida que transcurría la tarde aumentaban los comentarios, pero no había nada concreto respecto al número de víctimas, pues mientras unas personas decían que la lancha iba atestada, otras aseguraban en el muelle que no pasaban los tripulantes de 50. Desde luego, la impresión era grande, porque precisamente esta lancha de mugardos de las 14:00 horas de la tarde acostumbraba a llevar de regreso a todas las pescaderas que vienen al mercado de Ferrol, así como a las familias de los obreros que aquí trabajan, a los que les traen la comida, así como a a los alumnos que vienen a estudiar a Ferrol.

Por este motivo, se creía que en esa lancha iría toda esta clase de personas y la ansiedad por conocer su suerte era, como es natural, tremenda. La mayoría de los viajeros de la lancha eran, desde luego, de Mugardos.

“Nosotros -afirma el cronista de El Correo Gallego-hemos estado también y hemos podido interrogar a algunos de los supervivientes, los cuales muy impresionados, nos decían que no era posible asegurar el número de personas que había a bordo, así como tampoco el de víctimas”. A la enfermería del Arsenal fueron llevados a algunos heridos y cadáveres.

Al transcurrir del tiempo, las informaciones se sucedían y, lamentablemente, el número de víctimas mortales iba creciendo.

La nota oficial

No faltó la nota oficial del Estado Mayor del Departamento que decía lo siguiente: “En la tarde de hoy a las 14:15 horas en la colisión habida entre el destructor Sánchez Barcaiztegui y la lancha que hace el servicio de este puerto a Mugardos, que transporta aproximadamente unas 50 personas, se hundió rápidamente.  

Van recogidos seis cadáveres sin que pueda precisarse el número de desaparecidos, pues los supervivientes fueron trasladados a Mugardos y a esta ciudad por las embarcaciones de los distintos buques que inmediatamente acudieron al lugar del accidente. Las autoridades de Marina proceden a instruir las oportunas diligencias”. Durante las últimas horas de la tarde, primeras de la noche, continuó la gente en los muelles en espera de noticias del siniestro, mientras los buzos continuaban trabajando para recuperar más cadáveres.


El destructor Sánchez Barcaiztegui había salido de su fondeadero del Arsenal para hacer el viaje de práctica semanal con alumnos de la Escuela de Mecánicos. Es obvio señalar que el suceso causó una impresión grandísima también en todo Ferrol.

El Correo Gallego del día 3 de marzo informaba de nuevos detalles del dramático percance. Así por ejemplo que la lancha se hundió en tres minutos, desapareciendo totalmente bajo las aguas. El accidente ocurrió en el lugar conocido por Cabo Leiras, a la entrada de Mugardos. Un bar de la Real Villa fue requisado por orden de la autoridad y en él se estableció una especie de clínica de urgencia con servicio de médicos, practicantes y farmacéuticos que se emplearon con gran intensidad.

La Guardia Civil del puesto montó un servicio especial y lo mismo hizo el celador del puerto mugardés. Como no podía ser de otra manera, se activó la solidaridad vecinal de modo que en varias casas particulares próximas al muelle se organizaron servicios para auxiliar a los náufragos. La lancha siniestrada fue recuperada por las grúas y llevada a remolque hasta la dársena del Arsenal.

La relación de víctimas

Esta fue la relación de víctimas dada a conocer: María Casteleiro Rebón, de 55 años, viuda, vecina de Mugardos; Teresa Cancela Pereira, viuda de 35 años; Aurora Ruso González, que vivía nos Casás (Mugardos); Julia López Álvarez, de 47 años, casada, de Mugardos; su hermana Adela López Álvarez, de 41 años, casada, de Mugardos; Teresa González Ferrer, de 63 años, viuda, natural de Mugardos; Teresa Troche Yáñez, de 62 años, casada, de Mugardos; Emilia Pintos de Jesús, portuguesa, de 55 años, viuda, que vivía en A Redonda (Mugardos); Mercedes Romero Quintillán , de dos años, también de Mugardos y Teresa Maceiras Cantos, de 68 años, viuda, vecina de Ares. Los inicialmente desaparecidos Josefa Díaz, Os Casás, Mugardos, Avelina Doménech Cudilleiro, de 45 años, casada, vecina de Mugardos y Fernando Rivas Catoira, natural de A Coruña y vecino de Ferrol, casado, 40 años, se añadieron a la lista de los fallecidos. Como puede apreciarse, todas las víctimas, salvo un caso, eran mujeres.

El patrón de la lancha siniestrada se llamaba Juan Fernández, conocido por Nito, el fogonero Juan Rey Casal y el proel Aniceto Sixto. Los tres sobrevivieron a la catástrofe.

El Ayuntamiento de Mugardos acordó hacer constar en acta el sentimiento de la corporación, ondeando la bandera a media asta como señal de duelo y en algunos balcones de la ciudad se colocaron colgaduras de luto.

En Mugardos se han recibido numerosos testimonios de pésame, habiendo llegado también de La Coruña el gobernador civil de la provincia, que expresó su pésame a las familias de las víctimas. La asociación de Artes y Música de la Constructora que había organizado una fiesta, la suspendió en señal de duelo.

De Madrid llegaría también el delegado de Industria y Comercio con objeto de hacer efectivas ayudas a los familiares de las víctimas.

El entierro de los fallecidos constituyó una imponente manifestación de duelo, con asistencia de autoridades civiles y militares.

 Este artículo fue publicado en el Nordesía/Diario de Ferrol, 23-02-2025

martes, 18 de febrero de 2025

Ángel Boado, lejos de la memoria colectiva

En no pocas ocasiones, el castigo que han de sufrir los grandes humildes, los (las) que no van por la vida pagados de su vanidad, es que la historia los ha de eclipsar injustamente. Eso parece haberle ocurrido al personaje del que hoy nos ocupamos, al que, lamentablemente, hacemos lejos de la memoria colectiva.

El 23 de julio de 1905 fallecía Ángel Boado y Montes, un genio de la pintura y significado marino, héroe de la guerra de Cuba, nacido en Ferrol el 27 de octubre de 1855. “Solo aquella sangrienta página de nuestra moderna historia conturbó el sosiego de amante familia y allí el militar pundonoroso cumplió con los deberes que la patria le imponía, sufriendo también la aciaga suerte de la derrota. Se inició entonces la terrible dolencia que le arrebata de entre nosotros”

De esta manera iniciaba El Correo Gallego un emotivo obituario, al día siguiente de su muerte, subrayando que para Ferrol y para Galicia, la muerte de Ángel Boado era “desgracia inmensa porque nos priva de un amigo excelente, de un artista meritísimo y genial, de excepcionales dotes, honra de la patria que le vio nacer”.

Agrega el cronista que “si Ángel Boado sintiera el acicate de la notoriedad, si su modestia excesiva no hubiera sido siempre obstáculo, para él infranqueable, su nombre perduraría, figurando cual se merece entre los dibujantes españoles de mayor habilidad e ingenio”.

De la referencia en prensa se deduce que estamos ante un artista dotado de un temperamento equilibrado y sano, erudito y correcto, destacándose por su gusto intachable. “Fiel observador de la realidad, sagaz en sus atisbos, certero y claro en la expresión del rasgo, hallaba siempre para sus intencionadas y saladísimas caricaturas, la nota justa, cómica o picaresca, sin exageraciones ampulosas”.

El Correo Gallego da fe recordando haber contado en sus páginas con “la estimadísima y asidua colaboración de Ángel Boado, desde el año 1883, en que ilustró la no terminada historia de Ferrol de Vitorino Novo con una hermosa portada, editada al cromo, y las artísticas cabezas de capítulo constituidas por alegóricos y militares atributos de afortunado acierto en la composición y factura”.

Además, se cuenta que no ha habido en Ferrol festejo en el que no se solicitara con empeño el concurso de Ángel Boado, que cooperó siempre al éxito brillante con su fecunda inventiva e inagotable ingenio.

Y así, queriendo huir de la exhibición, del elogio, del aplauso, sintiendo horror no fingido por los plácemes que en la prensa y en los círculos se le tributaban, estimando excesivo lo que era justo y encerrado en su modestia, se captó las simpatías o las amistades de todos los que le trataban y el cariño profundo de sus íntimos. “Porque estos jamás han de olvidar aquel corazón noble y leal, el trato franco y caballeroso, la sensibilidad exquisita y la sinceridad sin artificio alguno que le adornaban”.

Al año de fallecer, Ángel Boado y Montes fue objeto de una conferencia impartida en el Ateneo por el socio, también militar, Luis Mesía, quien reforzó su palabra con citas de expertos:

“Yo creo firmemente que si Boado se hubiese dedicado exclusivamente a la pintura y hubiese producido sus obras en otro medio, habría alcanzado tal renombre que sus apuntes y dibujos que hoy guardan con cariño los que fueron sus amigos, se cotizarían como joyas de inestimable valor”.

El conferenciante hizo también alusión a la Peña Artística periódico manuscrito, ilustrado por varios aficionados y en el que a primera vista se destacaban vigorosamente las caricaturas de Boado. Quienes en Ferrol han contemplado el periódico (cuyo número único que se publicaba en la extinta sociedad la Peña era solicitado para leerlo y, sobre todo, para mirar los trabajos de Boado, no tan solo por la inmensa mayoría de los socios, sino también por muchas familias ajenas a la sociedad) no encontraban frases con que alabar la belleza y perfección de los trabajos”.

Refiriéndose a su perfil de militar, Mesía puso de relieve la caballerosidad y dignidad extremada de Boado, a quien los médicos habían pronosticado que el clima de Cuba sería fatal a su salud y que eso, no obstante, partió a la guerra a bordo del Oquendo, en el que asistió a la hecatombe de Santiago de Cuba, siendo uno de los últimos en abandonar el buque y viéndose en inminente peligro de perecer porque no sabía nadar.

Dijo también el conferenciante que el afán de oscurecerse era el mayor y único defecto que le conocía, “y su extremada modestia ha sido causa de que el arte haya perdido obras meritísimas y que sus amigos no conserven mayor número de recuerdos, pues destruía o inutilizaba, por considerarla sin valor alguno, la mayor parte de su producción. Nada suyo encontraba bueno, nunca firmaba sus obras como no fuesen en absoluto originales. Los elogios le molestaban y era tan enemigo de la exhibición que, si él pudiese prever que después de su muerte yo habría de alabarlo, me hubiera prevenido y rogado que no lo hiciera”.

Con motivo de esta conferencia, el Ateneo ferrolano acogió una exposición de la obra de Ángel Boado.

“Guardaba las excelencias de un maestro”

Por su parte, Norberto Piñeiro para el Almanaque de Ferrol de 1907 escribió: “Ángel Boado poseía las especiales cualidades de un buen pintor. Todos debieran ser como él, puros, geniales, espontáneos. […] Guardaba en sí las excelentes condiciones de un maestro. […] Tenía una sagacidad visual capaz de retener por mucho tiempo los detalles y pormenores de todo cuanto observaba. Llevaba el compás en los ojos, como pedía Miguel Ángel, en la firmeza y vigor de los contornos. Acusaba una rara facilidad al precisar la línea en todas sus inflexiones, sin notarse en los perfiles la más ligera indecisión. […] Daba a sus figuras una gracia y encanto particulares. Trazándolas siempre en expresiva y característica postura, era una de las manifestaciones más propensas a sentir la belleza. […] El lápiz, la pluma y la acuarela bastaban para fijar sus impresiones. Muy raras veces usaba la paleta, era un improvisador feliz de rápida ejecución y escogía los procedimientos menos engorrosos. […] Si fuera posible dar a conocer todos los dibujos ejecutados por Ángel Boado, repartidos y estimadísimos hoy entre sus deudos y amigos, mi juicio se honraría con la expresión del unánime asentimiento. […] La portada de la historia de Ferrol, que empezó a publicarse en 1883 es una alegoría de gran expresión y sentimiento. Una matrona envuelta en amplio y flotante ropaje dirige sus escrutadoras miradas hacia la costa, donde se levanta un torreón Sur, montado de luminoso fanal, el emblema de la ciudad. A sus pies, sobre densas nubes, el tiempo y la verdad. La rueda alada y la antorcha encendida disipan las tinieblas que rodean el grupo. El asunto está tratado admirablemente inspirado en las fantásticas creaciones de Gustavo Doré. Muchos dibujos y viñetas ostentan la misma obra en el comienzo de varios capítulos ejecutados también por Boado con el delicado gusto y corrección. Los editores hubieran hallado en él un excelente ilustrador. […] cuando en el terreno satírico lució también su habilidad con notables caricaturas, aunque no debieran llamarse así, porque son más bien retratos festivos exentos de malicia”.

Finalmente, refiriéndose a su trayectoria como marino, Norberto Piñeiro relata que en una de las torres del Oquendo asistió al combate naval de Santiago de Cuba. “Su espíritu, sus ideas, su delicado organismo, hondamente agitado por escenas de desolación y de muerte, recibieron allí una fuerte impresión. Buscó luego en las costas levantinas alivio a su profundo malestar. Inútil recurso, pues aumentaron con los nuevos horizontes su viva imaginación y su sentimiento artístico, pero disminuyeron visiblemente sus decaídas fuerzas”.

Este artículo fue publicado en el suplemento Nordesía/Diario de Ferrol, 16-02-2025

martes, 11 de febrero de 2025

O gran mitin galeguista de 1917

 


O martes día 11 cumprirase o 108 aniversario dun encontro preparatorio da fundación das Irmandades da Fala que reuniu a esgrevios coruñeses e ferroláns, celebrado na segunda das cidades. Estamos no ano 1917 cando agromaba a sensibilidade galeguista e as arelas de sacarse de enriba o sambenito dunha Galicia aldraxada e dun perfil de home (xenérico) galego, que era considerado como o “máis aldraxante e ruín”, segundo salientaba un manifesto elaborado polos Irmáns ferroláns chamando a participación.

“Ferrolás, axudaremos a erguer nosa Galicia, hoxe po-lo chao en mans de quenes convirtírona en osos n-os que veñen roendo fai tempo cás cativos que temos de facer que fuxan para sempre e deixen a nosa nai coidada pol-os seus máis enxebres, bos e intelixentes fillos”.

Da Coruña viñeron a Ferrol: Faraldo, Carballal, Couceiro, Tettamancy, Rodríguez González, Somoza, Freire, Parga, Mariñas, Lugrís, Antón Villar Ponte, Castro, Serrano, Chao e Noguerol.

En Ferrol agardaban Toxos e Froles, co seu presidente C. Vaello, Airiños da miña terra, co seu director Seoane Pampín, o notable pintor Camilo Díaz, o musicólogo Arana (Pizzicatto), o poeta Emiliano Balás, os autores cómicos Charlon-Hermida, o xornalista Pedro Fraga de Porto, o mestre García Niebla, etc, etc.

Ferroláns e coruñeses dirixironse  polas rúas Galiano e Real ao Salón Amboage, onde ía ter lugar o mitin, que introduxo Euxenio Charlón, dando paso a Ricardo Carballal do que dixo que era un mestre de primeiro enxeño, escritor intelixente e galego exemplar. Tivo palabras tamén para os outros conferenciantes: “Escoitemos atentos [...] a estes novos apóstoles da nosa raza, dispostos hasta o sacrificio, se é menester, polo rexurdimento dunha nova xeneración que sexa merecente de figurar na segunda época da nobre Historia de Galicia”.

Antón Villar Ponte

Imos seguir preferentemente o discurso de Antón Villar Ponte, que, favorecendo o traballo do cronista de A Nosa Terra, estaba integramente escrito e do que sacamos aqueles fragmentos que nos pareceron máis interesantes.

[...] Nin aprausos nin gabanzas pois non veño a engaiolar vosos ouvidos con verbas bonitas que desprecio [...] senon a procurar chantar no voso miolo as flechas dun novo evanxelio de libertá [...] ¡Fora o cruñesismo, o viguismo, o ferrolanismo! Fora todos estes ismos fratricidas que esnaquizan a nosa Terra facendo imposible, coma outros tantos reinos de taifa, a reconquista da alma rexional.

[...] Fixadevos no que hoxe é Galicia: unhas cantas cidades e vilas cheas de señoritos desertores do traballo, chulos de credenciais, zánganos do trobo da colmea centralista, sen alma e sen fe [...] e por outro lado unha Galicia rural, unha Galicia traballadora que é toda Galicia pro caso, xa que representa máis da sexta parte da nosa poboación, que está inédita pra cibdadanía que vexeta estambullida ó marxe das leises, esquencida de todos.

[...] Hay que facer da Galicia de señoritos andróxinos, piollos da nosa decadencia [...] unha Galicia de labregos [...] Hay que facer de Galicia unha rexión europea”.

Villar Ponte continúa a súa oratoria reclamando unha política inédita, “feita por primeira vez en gallego”  traendo ao paso unha mención especial ao ferrolán Rodrigo Sanz “un gran gallego, que fala e pensa en gallego [...] traballando sen trégolas pol-os intereses outos de Ferrol e de Galicia”.

O orador fai ao longo da súa alocución (textos que respectamos no sentido literal) unha gran defensa da nosa lingua na crenza de que facer país pasa por “falar e esquirbir en gallego”. ¿Qué poderá ser Galicia s’arrenega da sua alma que é a sua lingua, donada por Dios, xenerada nos seos misteirosos da raza, recibida por nos en herdo dos nosos pais, dos nosos abós, do nosos dinantepasados”.

Máis adiante enfronta a Galicia labrega coa Galicia industrial. “¿Queredes unha Galicia comercial e industrial? ¿É isa a vosa aspiración? A nos non nos abonda isto pra vivire. E isto sería Galicia, cando máis fose -entendédeo ben- unha fautoría, pior aínda: unha chea de fautorías esporádicas, se perdera sentimento y-o pensamento que latexan na sua lingua. [...] Nos queremos darlle a Galicia a lingua con todo o que a lingua representa pra que a Galicia andróxina e siñoriteira volva pol-o seu [...] porque pobo que recobra a sua lingua recobrase a sí mesmo”.

[...] Chamadenos  soñadores, si queredes, pro o noso soño é un soño de redención que busca o querer pubrico pra impoñelo ó poder púbrico, soño grande pol-o que nos fariamos mártires, pol-o que dariamol-o sangue das nosas veas”.

Manuel Lugris

Segundo o cronista deste mitin, Manuel Lugrís tivo un discurso “fermosísimo, que electrizou ós aouvintes. Lugrís, orador quente, de corpo enteiro, mestre na propaganda dos mitins”.

Pola súa parte, o conferenciante dedicou unha pasaxe a Ferrol, lembrando a revolta cibdadana de Patiño. Falou “d’aquela ridente vila onde hai baluartes do enxebrismo, exemprares pro resto da rexión” e citou ao Toxos e Froles e Airiños da miña terra. Seguindo da man do cronista de A Nosa Terra, Lugris fixo un estudio filolóxico do noso idioma e falou de linguas libres e escravas. Ridiculizou aos “siñoritos que se rin dos “Amigos da Fala” e rematou salientando que o rexionalismo era o camiño da paz e da liberdade. Ao final cantáronse os himnos de Pondal e Brañas.

O trato do xornal local

O acontecemento tivo escasa repercursión mediática. Á marxe do trato que lle deu ao encontro das Irmandades da Fala a publicación A Nosa Terra, xeneroso en espazo e datos, como non podía ser doutra maneira, o único xornal local El Correo Gallego dedicoulle unha nota a unha columna na primeira páxina, co seguinte texto:

El domingo se celebró en el salón Amboage, con regular concurrencia, el anunciado mitin regionalista. Nuestro convecino, el señor Charlón presentó a los oradores que fueron los señores Carballal, Villar Ponte y Luis Freire, cuyos discursos versaron acerca de los temas ya conocidos. Hubo su miaja de propaganda electoral sin consecuencias. Toxos e Froles cantó los himnos gallegos de Brañas y Pondal. Y terminó, después de esto, el acto, que resultó muy ordenado.”

Constitución de Irmandades de Ferrol

Engadiremos que Ferrol foi unha das primeiras cidades nas que afincou o movemento das Irmandades da Fala, contando cun importante respaldo social e apoio de persoas vinculadas á entidades tales como o Toxos e Froles e a rondalla Airiños da miña terra, e, en xeral,  comprendendo a persoas de moi variada condición social e ideoloxía política, pero baixo o denominador común do amor a Galicia, a defensa da súa cultura e o compromiso de propagar a lingua galega.

O histórico feito tivo lugar o 15 de abril do citado ano no curso dunha xuntanza celebrada na sede de Airiños e o consello local de Irmandades quedou constituido da seguinte forma: primeiro conselleiro, o médico Xaime Quintanilla Martínez; segundo, o profesor García Niebla, como secretario o autor teatral Euxenio Charlón Arias e tesoreiro o médico Francisco Cabo Pastor.

 (Este artigo foi publicado no supl. Nordesía/Diario de Ferrol, 09.02.2025)