El próximo sábado, (29 de marzo de 2025), hará 130 años que nació la maestra e inventora Ángela Ruiz Robles, ferrolana de adopción y devoción. Tal es así que quiso enterrarse en Serantes, deceso ocurrido en el año 1975. Amaba la naturaleza, pero, sobre todo, dicen sus hijas, necesitaba el mar.
La maestra e
inventora había nacido en Villamarín (León) y tras aprobar la oposición al
magisterio fue destinada a Santa Uxía de Mandiá. Ejerció la docencia, además de
la parroquia citada, en el Hospicio Municipal y en el grupo escolar Ibáñez
Martín. Sin abandonar este capítulo, reseñaré, asimismo, que Ángela Ruiz Robles
llegó a fundar la academia “Elmaca” que respondía a las iniciales de los
nombres de sus tres hijas, Elena, Elvira y María del Carmen. Este colegio fue
pensado para jóvenes que quedaron sin trabajo tras la contienda civil. Vivió
una monarquía, dos dictaduras, una república y una guerra civil.
Como datos
puramente curiosos, señalaré que en sus primeros años en Mandiá fue amonestada
por el alcalde por montar a caballo, postura que era considerada indecorosa
para una mujer. Por otro lado, en el 1936 fue objeto de un expediente de
depuración por haber firmado una suscripción de 0,50 céntimos para ayuda de maestros
presos en la revolución del 34 en Asturias, expediente que luego fue anulado.
Entre sus
inventos principales -empezó con un procedimiento taquigráfico- está el libro
mecánico, el atlas gramatical y nuevo método taquigráfico. Escribió dieciséis
obras, siempre orientadas al objeto de su profesión, la enseñanza.
No abundaré
en el aspecto biográfico, resumido con anterioridad y generosamente tratado y
circulado a través de documentos de todo tipo, incluidos los audiovisuales con
entrevistas y reportajes. Por si ello fuera poco, los ministerios de Economía y
Competitividad y Educación, Cultura y Deporte editaron en 2013 el libro “Ángela
Ruíz Robles y la invención del libro mecánico”.
De modo que, para la ocasión, a tenor de la
próxima efeméride, se me ocurrió sumarla al espacio de las “Curiosidades
Ferrolanas”, afrontando su trayectoria en esta comarca a través de los
periódicos de la época, para detenerme en los años que marcan los hitos
principales de su trayectoria en los campos de la docencia y, mayormente, de la
inventiva.
Actuación
del vecindario de Mandiá
Una década
después de haber tomado posesión, estaríamos en el año 1929, los vecinos de la
parroquia de Santa Eugenia de Mandiá hacían pública una instancia colectiva a
las autoridades provinciales del Magisterio, enalteciendo los relevantes
méritos de la “docta profesora nacional doña Ángela Ruiz Robles, que, en los 10
años que lleva al frente de la enseñanza, contribuyó eficazmente a la cultura
del pueblo”. El relato publicado en el diario local sigue: “La actuación de
dicha maestra se extiende a los hogares que visitó con frecuencia después de
las horas de clase y pone lecciones a domicilio desinteresadamente sin percibir
remuneración. Hoy, gracias a sus desvelos, los jóvenes de esta localidad tienen
sólida instrucción y educación esmerada”.
Andando el
tiempo -las cosas de palacio van despacio- como unos treinta años más tarde, El
25 de agosto de 1948, El Correo Gallego recogía la noticia: Doña Ángela Ruiz
Robles, maestra nacional, Condecorada con la Cruz de Alfonso X el Sabio. Estaba
destinada, entonces, en el Hospicio Municipal. El galardón obedecía a una Orden
del Ministerio de Educación Nacional. “Con tan preciada distinción, se premian
los servicios que a la cultura nacional lleva prestados la señora Ruiz Robles,
en la que concurren méritos y circunstancias tan extraordinarias que la han
hecho acreedora a tan señalada recompensa”.
A raíz de esta condecoración, se abre una
suscripción con el fin de regalarle las insignias de la citada Cruz entre el Magisterio
Nacional y las entidades y personas que con sus peticiones han contribuido a la
concesión de tan alta recompensa.
En diciembre
de 1949, ya metida en la piel de inventora, pasa unos días en Madrid para
obtener la patente de un nuevo ingenio, el del procedimiento mecánico eléctrico
y a presión de aire para lectura de libros. La patente lleva fecha de 16 de
diciembre actual y está otorgada por el registro de la propiedad industrial.
Con ello, Ángela Ruiz Robles podrá dedicarse a la fabricación de libros
totalmente distintos de los actuales, los cuales, accionados mecánica o
eléctricamente o presión de aire, podrán lanzar fuera de su formato las páginas
que traten sobre el tema que se pretenda estudiar. En una entrevista
manifestaba que había recibido proposiciones de Washington para explotar la
patente de sus inventos en Estados Unidos y en otras naciones.
La
imposición de las insignias
Corría el 20 de junio de 1950, cuando los medios de comunicación de la época daban cuenta de la imposición de las insignias de la Cruz de Alfonso X el Sabio a la maestra nacional Ruíz Robles. El acto se celebró en el Ayuntamiento de Ferrol. Las crónicas hablan de la gran relevancia y asistencia de las primeras autoridades, con el acalde Alcántara Rocafort a la cabeza, así como representaciones del magisterio local y otros numerosos invitados que con la corporación municipal llenaban el amplio salón. El alcalde hizo uso de la palabra en términos encomiásticos y dio lectura a la orden de concesión de la apreciada Cruz de Alfonso X el Sabio, entregando las insignias el director del Instituto de Enseñanza Media, Don Joaquín García Álvarez, quien ostentaba la representación del ministro de Educación Nacional y la del rector de la Universidad de Santiago. Obviamente, Ruíz Robles fue objeto de encendidos elogios y esta dio las gracias muy emocionada.
Huelga
señalar que Ángela Ruiz Robles estaba muy solicitada para las entrevistas. El Correo Gallego de 22 de junio de 1950,
recogía un diálogo con el periodista Emilio Alcira. Preguntada por su sueldo, manifiesta
que gana algo más de 14.000 pesetas en la categoría mayor. Recuerda que en el
año 1927 hizo oposiciones restringidas a sueldo y saltó 3 o 4 categorías. Le
quedaban a esa altura 16 años de vida laboral por delante. Dice que su mayor
deseo siempre fue el evitar sacrificios a la juventud que estudia. “Por eso mis
inventos, de la gramática, mapas y otros trabajos. Yo estimo que los muchachos,
al salir de sus clases, deben marcharse a jugar y a seguir siendo niños”.
Agrega que
trabaja mucho y descansa poco. Subraya que sus compañeros han hecho todo lo
posible por ayudarle y les expresa su agradecimiento. Finalmente, precisa que su
mayor alegría en aquel momento era la de ser abuela.
El 25 de
abril de 1957, un columnista que firma como “Lora”, en la sección “Reflejos” de
la contraportada de El Correo Gallego, bajo el título “Una inventora” hace una
especie de balance de los éxitos de Ruíz Robles. Recuerda que los aparatos de
doña Ángela Ruiz Robles han sido seleccionados entre un millar, “por lo menos”,
para concurrir al sexto Salón Internacional de los Inventores de Bélgica. “Sucede
que allí, en Bruselas, se le concede a nuestra inventora una medalla de bronce”.
Y Ruiz
Robles sigue siendo noticia, en este caso al ser invitada (octubre de 1957) por
el comité organizador de la XVII Feria oficial y nacional de muestras de
Zaragoza. Para terminar, añadiré que, en la noche del 13 de noviembre de 1958,
quedó abierta al público en la capital (Madrid), la exposición del torneo
nacional de inventiva e Investigación y la crónica señala: “Entre los
participantes, dos mujeres, doña María del Pilar Magret Viñolas, que presenta
una máquina para fabricación de mosaicos de mármol y granito artificial y doña
Ángela Ruiz Robles que expone procedimientos pedagógicos mecánicos de indudable
ingenio”.
Este artículo fue publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol el 23-03-2025
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