En el
pórtico de la ermita de Chamorro hay o había una lápida ilegible (1881) que en
el primer renglón dice "31 de octubre de 1691", que podría pasar por
la fecha de su edificación si no fuera que Montero Aróstegui señaló en su Historia de Ferrol que ya en 1666 los
vecinos de Serantes acudieron al obispo de Mondoñedo pidiendo permiso para
fundar una cofradía a favor de aquel solitario santuario. Precisamente, en la
súplica aducían que había "largos tiempos" que concurrían muchas
gentes a visitar la imagen. Vemos, pues, que los orígenes del santuario de
Chamorro hay que ir a buscarlos mucho más atrás en el tiempo a 1666. Rodrigo
Sanz en el Anuario de 1903 baraja la
hipótesis del siglo XVI.
Cabe
añadir que en épocas de sequía o temporales que afectaban a las cosechas, las corporaciones,
acompañadas del clero, acudían a implorar la intercesión de la Virgen de
Chamorro, también conocida como Nosa Señora do Nordés. Así lo hizo la antigua
villa en 1628 y así lo volvió a ejecutar en el 1859, llevando la imagen el 22
de junio a la iglesia de San Julián, donde se celebró un novenario, sacándola,
con las demás imágenes, en la procesión del Corpus Christi, para devolverla el
3 de julio al santuario.
De la
imagen, el historiador ferrolano dice que es una escultura muy descuidada y
tosca, síntoma de su antigüedad. "No se le ven los brazos y parece que
sale de su pecho la imagen de Jesús. La cabeza está adornada con peluca y un
rostrillo de plata sobre el que luce una corona del mismo metal".
Por lo
que respecta al nombre, Montero
Aróstegui pregunta como Sarmiento si Chamorro provendrá de "Clamore"
o estarán más en lo cierto los historiadores que derivan el nombre de la virgen
del que ha llevado siempre el monte (que se alza 174 metros sobre el
nivel del mar) en que se asienta la iglesia. Hay otras teorías de menor
consistencia como la que reza que un
día un pescador, con el bote a punto de hundirse bajo el mar embravecido,
implora ayuda a la Virgen del Nordés y angustiado, exclama: "Xa
morro". La Virgen lo salva y desde entonces se denomina al lugar, la
ermita de Chamorro".
Lo que todos sabemos -escribe José Novo y García- es que en la fecha probable de su
construcción, Ferrol contaba menos de 400 vecinos y pertenecía al señorío de
Lemos.
En el
aspecto anecdótico, desde tiempo inmemorial los grafiteros han dejado su huella
y sus mensajes en las paredes de la capilla. José Novo y García escribió
"tengo para mi que esto debe ser complemento de la devoción...Los
franceses tendrían allí un álbum y harían pagar por escribir". Uno de los
grafitis, según un trabajo publicado en el Anuario de 1903, firmado por Rodrigo
Sanz, dice lo siguiente:
Si non veño a Chamorro
de mal de amores morro
eu veño ofrecido
pra que ela me cumpla.
o seu prometido.
Otra
inscripción muy curiosa dice:
Año de 1880.
A.R.J.C.
Una promesa cumplida
y en concluyendo, a comer.
Novo y
García señala con mucha gracia "no sé cuando, pero sé que en Chamorro se
armó la gorda; se armó de lo primero que hubo a mano y escribió en la pared":
No es pequeño sacrificio
el que una gorda aquí llegue;
agradézcalo la Virgen
si estas cosas agradece.
Tradicionalmente,
con tiempo favorable, los alrededores de la capilla se convertían y convierten,
aunque ahora menos, en un comedor campestre en donde numerosas pandillas de familias
y amigos confraternizaban degustando las típicas viandas: empanadas, tortillas,
ensaladilla rusa, bistés panados...todo ello regado de un buen vino guardado en
bota para la ocasión. Como no podía ser de otra manera, a las postres se
organizaban coros espontáneos que daban rienda suelta a sus eufóricos registros
acompañados de alguna guitarra, acordeón o gaita...y así hasta la hora del
regreso a casa al anochecer.
Obviamente,
desde primeras horas de la mañana se ofician misas para los devotos, con salida
de procesión solemne hasta una fuente que existe en las inmediaciones y retorno.
Los romeros acceden al santuario por dos itinerarios: por el lado orientado
hacia el sur, monte arriba (en algunos casos de rodillas, con enorme sacrificio
dado lo agreste de la zona) y por el lado norte en ascenso a pie por el
asfaltado partiendo de la carretera Ferrol-Covas. En las proximidades de la
capilla suelen asentarse puestos de venta de rosquillas y otros productos
artesanos así como exvotos, que
representan desde cabezas humanas hasta brazos, pechos y piernas, o velas para cumplir la promesa
alumbrando a la Virgen. La Policía Local suele articular un dispositivo
especial para regular el tráfico.
Otros datos: La carretera data de los años 50
Hasta principios de los años cincuenta del siglo pasado, el acceso a la ermita se hacía por un camino abrupto, pero en el verano de 1951, con motivo de las visitas que hacía el dictador Francisco Franco se inauguró la carretera que hoy conocemos. Así lo narraba El Correo Gallego:
Cierto
día de un mes del verano pasado -esto se escribe con fecha 2 febrero de 1952- una pequeña expedición automovilística penetró
en Ferrol por la Puerta Nueva, subió sin detenerse por la carretera que sale a
Serantes, tomó la cuesta que alcanza a Serantellos y por la nueva vía
abierta recientemente llegó y se detuvo ante la ermita de Nuestra Señora de Chamorro.
Pocas personas formaban la comitiva y menos la aguardaban. Bajaron del coche Su Excelencia el Generalísimo y su esposa, entraron en la Iglesia, oraron, salieron
a contemplar desde la altura el paisaje [...] Pocos instantes después, los
automóviles partían de nuevo para su lugar de procedencia. Así, de este modo
tan sencillo quedaba inaugurada con solemnidad extraordinaria, valga la
paradoja, la nueva carretera a Chamorro.
Estaciones del Vía Crucis
¿Y los
monolitos colocados sobre la cuesta? También de El Correo Gallego entresacamos:
Los primeros tienen grabados sobre tres de sus caras, uno de los misteriores del santo Rosario, tres inscripciones correspondientes a los gloriosos, gozosos y dolorosos.
Las estaciones llevan un número romano, el de orden, y una pequeña
placa dice a intención de quien fue construido.
Misterios
I, a intención de la Marina
II, a la de don Pablo Martín Alonso
III, a la del Ayuntamiento de El Ferrol del Caudillo
IV, a la de don Juan A. Suanzes
V, a la del Ejército.
Estaciones del Vía Crucis
II, a intención de la Marina española,
III, a la de la familia Vierna,
IV, a la de la familia Rivas,
V a la de don Ramón Díez de Rivera,
VI a la de la familia Sola,
VII a la de la familia Regalado,
VIII a la de Don Alfonso
Molina,
IX ,a la del Ayuntamiento de Puentedeume,
X, a la de la familia Nores,
XI, a la de la familia Moreno Aznar,
XII, a las de la parroquia de Serantes, Diputación Provincial y Falange Española Tradicionalista y de las Jons,
XIII, a la
de la familia Uriarte,
XIV a la de la familia García Amor.
Estos monumentos
fueron construidos en un proyecto del ingeniero don Francisco Dopico, a indicación de la comisión encargada de llevar a cabo esta obra. Buscó para
ello un estilo románico-gallego que entonase con el paisaje sobre el cual se
asientan y que realizó Don Manuel Barros, siguiendo para las letras y números
de las inscripciones, los dibujos de la época que trazó Don Gabino Rico, la
piedra de ahí el tono oscuro acorde con el color de la tierra circundante. ¿Es
la misma que desde sabe Dios cuántos años se encuentra en el monte?
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