Los Casinos de Clases se crearon en 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, con el fin de fomentar la cultura entre las clases de tropa. Los de oficiales, denominados Centros Culturales Militares, se crearon un poco más tarde, en 1937. En estos centros se impartían conferencias y se desarrollaban todo tipo de actividades como luego se verá.
Dependían directamente de los capitanes generales y eran
subvencionados por el Ministerio. Los socios, que debían abonar una cuota
mensual, eran los suboficiales y sargentos, y sus asimilados. Además, los
pertenecientes a la primera clase disponían de una habitación propia. Era
obligado asistir de uniforme y se impartían clases para reforzar la cultura de
sus miembros. Era común la presencia en los casinos de personalidades que
dictaban conferencias y charlas sobre temas que interesaban a los socios y allí
se debatían todo tipo de cuestiones sociales, ya fueran militares o no.
Durante la Segunda
República, una vez que se creó el Cuerpo de Suboficiales, los Casinos de Clases
fueron convertidos en Casinos de Suboficiales, y a partir de 1935, una vez que
los sargentos fueron incorporados al cuerpo, se les permitió la entrada de
manera oficial. A partir de entonces «se les prohibieron conversaciones y
discusiones sobre temas de carácter político y religioso, además de las que
pudieran suscitar desavenencias o antagonismos y relajación de la subordinación
o menoscabo de los fundamentos esenciales de la disciplina».
Jerónimo F. Naranjo en “La escala básica de suboficiales.
Un nuevo modelo para el Ejército de Tierra (1974-1989)” Tesis doctoral.
Ministerio de Defensa. Madrid, 2014, escribió:
“Acudían (a los Casinos de Clases) personalidades
políticas, militares e intelectuales y se alcanzaron cotas de libertad sin
precedentes entre los suboficiales, que nunca más se han vuelto a lograr.
Tenían una publicación propia, de gran éxito entre la intelectualidad, llamada
Vida Militar. En esta publicación escribían, sobre todo, los miembros de la
segunda clase hasta que en 1931 se creó el Cuerpo de Suboficiales. A partir de
entonces continuaron éstos como responsables”.
¿Cómo se traducía esto en Ferrol? La prensa local informaba
en 31 de marzo de 1925, al poco de autorizarse, que había sido aprobado por el
capitán general del Departamento el reglamento por el cual habrá de regirse el naciente
Casino de Clases. El trámite seguiría vía Gobierno Civil de la provincia en
cumplimiento de la ley de asociaciones. “El casino en cuestión estará integrado
por personal de las clases subalternas, por los retirados de la misma clase,
maestros de arsenales, delineantes y escribientes, que pertenezcan a los
cuerpos militares del Ejército y de la Armada” señalaba El Correo Gallego,
añadiendo que la nueva sociedad se instalará en el bajo de la casa número 1 de
la calle Méndez Núñez, esquina a de la Iglesia.
Las vísperas
El 16 de mayo, día anterior al acto fundacional, el capitán
general del Departamento visitó las instalaciones del Casino de Clases, llamándole,
sobre todo, la atención la biblioteca, que se hallaba nutrida de volúmenes. El presidente,
Medin Benasach hizo historia de los anales del casino calificándolo de punto de
inflexión en las costumbres de la sociedad ferrolana. Hubo brindis por España,
el Rey y la unión del Ejército y la Marina, representados en el seno de dicha
entidad.
Al día siguiente, 17 de mayo, como estaba anunciado, en el Casino
de Clases se celebró una velada para solemnizar el cumpleaños de Alfonso XIII. Al
acto concurrieron las primeras autoridades civiles y militares, encabezadas por
el alcalde Usero Torrente, capitán general, Emiliano Enríquez Loño y gobernador
militar de la plaza, Francisco Artiñano. De La Coruña se desplazó una comisión
de clases de distintas armas del Ejército. La música de Infantería de Marina
tocó la Marcha Real a la puerta del casino.
El salón, cuenta la crónica, tenía brillante y animado
aspecto y estaba adornado con mucho gusto, destacándose entre las banderas
españolas el retrato del Rey. Ocupó la presidencia el almirante Enríquez, que
tenía a su derecha al general Artiñano, entre otros oficiales de distintos
cuerpos., además de representaciones de la prensa local. En definitiva, el
salón estaba totalmente ocupado por las clases del Ejército y la Marina, socios
del casino.
El presidente pronunció palabras de gratitud a las autoridades, dedicando elogios al Rey y poniendo de manifiesto el patriotismo, la disciplina y la unión que existe entre las clases de la Marina y el Ejército. Medín Benasach terminó su discurso recitando una poesía que dedicó al monarca. Le siguió en el uso de la palabra un tal Vázquez (no constan más señas de identidad), sargento de Infantería y fundador del casino, que leyó unas “bien escritas y patrióticas cuartillas, siendo muy aplaudido”. Sucedieron distintas intervenciones, con vítores al Ejército y Marina, entre ellas una comisión del Casino de Clases coruñés. A continuación, se sirvió el champán haciendo los honores la junta directiva y tomando la palabra el capitán general Emiliano Enríquez dio varios vivas al Rey, a España, al Ejército y a la Marina.
Como segundo número del programa, el notable coro Ecos da
Terra cantó varias canciones gallegas. “Demostró el coro ante el distinguido
auditorio tener bien ganado el prestigio de que goza por su afinación, sus
variadas voces, su disciplina y sus “encantiños” (las mujeres). Después se
retiraron del salón las autoridades, organizándose el baile dedicado a la
juventud femenina que remató de madrugada.
En los días siguientes se abrió un ciclo de conferencias. En
diciembre del mismo año 1925, el Casino de Clases ya cambia de domicilio, instalándose
en el edificio que hasta entonces había ocupado el disuelto Centro de Artesanos,
la sociedad más veterana de Ferrol. Dicho edificio constaba de bajo y primer
piso, ubicado en la calle Real, con entrada también por la de Dolores. Para
festejar la inauguración de este nuevo local se celebró un gran baile.
Esta sociedad participaba en numerosas actividades, además
de organizarlas, en muchos casos con objetivos benéficos. Tenía un cuadro de
declamación que cosechaba éxito tras éxito, actuaba con exquisita gentileza de
anfitrión de militares que llegaban a bordo de buques de guerra extranjeros:
franceses, ingleses, italianos, alemanes…Celebraba todos los años los
aniversarios de la proclamación de la segunda República y recibía visitas de
altas personalidades del Gobierno de la época, incluido el monarca Alfonso
XIII, al que se le entregó un pergamino pintado por el artista de O Seixo,
Felipe Bello Piñeiro.
El Casino de Clases de Ferrol se vio obligado, obviamente,
a cambiar de inercia tras declararse la Guerra Civil, se supone que después de
las “purgas” y bajo el control y los filtros de la dictadura. No obstante, mi
trabajo se detuvo en el año 1936.
Este artículo fue publicado en Diario de Ferrol, 11-05-2025
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