martes, 17 de junio de 2025

Eduardo Arana, un puntal en el desarrollo de las músicas de Infantería de Marina

 


La música en las bandas militares, las charangas, los salones del siglo XIX, funcionaron bajo el control de la saga de los Arana ferrolanos, constituida por Joaquín Epifanio, Eduardo y Ramón, que firmaba con el seudónimo de “Pizzicato”. El tema despertó mi curiosidad, nunca mejor dicho, dado el título de esta sección. En lo indagado salta a la vista el papel relevante de Eduardo de Arana, que era el padre de Ramón de Arana y Pérez, (único hijo) que, declinó la milicia para ejercer como periodista, desarrollando su faceta de musicólogo y folclorista. Hasta ahora, al menos un servidor, tenía más datos de Ramón que de su padre, cuando resulta que este describe una trayectoria también muy digna de mención como se refleja en sendos ensayos que he consultado y que citaré más adelante.

Eduardo de Arana nace en Ferrol el 31 de enero de 1832. Su madre fue Natalia Fernández, también ferrolana. Su padre, Joaquín Epifanio, estaba en ese momento alistado en la Artillería de Marina como artillero. En 1845, los Arana, Joaquín y Eduardo, ingresan como músicos contratados en el batallón provincial de Almería. Eduardo, que tenía trece años, lo hace «para tocar el flautín». El batallón se disuelve en 1846, para fundirse con el regimiento de Infantería Aragón núm. 21, de guarnición en La Coruña, donde su padre y él pasan a servir.

Los Arana estuvieron a las órdenes de Miguel Sarasate -padre del famoso violinista y compositor Pablo Sarasate- que en 1848 es destinado como músico mayor del regimiento Aragón. Pablo fue asiduo de los ensayos de la banda del regimiento. Poco después de cesar en el regimiento Aragón, los Arana causan alta en el 2.º batallón de Infantería de Marina de Ferrol (octubre de 1851), Eduardo, como músico de contrata, y su padre (abuelo de Pizzicato), como Músico Mayor. En 1855, Joaquín Epifanio de Arana es destinado a Ferrol como sargento 2.º y en 1858 se retiraría como sargento 1.º.

Oficialización de las músicas

Tras casi tres décadas de unión de los cuerpos de Infantería y Artillería de Marina, la reforma Lersundi, de 1857, (Real Orden de 6 de mayo de 1857), los separa, convirtiendo la Artillería en un cuerpo facultativo. La Infantería se organiza y es entonces cuando se oficializan las músicas. Las de los batallones de los cuerpos ligeros se denominaban «charangas». No utilizaban instrumentos embarazosos, ya que participaban con las unidades en campaña. Se componían básicamente de instrumentos de viento-metal. Las charangas habían aparecido en 1847 en el Ejército, donde se prohibió expresamente que utilizaran bombo, platillos y el chinesco (perteneciente a la familia de la “cítara”).

Por otro lado, las músicas de los batallones de Infantería de Marina también se denominaron «charangas», pero para constituirlas no era suficiente con los músicos llamados de contrata, sino que hubo que aumentar la plantilla de cada una de las ocho compañías del batallón en un sargento 2.º, y admitir hasta 12 jóvenes menores de edad como educandos. Estos militares eran denominados «músicos de plaza», por contraste con los de contrata, y constituían una manera económica de cubrir las plazas de las charangas.

El 1 de enero de 1858, Eduardo Arana pasa a desempeñar el puesto de Músico Mayor -más adelante “director”- del 5.º batallón de Ferrol. Eduardo está desde el primer momento participando de la organización de las agrupaciones musicales de Infantería de Marina.

No me voy a detener en las numerosas vicisitudes puntuales de su trayectoria, que, además del riesgo de caer en un texto cansino, darían para un libro mientras que he de moverme en unos siete mil caracteres. Solo me detendré en aquellos aspectos susceptibles de ser subrayados en la obra de este ferrolano, que pasó por África, Portugal y dos veces estuvo en Cuba, en total diez años, y siempre como un gran “activista” de la música tanto de las charangas como las bandas, aportando impulsos, creación y talento.

Su trabajo viene resumido en un denso artículo publicado en la Historia Naval titulado En la gestación de las músicas de Infantería de Marina tuvo un papel fundamental Eduardo de Arana Fernández, que firma Francisco Javier Miranda Freire, coronel de Infantería de Marina (reserva).

Este destaca los esfuerzos continuos de Arana para mantener el nivel artístico, “empeño que es reconocido por el público y sus superiores. Como ejemplo de ello -añade- podemos citar el concierto que dio a beneficio del hospital civil canónigo de Santiago de Cuba, en abril de 1876. Interpretó el Stabat Mater de Rossini y Las siete palabras de Haydn, obras para orquesta de cuerda, cuya adaptación para banda hizo Eduardo Arana, quien compuso también para la ocasión una marcha fúnebre.

Las músicas de este cuerpo sumaban los instrumentos tradicionales de las músicas militares europeas, formadas principalmente por clarinetes, fagotes, oboes, trompas, cornetas y percusión. Precisamente, para la compra de los instrumentos de la música del 2.º regimiento se decide acudir a prestigiosas fábricas centroeuropeas. Arana, comisionado para ello, sale de viaje en julio de 1869 hacia Königgrätz, localidad de Bohemia, en ese momento parte del imperio austrohúngaro, sede de la casa Ceverny. Allí estuvo dos meses a la espera de que terminaran de construir los pedidos que llevaba en cartera. Luego se fue a París para gestionar la compra de los saxofones de la casa Buffet, regresando finalmente a Ferrol.

Francisco Javier Miranda en su epílogo señala:

[…] “Eduardo de Arana fue una figura fundamental en la génesis y desarrollo de las músicas de Infantería de Marina, tanto desde el punto de vista organizativo como desde el musical”.

Redes de contacto

He acudido, como decía al inicio, a otra fuente, en este caso la investigadora Montserrat Capelán que firma el trabajo: Eduardo y Ramón Arana: Redes y movimiento musical en Galicia (1857-1909). Esta autora dice en el resumen de su estudio:

“Entre las redes de contacto desarrolladas en la Galicia de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, tuvieron especial relevancia las llevadas a cabo por Eduardo y Ramón Arana, padre e hijo respectivamente. Ejercieron éstos no sólo una importante actividad de dinamización musical de la ciudad sino, también, de vínculos con buena parte de los músicos gallegos de la época”.

En otro momento Capelán señala que existieron numerosos salones llevados a cabo por gallegos. “Conocidos eran, por ejemplo, los soirees que organizaba Emilia Pardo Bazán tanto en Coruña como en su residencia madrileña. Aparte de los realizados en las casas de la aristocracia o la burguesía incipiente, tuvieron especial relevancia los salones dirigidos por músicos. La compositora santiaguesa Eugenia Osterberger, mientras vivió en Coruña, realizaba veladas musicales en su casa los miércoles”. En A Coruña, la Sala Berea tuvo especial relevancia.

Parte de la actividad musical de la ciudad de Ferrol se puede seguir- justifica Montserrat Capelán- precisamente, gracias a la correspondencia mantenida por los Arana con la Casa Berea. Eduardo habla en sus cartas de la sala que tenía Francisco Piñeiro en Ferrol, “que constituía una verdadera competencia para el teatro de la ciudad”. Otras salas importantes eran las que organizaban las sociedades recreativas, como “La Tertulia”, en la que la gente se reunía a conversar y escuchar música y “La Peña” de la que hablará Ramón de Arana años después.

También se daba el caso de la organización de reuniones especiales (es decir, no presentadas en una sala de manera periódica) que, en la ciudad de Ferrol, consistían, generalmente, en agasajar a militares de alto rango.

Para terminar, añadiré que Eduardo Arana fallece a los sesenta y cuatro años, en su casa de la ferrolana calle del Carmen, «tras largo y penoso padecimiento». Su certificado de defunción dice que tenía carcinoma de estómago. Fue enterrado en el cementerio de Ferrol. De su hijo Ramón (Pizzicato) puede que me ocupe en un futuro capítulo.

Este artículo ha sido publicado el doningo 15/06/2025 en Diario de Ferrol

 

 

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