La calle Real se llamó durante mucho tiempo Sinforiano López. Hablamos de décadas entre el siglo XIX y casi mediados del XX, cuando una vez finalizada la contienda civil, el rótulo fue sustituido por el de General Franco. Lo curioso del caso es que no era ferrolano, ni siquiera gallego. No prestó ningún servicio a esta ciudad y hasta es posible que no la haya visitado. O, al menos, no parece existir este dato en las fuentes consultadas. Este era un hombre liberal, que se vino a vivir a la vecina ciudad coruñesa en donde se levantó contra la invasión francesa. Tenía un extraordinario don de la palabra con la que movilizaba masas. Terminó en la horca ejecutada en el Campo de la Leña de la vecina ciudad, al conspirar, tras defender la independencia, contra el absolutismo de la época. Así lo recoge A. Villar Ponte en “Algunos Temas Gallegos, II volumen”. Sinforiano López Alía fue un mártir más de la libertad. Trataré de abundar en la información, bebiendo fundamentalmente de lo que escribió José de Pato en el Almanaque de Ferrol para 1907 y de periódicos de la época.
Relata De
Pato que “el modesto patriota cuyo nombre lleva la principal de las vías
públicas ferrolanas vivió en períodos de onda agitación social. Hijo del pueblo
encarnó sus anhelos y aspiraciones traduciéndolos con una fogosa verbosidad que
conmovía y arrastraba las muchedumbres y este prestigio y esta fuerza que le
daban sus cualidades naturales eran incompatibles con el modo de ser de una
época en que el despotismo más cruel y sanguinario establecía el régimen de la
sumisión y del silencio en los dominios de Fernando VII”.
Sinforiano
López Alía era natural de Madrid y se hallaba establecido en La Coruña
ejerciendo el oficio de guarnicionero cuando la invasión francesa de 1808
originó el vigoroso y unánime alzamiento de las regiones españolas contra las
hasta entonces invencibles huestes del gran Napoleón. Sus ideas liberales y su
elocuencia tribunicia le habían granjeado el cariño de la multitud hasta el
punto de que esta cogía con absoluta conformidad las inspiraciones del popular
artesano.
Sinforiano
López que en la exaltación de sus ideas liberales debía encontrar más odioso el
sistema de tiranía imperante secundó en La Coruña una conjuración a la que no
era ajeno el general don Juan Díaz Porlier. Sus trabajos se dirigían principalmente
a ganar la voluntad de las tropas de la guarnición, pero denunciado por unos
soldados del Regimiento Imperial Alejandro fue preso y sometido a un
proceso durante el cual se le ofreció el perdón de su culpa si revelaba los
nombres de sus cómplices.
Persuadidos
los jueces de que este ofrecimiento no quebrantaba la entereza del reo fue condenado
a morir en la horca siendo ejecutado en abril de 1815 y uniéndose de este modo
un nuevo nombre a la larga lista de los mártires de la libertad española. Poco
tiempo tardó en figurar también en ella el nombre del mismo general Porlier
José de Pato (foto) matiza “al grabar su nombre en las lápidas de la calle Real se ha querido sin duda confirmar las tradiciones liberales de este pueblo con motivo de una personalidad cuyo recuerdo aparece en la historia realzado con la aureola del martirio”. El que se le haya dado el nombre de una calle se debió a la iniciativa de la Sociedad Constitucional de Ferrol, instituida después de los sucesos mencionados y cuyos estatutos aprobó la Junta Suprema de Gobierno de Galicia en abril de 1820. Los ciudadanos presidente y secretario de la misma Francisco Paula Madrazo y Carlos Fuster, respectivamente, firmaron la exposición que fue presentada al ayuntamiento en sesión de 20 de julio solicitando que se sustituyese el nombre de la calle Real por el de Sinforiano López, el de la calle Magdalena por el del Brigadier Romay y el de la calle de la Cárcel Vieja por el de Olmos “en atención a los sacrificios que han hecho estos individuos y trabajos que han padecido por su adhesión al régimen constitucional hasta llegar el primero al extremo de perder la vida en un cadalso y los segundos a vagar errantes fuera de su patria”.
El Ayuntamiento
acordó que para perpetuar la memoria se inscribiera en la calle Real el nombre
de don Sinforiano López, teniente que fue de las milicias urbanas de La Coruña,
“pero para evitar los daños que pudieran seguirse de una total mutación en los
nombres de las calles dispuso que se prevenga al arquitecto de la villa que
cuide que en las dos rotuladas de dicha calle Real se añada a este nombre lo
siguiente: “y del mártir de la patria don Sinforiano López”.
Empero, con
respecto a distinguir en igual forma los nombres de Romay y Olmos, el
Ayuntamiento optó por hacer un manifiesto público de alta consideración, pero
que como todavía estaban vivos no le pareció oportuno dar el mismo trato que al
que había perdido la vida.
La
oración fúnebre
Todas las
referencias encontradas por quien esto subscribe ratifican el valor y las altas
virtudes de Sinforiano López. De Antonio Benito Fandiño, un destacado
periodista muy reconocido en la Galicia de 1820, en “Algunos temas gallegos, II
volumen” Andrés Martínez Salazar escribe:
“De los
trabajos que Fandiño se proponía publicar, sólo poseemos el primer pliego de la
«Oración fúnebre, que, a la inmortal memoria del nunca bien celebrado español y
heroico patriota, D. Sinforiano López Alía, víctima de la verdad y mártir de la
justicia, compuso y da a la prensa su grande amigo D. Antonio Benito Fandiño
para que, ya que no predicaba, a lo menos sea leída y dedicada a las Cortes
españolas del año de 1821. Laméntase (Fandiño) en este escrito -sigue diciendo
Martínez Salazar- de que para todos aquellos que se distinguieron en aquellos
sucesos, hubo un predicador adecuado, que pregonase sus glorias, se les
hicieron honras y honores, y nadie se ha acordado del Benemérito hijo de la
patria en el grado más heroico, a quien nadie ha excedido; protomártir glorioso
y archirestaurador de la libertad, el célebre español y esclarecido patriota D.
Sinforiano López Alía. Si más por descuido que malicia, no se hizo de tí, hasta
ahora, el debido recuerdo por la gran nación á que perteneciste, y que tanto
has servido, aún vive, superando vicisitudes y trabajos, tu grande amigo, para
clamar que tienes tanto derecho a verte inscrito con letras de oro en el salón
de Cortes, como Catón a su estatua en Senado de Roma.»
José de pato
recupera, finalmente, el hilo del relato para señalar que esta “Oración fúnebre”,
incompleta, y una calle de Ferrol, que lleva su nombre, son los únicos
recuerdos que han quedado en Galicia del célebre patriota Sinforiano López
Alia; “é ignoramos si Madrid, su villa natal, le ha hecho algún honor, y si le
conoce siquiera”.
Conviene
precisar que, posteriormente, La Coruña también daría su nombre a una calle que
todavía se mantiene, no así la de Ferrol que al ser suplida por el nombre del
dictador, perdió la identidad para siempre.
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