Con Juan Ramón Díaz en la celebración de un acontecimiento social |
Un día, último semestre de 1998, recibo una llamada telefónica en la delegación
ferrolana de La Voz.
-Oye, Man, soy Juan Ramón Díaz, ¿tú no andabas pregonando por las tribunas públicas que Ferrol y su comarca necesitaban un periódico propio? (Él ya estaba en El Ideal Gallego).
-Qué sorpresa, Juan Ramón. Pues sí lo andaba y ando
diciendo, pero me parece que a ti, entonces director de La Voz de Galicia, no te agradaba especialmente. Le contesté
creyendo que me hablaba en clave de guasa.
Juan Ramón pasó olímpicamente del matiz que llevaba mi respuesta
y continuó
-Pues va a ser mejor que nos veamos y hablemos de ese tema.
Colgué el teléfono e inmediatamente me subí a una nube. No podía dar crédito.
A partir de ahí se sucedieron encuentros
"semiclandestinos" -no convenía que se nos viera- de los que acabaría
naciendo el 2 de junio de 1999 Diario de
Ferrol. El resto de la "historia" sobre la gestación de DF, mejor
dejarla para otro momento. Harán falta unos cuantos folios más.
Simplemente
decir que a lo largo de la mayor parte de mi trayectoria profesional tuve la
oportunidad y el privilegio de trabajar al lado de una figura irrepetible del
periodismo gallego. Primero en La Voz de
Galicia, medio que bajo su dirección se elevó al techo más alto de su
crecimiento, como atestiguan las notas y noticias que han sucedido a su inesperado fallecimiento. Es verdad que en este período (16 años) nunca tuve relación de proximidad con él, salvo en la última época en la que nos vimos en unas cuantas ocasiones por razones de representatividad laboral que yo ejercía a la sazón, escenario en el que siempre nos movimos dentro de la mayor cordialidad. Tal es así que, curiosamente, esta circunstancia -la de mi compromiso con el sindicalismo- no fue óbice para que al marcharse de La Voz y aterrizar en El Ideal Gallego se fijara en mi para poner en marcha un periódico en Ferrol.
Ya con Diario de Ferrol, Juan
Ramón, en ejercicio como director general del grupo La Capital, dejó el rumbo de la nave a mi
único criterio. En efecto, ni una ligera injerencia, ni siquiera quería
aparecer en las galas anuales que hacíamos en loor de multitudes, con entrega
de premios a personas y entidades. A mis
reiteradas invitaciones para que disfrutara de aquellas fiestas a nuestro lado,
me decía que él no pintaba, que el protagonista era yo, queriendo así evitar la imagen de cualquier tipo de tutelaje. Lo cierto es que, gracias al concurso y colaboración de un extraordinario equipo de personas
con las que trabajé durante once años, los resultados para Diario de Ferrol en ese tramo de tiempo no han podido ser mejores. Hoy, lamentablemente, como otras muchas empresas de este país, atraviesa por una delicada situación.
Debo
confesar para terminar este breve relato -tiempo habrá para analizar de manera más pormenorizada y serenamente su
talla humana y su obra periodística (Faro de Vigo, La Voz de Galicia, y el grupo La Capital con El Ideal Gallego, Diario de Ferrol, Diario de Arousa, Diario de Bergantiños, DXT-que al final, con la crisis encima, surgieron, como no podía ser de otra manera, dificultades e inevitablemente algunas discrepancias, circunstancia que para nada empañó ni empañará mi sincero y profundo
reconocimiento. Llegado este momento, quiero dejar reflejada mi gratitud infinita -se
lo he manifestado en más de una ocasión en persona-por haberme permitido sumar
al sueño de ser periodista, el sueño de fundar un periódico para Ferrol y su comarca.
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