El Club de Prensa de Ferrol tiene desde el viernes por la
tarde un nuevo presidente, que es, ni más ni menos, que el escritor, dibujante
y humorista, Siro López, sobradamente conocido en todos los medios sociales,
culturales, literarios y políticos de Galicia y más allá de Pedrafita e incluso
de las fronteras españolas. Ya había sido nombrado decano de la entidad a la que, en los últimos años, le venía prestando su valiosa colaboración. Un ciudadano que respira Ferrol por todos sus
poros, como lo ha demostrado en múltiples ocasiones y, una vez más, lo acaba de
hacer este fin de semana tomando la bandera del Club de Prensa que camina sobre
los 27 años de vida y unas actividades que prácticamente nacen con la propia
entidad hacia finales de los años ochenta. Releva en el cargo a la periodista
María Ares que, por razones personales, familiares y de trabajo, ha pedido que le sustituyesen en el cometido.
María Ares es una persona joven, como lo era y es su predecesor Xan Morales.
Ambos han simbolizado sendos intentos de fomentar el relevo generacional,
aunque con escasa fortuna, pese a que los dos lo intentaron poniendo toda la
carne en el asador. Hoy tenemos un preclaro presidente y la continuidad está
garantizada, pero el problema por el que atraviesa el Club de Prensa, lo mismo
que otras sociedades (no es asunto exclusivo de la entidad periodística
ferrolana) es que las nuevas generaciones circulan ya por otro carril, con
independencia de la crisis que nos asola en los últimos años y que nos lleva a
la precariedad, paro, salarios bajos, etc, todo lo cual condiciona también cualquier
paso al frente en el compromiso personal. Algunos nos
hemos ido haciendo mayores con el Club de Prensa y, si la situación no cambia,
el fin de ciclo podría estar más cerca que lejos. Por eso, personalmente,
teniendo en cuenta que allá por el año 1987 me puse al frente de la naciente
sociedad a cuya cabeza me mantuve prácticamente hasta el 1999 en que fui
llamado para fundar Diario de Ferrol, cuando redacto estas líneas experimento una sensación
agridulce. Satisfactoria porque el Club de Prensa resolvió la
crisis sin ningún sobresalto y de manera brillantísima, captando a toda una
personalidad cuyo perfil, un lujo para el Club de Prensa, queda descrito y, de otro lado, sensación de
preocupación porque una obra que ha supuesto sacrificio, compromiso y dedicación, todo ello de manera incondicional, si pensamos en un futuro próximo no parece tener el suficiente
reclamo para las nuevas hornadas de periodistas. No obstante, nunca se ha de arrojar la toalla.
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