Ferrol, pionera en en Galicia, en los años veinte del siglo pasado, en la creación de las Cantinas y Colonias Escolares
A finales del siglo XIX, Francia puso en marcha las colonias
escolares, un proyecto encaminado a suministrar comida caliente a niños de
familias menos favorecidas. En el último tercio del mencionado siglo se celebró
un congreso pedagógico en Turín que en la octava propuesta planteaba la
difusión universal de la idea de las cantinas escolares. La primera, si
hablamos de España, se puso en marcha en Madrid en el año 1901, impulsada por
profesores de la Asociación de Caridad Escolar.
El creciente interés por la infancia, la higiene y la
sanidad escolar provocó que las cantinas escolares empezasen a proliferar. En
España para 1917 ya había 144 cantinas escolares, sostenidas con fondos
públicos y privados, apoyadas fundamentalmente por los socialistas, lo mismo
que había ocurrido en el país vecino.
En Galicia, Ferrol fue, en los años veinte del siglo pasado, la ciudad pionera en
establecer las cantinas escolares. Patronato de Cantinas y Colonias Escolares,
se llamaba la institución, que se constituyó con un representante del
Ayuntamiento, el inspector de primera enseñanza de la zona como vocal asesor,
un maestro nacional, un médico municipal, el presidente del Centro Obrero de
Cultura y varios vecinos luchadores en el campo de la infancia desvalida. La
corporación municipal facilitó amplio local para instalación de los comedores y
concedió una subvención. En lo que respecta a la participación ciudadana, la
organización hizo un llamamiento a través de una circular de la que
entresacamos algunos fragmentos:
“Quien llore la pena del vástago prematuramente fallecido,
asocie este piadoso recuerdo al indigente vivir de los niños de las cantinas
escolares […] Aquel que no tenga hijos considere el bien que sin sacrificio
puede hacer a los padres que carecen de recursos para alimentar a los seres que
trajeron a la vida. El escrito terminaba con algunas máximas de Concepción
Arenal: “Tiene hambre y frío, en tanto otros niños comen y se calientan; está
cubierto de andrajos y otros lucen costosas galas; se ve despreciado y otros
disfrutan todas las consideraciones; cuando otros niños lloran, hay quien
cariñosamente enjugue sus lágrimas, mientras que cuando él que ha llorado sus
lágrimas las secó el viento o su mano sucia”.
Obviamente, la institución recién creada trataba de
despertar la sensibilidad del vecindario y a continuación mostraba posibles cuotas
de ayuda, desde 50 céntimos, con la que se evitaría un día de hambre a un niño,
hasta una de 50 pesetas, cantidad que supondría el gasto que en la cantina
ocasionan en un día 5 niños y otras tantas niñas, o bien permiten comer 10 días
a un pequeño.
El pueblo ferrolano
respondió generoso a la invitación y el 6 de enero de 1925 inauguró la cantina
escolar con 58 niños, comensales de uno y otro sexo. Las ayudas provenían de
otras instituciones, entre ellas la Fundación Amboage, lo que permitió ir
aumentando el número de acogidos. Dos años después de la creación de las
Cantinas eran 180 los alumnos admitidos procedentes de las escuelas nacionales.
Asimismo, pudo ser implantado el desayuno escolar, si bien limitándolo a los 3
meses de invierno.
Condiciones para la admisión
Con arreglo a las posibilidades de la institución fluctúa el
número de admitidos con lo que es preciso establecer las condiciones en función
de la necesidad del aspirante, de mayor a menor grado. Al efecto se facilitan a
los maestros unos formularios en los que han de consignar la edad del
aspirante, si es huérfano de padre o de madre, en caso negativo en que se
ocupan los padres, jornal que perciben y número de hermanos menores de 15 años
que tiene el candidato. El Patronato hace luego la selección. Es de advertir
que los niños inscritos han de presentar diariamente a su entrada en los
comedores una papeleta del maestro, de modo que, si el muchacho no asistió a la
escuela, no puede concurrir ese día a la cantina, siendo sustituido por un
suplente.
Menús
No está demás ver con cierta concreción los menús que a esas
alturas podían ofrecer las Cantinas. Al desayuno, un tazón de café con leche y
un bollo de pan. Al mediodía toman dos platos cuya variación puede verse de la
siguiente manera. Lunes, caldo gallego, bacalao con arroz; martes, sopa de
fideos, carne con patatas; miércoles, potaje, bacalao con patatas; jueves,
caldo gallego, carne con arroz; viernes, sopa de arroz, bacalao con patatas y
garbanzos; sábado, potaje, carne con arroz.
El Papá Noel en las cantinas escolares.
En la época oportuna envía el Patronato unas carteleras a
los comercios de juguetes, invitándoles a que no olviden a los niños acogidos
en la institución. Siempre los llamamientos a la colaboración van acompañados de
consejos, reflexiones, máximas moralistas, éticas y cívicas. “Padres, que la
alegría que proporciona a vuestros hijos la posesión del juguete soñado no
pueda despertar la envidia de los niños sin ventura. Adquirís un juguete más y lo
enviáis a los niños de las Cantinas Escolares”. El resultado ha sido siempre
exitoso. Los mismos comerciantes remiten partidas de juguetes que, cuando
menos, permiten regalar dos a cada niño.
Las colonias a Valdoviño y Cedeira
Un magnífico edificio en Cabanas
En años sucesivos fue Cabañas (ahora Cabanas) el lugar
elegido, instalándose las colonias en un magnífico edificio construido para
escuelas particulares por cuenta de la sociedad constituida por los naturales
de aquel municipio rural residentes en Cuba. El inmueble no había llegado a ser
utilizado. La sociedad de referencia había sido disuelta y aquellos locales
fueron estrenados por las colonias escolares ferrolanas mediante el precio de
alquiler de 600 pesetas por los dos meses, si bien, finalmente fue adquirido
por la institución en pública subasta. Rodeaban la casa 30 áreas de terreno a
campo y árboles frutales. En la planta baja se hallaban los comedores y dormitorios,
cuatro amplísimos salones, lavabos, el cuarto de baño y las cocinas. En la
planta alta, las habitaciones del personal encargado de la colonia.
Régimen de la Colonia.
Los colonos se levantan a las 9:00 horas y proceden a su
aseo. Realizado este, practican la gimnasia respiratoria durante 3 minutos. A continuación,
se le sirve el desayuno, saliendo seguidamente por el pinar a la playa. Toman
el baño a las 12:00 horas y a la salida del baño y en la misma playa practican
la “gimnasia sueca”. A las 13:00 horas se sirve la comida y tras esta van al pinar
en donde tienen 30 minutos de reposo, dedicándose luego al juego libre y
espontáneo, siempre vigilados por el director de la colonia. La cena es servida
a las 21:00 y se acuestan a las 22:30 horas. En cuanto a la alimentación no
difiere en esencia a la citada con anterioridad para las Cantinas.
Sabido es que actualmente el servicio de las Cantinas es
suplido por el de los comedores escolares.
Para terminar, anotar que los datos utilizados en este
trabajo fueron extraídos del Boletín de Educación de La Coruña. Septiembre de
1934
Fuente y fotos: Boletín de Educación de La Coruña.