Se cumplieron, el 28 del pasado mes agosto, 102 años del acto de inauguración del Dispensario Antituberculoso de la Cruz Roja
Se cumplen 102 años de la inauguración del Dispensario Antituberculoso de la Cruz Roja. Un 28 de agosto de 1922, en una pequeña sala dedicada a consultorio tuvo lugar el solemne acto. Al fondo de la mesa presidencial figuraban la bandera y el estandarte de la Cruz Roja. Asistieron familiares del doctor Ángel Linos, fallecido, que había sido el iniciador del proyecto ahora hecho realidad, que estuvo representado por sus hijos doña Dolores y don Daniel y su hija política, doña Vicenta Díaz Saborit. Doña María Fontenla de Casares, en representación de la sección de señoras de la Cruz Roja, el alcalde señor Sánchez Calviño y otras representaciones civiles y militares.
Los exploradores, la vanguardia de honor ante el edificio y
los individuos de la ambulancia de la Cruz Roja, con su uniforme reglamentario,
prestaban los servicios de vigilancia, unos y otros bajo la dirección de su
jefe, don José Ferrer Cardona.
El párroco del Carmen bendijo el hermoso edificio, “alarde
de esbeltez, luz y ventilación. con espaciosas dependencias y dotado de todos
los elementos necesarios”, reza la crónica de El Correo Gallego.
Seguidamente se procedió a la bendición de la nueva bandera de la Cruz Roja
siendo su madrina la distinguida señora doña Dolores Linos de Pérez Chao.
Terminada la ceremonia, el presidente leyó el discurso de
apertura. Creo que vale la pena reproducirlo literalmente, al menos algunos
fragmentos, porque revelan las vicisitudes por las que atravesó el proyecto
desde su gestación.
“Señoras y señores,
en nombre de la comisión departamental que me honro en presidir, gracias a
todos por haberos dignado asistir a este acto de tanta importancia médico
social. Porque si la honra de la nación debe salvarse con las bayonetas, su
vida, se defiende escogiendo todos los medios posibles para combatir las
enfermedades evitables. Sí, señoras y señores, hay que contribuir a salvar a
España de los miles de habitantes que pierde al año arrebatados en la flor de
la existencia por la perniciosa influencia del bacilo de Koch. Tenemos que
trabajar para salvar a Ferrol del crecido número de víctimas que todos los años
traidora y alevosamente nos causa la tuberculosis.
Aquí nos congregamos ahora para poner nuestro grano de arena
en obra tan patriótica. Como entre el pensamiento del iniciador y la
inauguración de hoy, han transcurrido 16 años. […] Retrotraeros en vuestra
memoria al año 1903, en el que el malogrado doctor Ángel de Linos […] concibió la plausible idea de fundar este Dispensario
Antituberculoso de la Cruz Roja, cuya comisión departamental entonces presidía.
A los pocos meses, el 25 de enero de 1904, repentinamente
pasó a mejor vida, llevándose consigo todo el plan de sus provechosas
iniciativas. […] Como todas las obras grandes, la de este Dispensario ha
corrido un verdadero calvario en su desarrollo. La poderosa palanca del dinero
con un largo brazo de resistencia a las pesetas fue el principal obstáculo. […]
En 5 de enero de 1906 pudo adquirirse este solar, pero hasta abril de 1913 no
fue posible colocar la primera piedra. Si os fijáis en que son nueve años los
que se han invertido en la construcción de este edificio, no negaréis las dosis
de paciencia a cuyo tratamiento hemos estado sometidos. […] Hoy hemos corrido
el riesgo de los propietarios infortunados que comienzan una casa sin tener
metálico con que terminar.
La Cruz Roja de Ferrol no puede morir, decía el señor Reinos
en su memoria del año 1899 al resumir los benéficos trabajos realizados en el
Sanatorio, dedicado a los repatriados de Cuba y Filipinas, en el que se dieron
albergue y tratamiento médico a 333 individuos y fueron socorridos 1140, todos
del Ejército y de la Armada.
Hoy la profecía del finado presidente se ha cumplido. Hemos llegado a este día en el que presenciamos la inauguración de este Dispensario, centro de caridad, cuya alta misión no es solo consultar y recetar a los pretuberculosos y tuberculosos, sino que se ayudará a su mejor alimentación y a la higienización de sus viviendas. […] Señoras, vosotras, que sois unos ministros de Hacienda en vuestras casas y que sabéis también la relación que hay entre las pesetas y la administración de la vida doméstica, pensad que en un centro como éste lo que se ha de gastar no tiene límites, como no los tiene la caridad que Cristo inspira. Para desempeñar nuestra difícil misión necesitamos no solo dinero suficiente, sino una gran suma de buenas voluntades que nos sirvan de eficaz ayuda. Para repartir cuantiosos bienes dentro de este hermoso edificio planeado por el arquitecto don Julio Galán y dirigido por su compañero don Rodolfo Ucha, donantes ambos de sus honorarios en beneficio de la institución.
Memoria para los presidentes anteriores
Al hacer este bosquejo, no debo olvidar el celo e interés
que por realizar esta benéfica obra pusieron los presidentes que me han
precedido. […] Todos hicieron cuanto pudieron para que yo tuviese la inmensa
satisfacción de cerrar con broche de oro tanta penosa y dilatada labor. Al
recordarlos quiero también expresar mi acendrada gratitud a los compañeros de
esta Junta tan inmerecidamente por mi presidida, que, con sinceridad y celo, me
han ayudado en la espinosa senda de ultimar detalles para llegar a la festividad
de este día”.
A continuación, el Sr. Meirás Hurtado informó a los allí
presentes de que el laboratorio quedaría al mando de don José García Cupeiro, “cuya
competencia en bacteriología es una garantía para todos” […] y que los médicos
inscritos, renuncian todos a los honorarios en favor de dispensario”.
Terminó su alocución impartiendo algunos consejos y, tirando
de fórmula académica con el “He dicho”.
El propio periódico local puso punto final al relato con las
siguientes palabras: “Hemos oído muchas alabanzas de la actividad y celo con
que el señor Meirás Hurtado ha trabajado para vencer todas las dificultades a
fin de verificar la inauguración del Dispensario. Nosotros, al hacerlas
públicas, creemos cumplir un deber de Justicia”.
Habrá que añadir que, a raíz de la inauguración del Dispensario
Antituberculoso, otros médicos siguieron la línea de su compromiso
incondicional, es decir, renunciando a sus honorarios. Pronto empezaría un convenio
con el Sanatorio de Oza, hoy incorporado a la red del Sergas, en virtud del
cual grupos de niños y niñas eran enviados a dicho centro a pasar temporadas.
En sus inicios, se celebraron numerosas actividades con carácter recaudatorio.
Andando el tiempo, en etapa republicana (1933) fallecía el que fue primer
presidente del Dispensario, don Gumersindo Meirás Hurtado, padre de los
periodistas Gonzalo (Chalín) y Antonio Meirás Otero.
Señalar también que en el pasado mes de enero, la sede de la Cruz
Roja local, en la que nació el Dispensario Antituberculoso, fue trasladada al
número 26 de la calle del Sol. El local se ha quedado pequeño y no se podía
someter a reformas o ampliación porque sobre el inmueble recae una protección
especial dado su valor patrimonial. Se trata de un edificio modernista
concebido por el arquitecto asturiano Juan Galán Carvajal, con dirección de
obra a cargo de Rodolfo Ucha.
El inmueble fusiona esquemas utilizados para las
instalaciones sanitarias de la época con aportaciones modernistas. Posee una
distribución central en planta, con elevación de un cuerpo para la iluminación
natural de la sala de espera y también como medida higiénica. Está rodeado de
un muro de mampostería con un enrejado de hierro en punta de lanza. Uno de sus
elementos más llamativos son las cornisas con pináculos y la decoración de las
fachadas. También destaca la redondez de las esquinas.
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