Ocurrió en los primeros días de febrero de 1910 y, curiosamente, quedó en los "almacenes" de la prensa escrita una crónica firmada por Wenceslao Fernández Flórez, entonces director del "Diario de Ferrolano", que llevaba el título "Agua trágica", reportaje relacionado con el área de la villa de Neda, en la que los ríos Belelle y Basteiro arrasaron con lo que encontraban por delante.
En los prolegómenos, WFF llega a escribir "El espectáculo de una inundación es algo grande y bello, como toda catástrofe". Sorprende, cuando menos, esta afirmación del periodista, más tarde ilustre cronista parlamentario y escritor. ¿Es posible abstraerse del lado trágico y angustioso que él mismo relata para quedarse con la supuesta grandeza y belleza de toda catástrofe?
En efecto, da la impresión de que el autor nada en las aguas desbordadas entre lo sublime y lo terrible. Es capaz de aunar catástrofe y belleza, de alcanzar la belleza del caos.
Volviendo al relato, el reportero señala que las aguas han subido medio metro sobre la carretera de Neda. "Ha llovido pavorosamente. El huracán ha pasado su escuadrón de ráfagas por toda la ciudad, dominándola. Las calles son torrenteras; el soplo gigantesco ha apagado todas las luces y hay una angustia de miedo en las almas ante el horror de la noche"...A un lado y a otro, los campos se han convertido en lagunas y los árboles de los bosquecillos emergen del agua, duplicándose en ella, dejando islitas de verdor...Santa María de Neda ha sido la parte de la comarca más castigada por la inundación...las casas de un lugar, en Valvís, muestran sus tejados sobre la masa líquida de un color de lodo...por las ventanas abiertas de las casuchas se ven los muebles amontonados..."
Otros periódicos dan cuenta también de dichas inundaciones, aunque con un tratamiento menos relevante, en los que narran que las aguas se desbordaron a las puertas de Ferrol, pereciendo muchas cabezas de ganado y numerosas aves de corral.
En efecto, da la impresión de que el autor nada en las aguas desbordadas entre lo sublime y lo terrible. Es capaz de aunar catástrofe y belleza, de alcanzar la belleza del caos.
Volviendo al relato, el reportero señala que las aguas han subido medio metro sobre la carretera de Neda. "Ha llovido pavorosamente. El huracán ha pasado su escuadrón de ráfagas por toda la ciudad, dominándola. Las calles son torrenteras; el soplo gigantesco ha apagado todas las luces y hay una angustia de miedo en las almas ante el horror de la noche"...A un lado y a otro, los campos se han convertido en lagunas y los árboles de los bosquecillos emergen del agua, duplicándose en ella, dejando islitas de verdor...Santa María de Neda ha sido la parte de la comarca más castigada por la inundación...las casas de un lugar, en Valvís, muestran sus tejados sobre la masa líquida de un color de lodo...por las ventanas abiertas de las casuchas se ven los muebles amontonados..."
Otros periódicos dan cuenta también de dichas inundaciones, aunque con un tratamiento menos relevante, en los que narran que las aguas se desbordaron a las puertas de Ferrol, pereciendo muchas cabezas de ganado y numerosas aves de corral.
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