Las
investigaciones del yacimiento del lignito de As Pontes, hoy convertido en el
mayor lago artificial de España, se llevaron a cabo en los años 40, pero mucho
antes, un siglo y medio atrás, un
experto llamado Joseph Cornide, realizó un estudio de la zona en donde localizó
dos tipos de carbón que él definió como carbón de piedra y carbón de tierra. El
trabajo se titulaba "Memoria sobre el descubrimiento de una mina de carbón
de piedra en las Puentes de García Rodríguez, presentada a la Sociedad Compostelana
por su socio Don Joseph Cornide y premiada por dicho Real Cuerpo". La
publicación llevaba esta cabecera (puede verse en la BNE) "Espíritu de los
mejores diarios literarios que se publican en Europa. Lunes, 26 de junio de
1790".
El informe elaborado por Cornide es
muy exhaustivo y el que suscribe se quedó con aquellos pasajes que creyó más
importantes e incluso anecdóticos. Por ejemplo cuando especula con los orígenes
de la veta descubierta dice que es difícil de averiguar y recurre a testimonios
de los lugareños para, a continuación, con su saber y experiencia desarrollar
posibles hipótesis. Señala que la tradición entre las gentes del país "es
que una vez que se comunicó el fuego a este terreno ardió por mucho tiempo y
esto conduce a creer que en su origen hubo un inmenso bosque que trastornado
por algún terremoto, fue abismado e incendiado por los fuegos subterráneos y
que impregnado por las materias sulfúreas se redujo a una pasta uniforme tal
cual hoy aparece a primera vista y en la cual se hallan algunas señales de su
primera naturaleza".
El investigador dice que el carbón
de piedra es duro, craso, compacto y de color negruzco, lucido y azulado y cuya
textura forma como unas escamas. Se enciende con dificultad siendo preciso
humedecerlo y después de encendido da una luz clara y brillante y despide un
humo espeso siendo el más apreciable para ciertos usos. El carbón de tierra
-siempre según su descripción- es más blando, se deshace entre los dedos y
puesto al aire se enciende fácilmente, pero su llama no es tan viva ni dura
tanto.
La diferencia estriba en que el
primero se compone de una pizarra degradada de mucho betún y de algún azufre y
que las partes integrantes del carbón de tierra o bien son unas tierras
arcillosas, podridas y quemadas por la acción de los fuegos subterráneos o
varios vegetales más o menos robustos que habiendo sufrido iguales impactos
fueron mineralizados con menos cantidad de betún. y más abundancia de azufre.
Su calidad no es tan ventajosa como la primera, pero no de menos uso en la
economía. Su característica es deshacerse en pedazos de figura cúbica o como
dados imitando algunas veces la fibra de madera.
El tal Joseph Cornide se inclina por
el carbón de tierra en la creencia de que cuanto más profundo será de mejor
calidad "pues debe haber retenido de mejor manera las partes bituminosas y
sulfúreas". Agrega que se puede hacer uso de él para fundiciones, fraguas,
fábricas de cal, de loza, vidrio, etc
"y cuando menos, para guisar", matiza. Para las operaciones
metalúrgicas es preciso despojarlo de las partes azufrosas. Recalca que puede
ser muy ventajoso para las manufacturas del Real Departamento de Ferrol
"que antes lo sacaba de Inglaterra y aún hoy lo trae de Asturias".
El estudioso, al hacer balance de
las razones que lo llevaron a la zona de As Pontes, reconoce que ya había oído
hablar de que "cerca de la veta de fierro de las Puentes se hallaba otra
de materia parecida al carbón, motivo por el cual me dirigí hacia allí".
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