La zona del lavadero de Canido, convertida en la actualidad en espacio de recreo para los niños y niñas |
"La infección fue acusada por los últimos
años del segundo tercio del siglo pasado (s. XIX) por mi, por el médico
municipal, don Ángel Linos, nuevamente por mi en 1875 como subdelegado de
Medicina y en varias juntas de sanidad, al mismo tiempo de las "De los
tres caños", Palomas, Dique y plaza de Armas. Solo logramos que se
destruyese la mortífera fuente de la calle Galiano que tantas vidas ha
segado".
Relata De la Iglesia otros estudios según los
cuales, la fuente de Insua era una de las más infectadas casi al igual que las
de San Amaro, Dique y plaza de Armas.
"La protesta del vecindario de Canido se
entiende -razona De la Iglesia- porque el vulgo confunde el grado de sabor del agua con su contenido
patógeno, que desconoce…"
El médico Santiago de la Iglesias y Santos |
No obstante, parece que este asunto se aprobó dos veces o cuando menos se producen informaciones periodísticas contradictorias toda vez que, tres años más tarde, se vuelve a escribir sobre la ampliación del lavadero, tal como se desprende del siguiente suelto de prensa con fecha 13-06-1931: "Se aprueba el proyecto para la ampliación del lavadero de la fuente de Ínsua". La otra aprobación, como queda explícito, fue en noviembre de 1928.
Pero antes de este último hito en el procedimiento formal, en septiembre de 1929, el periódico local da cuenta de que los vecinos rompen los precintos colocados en los caños para utilizar de nuevo las aguas cuyo uso se había prohibido. El alcalde Usero dictó severas y radicales sanciones contra los que en el futuro contravinieran la disposición municipal.
A todo lo anterior es preciso señalar que en las primeras décadas del siglo XIX de esta fuente manaba agua de excelente calidad "las mejores aguas de la población", de acuerdo con el relato del historiador José Montero Aróstegui.
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