Andrés Balsa con su hijo |
La Real Villa de Mugardos ha dado diversos personajes para la historia. Tenemos al audaz aviador Piñeiro, el gran nadador Abelardo López, el gran paisajista gallego, Felipe Bello Piñeiro, el profesor Santiago Montero Díaz y un hombre no tan conocido, pero que tiene una trayectoria de leyenda. Se trata de Andrés Balsa.
"Balsa, un boxeador yanqui que es gallego", así titulaba un periódico de Madrid del año 1928 refiriéndose a Andrés Balsa Antón, nacido en Mugardos el 11 de marzo de 1883. Era de origen humilde, medía 1,79 y pesaba 85 kilos. Se le conocía por su fortaleza física. Se le apodó el "bulldog gallego" y el "hércules galaico". Fue marino, boxeador, derribador de toros, masajista, entrenador, actor de cine, luchador de grecorramana...
A los 12 años embarcó en el "María Larrinaga" y en un viaje que hizo a Nueva York, el primer oficial del buque, que admiraba sus dotes atléticas, le invitó a que bajase a tierra. En Broadway Street vieron un cartelón en el que un luchador retaba a un contrincante con el premio de 500 dólares. El primer oficial lo animó y 500 dólares al bolsillo. Tenía entonces 19 años. Dejó el barco y ya se entregó a la lucha libre alcanzando en el 1915 el cetro mundial en un torneo en el que participaban 36 luchadores y que se celebró en N.Y.
Aburrido de ganar en esta modalidad, decidió probar en el boxeo. Un boxeador de color, Kid Norfoll, fue su primer rival en el ring. Fue un combate a seis rounds que terminó nulo. El propio Kid, según confesó, lo animó a seguir en este deporte. Inmediatamente comenzó un peregrinaje enfrentándose a figuras de renombre con un balance importante de victorias. En uno de sus viajes a Méjico fue invitado a una novillada en la que se vio obligado a agarrar a uno de los toros por las astas llegando a dominarlo. Ahí nació su afición como derribador de toros, que también practicó. Durante cuatro años paseó sus valores atléticos por América latina.
En 1911, los italianos se disponen a filmar "Quo Vadis", pero les faltaba un hombre que hiciera el papel de "Ursus", el esclavo, y Balsa por 5.000 dólares aceptó.
En su vida ejerció de "trainer" de fútbol y así llegó a Vigo para dirigir el Celta en la temporada 1925-26, con unos magníficos resultados, con victorias en el Metropolitano, Mestalla, San Mamés, Las Corts...Luego, tras su paso por Palencia en donde puso en marcha un gimnasio, organizó veladas y otras actividades, se vendría como masajista al Deportivo. Pero a todo esto sin abandonar el boxeo ya que en esa etapa ganó el campeonato gallego de pesos pesados. Más tarde se fue a Madrid dedicándose a preparar boxeadores, futbolistas y a dar clases de cultura física. También optó a la "Medalla de España" de boxeo y aquí cuenta en una entrevista que le hizo el "Nuevo Mundo" que como no quería que "algunas gentes" le viesen combatiendo en el ring "me presenté enmascarado", con diez victorias y tres derrotas.
De1931 a 1933 dirigió el
Castellón y en el 1935 el Valencia. En la Guerra Civil, se quedó en zona republicana y siguió en el cuerpo
técnico del Valencia hasta 1946, año en el que se le pierde la pista
definitivamente.
Como apunte anecdótico señalar que el Naval Club de Ferrol celebró una fiesta en su honor, a raíz de una señalada victoria en Londres, y Balsa correspondió regalándole a la entidad los guantes con los que peleó en dicha cita.
Agregar, finalmente, que su hijo Alberto Balsa Prieto (1927), llegó a militar en las filas del Racing de Ferrol en la temporada 1952-1953.
"Balsa, un boxeador yanqui que es gallego", así titulaba un periódico de Madrid del año 1928 refiriéndose a Andrés Balsa Antón, nacido en Mugardos el 11 de marzo de 1883. Era de origen humilde, medía 1,79 y pesaba 85 kilos. Se le conocía por su fortaleza física. Se le apodó el "bulldog gallego" y el "hércules galaico". Fue marino, boxeador, derribador de toros, masajista, entrenador, actor de cine, luchador de grecorramana...
A los 12 años embarcó en el "María Larrinaga" y en un viaje que hizo a Nueva York, el primer oficial del buque, que admiraba sus dotes atléticas, le invitó a que bajase a tierra. En Broadway Street vieron un cartelón en el que un luchador retaba a un contrincante con el premio de 500 dólares. El primer oficial lo animó y 500 dólares al bolsillo. Tenía entonces 19 años. Dejó el barco y ya se entregó a la lucha libre alcanzando en el 1915 el cetro mundial en un torneo en el que participaban 36 luchadores y que se celebró en N.Y.
Aburrido de ganar en esta modalidad, decidió probar en el boxeo. Un boxeador de color, Kid Norfoll, fue su primer rival en el ring. Fue un combate a seis rounds que terminó nulo. El propio Kid, según confesó, lo animó a seguir en este deporte. Inmediatamente comenzó un peregrinaje enfrentándose a figuras de renombre con un balance importante de victorias. En uno de sus viajes a Méjico fue invitado a una novillada en la que se vio obligado a agarrar a uno de los toros por las astas llegando a dominarlo. Ahí nació su afición como derribador de toros, que también practicó. Durante cuatro años paseó sus valores atléticos por América latina.
Balsa en su papel de masajista |
En su vida ejerció de "trainer" de fútbol y así llegó a Vigo para dirigir el Celta en la temporada 1925-26, con unos magníficos resultados, con victorias en el Metropolitano, Mestalla, San Mamés, Las Corts...Luego, tras su paso por Palencia en donde puso en marcha un gimnasio, organizó veladas y otras actividades, se vendría como masajista al Deportivo. Pero a todo esto sin abandonar el boxeo ya que en esa etapa ganó el campeonato gallego de pesos pesados. Más tarde se fue a Madrid dedicándose a preparar boxeadores, futbolistas y a dar clases de cultura física. También optó a la "Medalla de España" de boxeo y aquí cuenta en una entrevista que le hizo el "Nuevo Mundo" que como no quería que "algunas gentes" le viesen combatiendo en el ring "me presenté enmascarado", con diez victorias y tres derrotas.
De
Como apunte anecdótico señalar que el Naval Club de Ferrol celebró una fiesta en su honor, a raíz de una señalada victoria en Londres, y Balsa correspondió regalándole a la entidad los guantes con los que peleó en dicha cita.
Agregar, finalmente, que su hijo Alberto Balsa Prieto (1927), llegó a militar en las filas del Racing de Ferrol en la temporada 1952-1953.
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