domingo, 10 de noviembre de 2024

 

El Liceo de Artesanos utilizaba a mediados del s. XIX las bolas negra y blanca a la hora de resolver la admisión de socios.

 


 El Liceo de Artesanos tenía su sede en la c/Real a la altura de la plaza de Armas

A mediados del siglo XIX se funda El Liceo de Artesanos. Llegaron a ser miembros desde las autoridades superiores del departamento y los más elevados funcionarios de la administración local hasta los braceros más humildes, si tenían la fortuna de que la bola blanca les otorgase el ingreso como socios.

Lo de la bola blanca pone de relieve el riguroso filtro que había que superar para formar parte de la familia liceísta. Casi se exigía una especie de limpieza de sangre. No bastaba ser hombre de bien al que nadie pudiera tachar sino que era menester que los informes reservados relativos a su madre, esposa e hijos fuesen excelentes, criba que terminaba con fallo sin apelación.

Sus socios se contaban por varios centenares. La modesta cuota de una peseta mensual pagada por los asociados de recreo y la de 1,25 primero y 1,50 después, que satisfacían los llamados socios de socorro, bastaban a cubrir las atenciones sociales.

Eran dos las categorías de recreo y de socorro con derecho los de la segunda, al disfrute de dietas y médico en caso de enfermedad. Esta sección ponía a veces en apuros económicos a la caja social, cuando los céntimos cotizados sumaban menos que los gastos del auxilio prestado a los enfermos. De aquí que surgían controversias en las juntas generales convocadas para la reforma del reglamento, con objeto de armonizar las dos tendencias y proveer a las necesidades del socorro con mayor desahogo.

Destacan las referencias consultadas, fundamentalmente un trabajo firmado por Manuel Comellas, publicado en El Correo Gallego (“Recuerdos de antaño”), que de las disensiones entre recreo y socorro vino la disolución del reconocido Liceo de la que resultaron el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. La primera virtud que honraba al Liceo de Artesanos, a diferencia de otros, es que, en su sede, calle Real a la altura de la plaza de Armas, no se jugaba a los “prohibidos”.  La segunda ventaja que la distinguía era el poseer una selecta biblioteca de algunos centenares de volúmenes, entre los que sobresalían los 71 tomos de la Biblioteca de Autores Españoles. Y, por último, funcionaba un gabinete de lectura dotado de numerosos diarios.

Dice Comellas que “en aquellos días en que no existía en Ferrol la circulación callejera de periódicos, era la lectura de esas hojas volanderas, patrimonio casi exclusivo de los consagrados a la política, contados por los dedos de las manos y aún sobraban dedos. Y a algunos socios se les concedía la merced de llevarle a domicilio el periódico del día anterior para engolfarse en su lectura”.

Famoso fue durante largo tiempo el cuadro de declamación y de zarzuela que esta entidad organizó, sosteniendo en el antiguo Teatro Filarmónico, más tarde convertido en Cocina Económica, varias temporadas “de gratísimo solaz”.

Un aparte merece las cátedras nocturnas, precursoras en más de medio siglo, de la Escuela de Artes y que Manuel Comellas las describe así:

“Recordamos a los señores don Prudencio de Urkullu, comandante de ingenieros de la Armada, don Manuel Estrada y Madan, Jefe del mismo cuerpo, don Andrés Avelino Comerma, cuya larga vida y permanencia entre nosotros hízole ser conocido de la actual generación, don Buenaventura Pueyo, Don Juan Velasco, los hermanos señores Fontenla, maestros del Arsenal y, en fin, don Jesús Veres, profesor de música y pianista de la sociedad. Porque es bien que se sepa como aquellos buenos artesanos mostraron su gusto por el arte, sosteniendo con decorosa remuneración un pianista a diario. En aquella Academia se explicaban matemáticas, física, química, gramática castellana, dibujo lineal de figura, paisaje y adorno y solfeo. Entre los alumnos de dibujo haré mención del honradísimo obrero de ideas extremistas, señor Peña, “Peñita” le decíamos familiarmente, que tomó parte en la intentona revolucionaria de Pozas y uno de los 14 que sorprendieron a la autoridad del Arsenal y que al emigrar a la Argentina pereció en el naufragio del Borussia”.

Una sociedad con proyección mediática

Medios de la época hacían un especial seguimiento a la sociedad liceísta. Del Álbum Literario extraemos algunos fragmentos, por ejemplo, la atención prestada a la inauguración brillando “los espaciosos salones del piso principal, lujosa y confortablemente decorados”. Añadía que la Junta directiva, “que además de una acertada administración, había demostrado exquisito gusto para la elección de alfombras cortinajes y cuánto con el decorado de dicho salón se refiere, era digna de plácemes por las reformas realizadas”.

En el Álbum Pintoresco del Ferrol se comentaba que al Liceo le venía mejor el nombre de Casino. Destacaba que esta sociedad “tiene por objeto procurar a sus socios el recreo honesto y agradable que les permiten sus facultades y también tiende a procurar la instrucción de estos y de sus hijos por medio del establecimiento de cátedras de enseñanza”, a las que acabamos de hacer referencia. Describe el inmueble constituido en dos casas unidas en el frente Sur de la Plaza de Armas. Hace notar igualmente, que, contiguo a este local, había otro departamento con distintos servicios. Hasta aquí los aspectos destacados por el Álbum Pintoresco del Ferrol, de José Baamonde y Ortega. Añadiremos que fueron presidentes, entre otros, Manuel de la Riva y Soto, Lorenzo de Castro, José Fernández Lamaza…

 La ruptura

Señalábamos líneas atrás que eran motivo de disensiones los intereses entre las secciones de recreo y de socorro que, finalmente, llevó a la desintegración del Liceo de Artesanos, resultando de la ruptura entre socios el nacimiento de dos entidades el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. Esto sucedía en el año 1884. El 4 de mayo El Correo Gallego se hacía eco de los rumores que apuntaban al mal momento por el que estaba atravesando el citado Liceo. Se decía incluso que se había producido un embargo sobre unos muebles que se le habían servido recientemente.

El 4 de junio ya se anunciaba la creación de una comisión organizadora que indicaba que la sede provisional del antiguo Liceo de Artesanos, ahora Nuevo Liceo de Artesanos, sería el “Café Universal”, que había cerrado y que el propietario lo había cedido a la apurada (económicamente) sociedad. Al día siguiente se podía leer que en breve quedaría entregado en la alcaldía un ejemplar del reglamento orgánico de la nueva sociedad Centro Recreativo. Por su parte, el Nuevo Liceo de Artesanos da cuenta de haber adquirido las casas números 56 y 58 de la calle Real, a la sazón llamada de Sinforiano López. Y de esta manera, surgiendo de las cenizas del Liceo de Artesanos, las nuevas entidades Nuevo Liceo que se quedaba con la sección de socorro y Centro Recreativo se encaminaban con sendos y renovados horizontes.

La ruta que siguieron estas nuevas sociedades quedarían, en todo caso, para otro capítulo.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 10-11-2024

 

 

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