El Liceo de Artesanos utilizaba a mediados del s. XIX las bolas negra y blanca a la hora de resolver la admisión de socios.
El Liceo de Artesanos tenía su sede en la c/Real a la altura de la plaza de Armas
A mediados
del siglo XIX se funda El Liceo de Artesanos. Llegaron a ser miembros desde las
autoridades superiores del departamento y los más elevados funcionarios de la
administración local hasta los braceros más humildes, si tenían la fortuna de
que la bola blanca les otorgase el ingreso como socios.
Lo de la
bola blanca pone de relieve el riguroso filtro que había que superar para formar
parte de la familia liceísta. Casi se exigía una especie de limpieza de sangre.
No bastaba ser hombre de bien al que nadie pudiera tachar sino que era menester
que los informes reservados relativos a su madre, esposa e hijos fuesen
excelentes, criba que terminaba con fallo sin apelación.
Sus socios
se contaban por varios centenares. La modesta cuota de una peseta mensual
pagada por los asociados de recreo y la de 1,25 primero y 1,50 después, que
satisfacían los llamados socios de socorro, bastaban a cubrir las atenciones
sociales.
Eran dos las
categorías de recreo y de socorro con derecho los de la segunda, al disfrute de
dietas y médico en caso de enfermedad. Esta sección ponía a veces en apuros
económicos a la caja social, cuando los céntimos cotizados sumaban menos que
los gastos del auxilio prestado a los enfermos. De aquí que surgían controversias
en las juntas generales convocadas para la reforma del reglamento, con objeto
de armonizar las dos tendencias y proveer a las necesidades del socorro con
mayor desahogo.
Destacan las
referencias consultadas, fundamentalmente un trabajo firmado por Manuel Comellas,
publicado en El Correo Gallego (“Recuerdos de antaño”), que de las disensiones
entre recreo y socorro vino la disolución del reconocido Liceo de
la que resultaron el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo.
La primera virtud que honraba al Liceo de Artesanos, a diferencia de otros, es
que, en su sede, calle Real a la altura de la plaza de Armas, no se jugaba a
los “prohibidos”. La segunda ventaja que
la distinguía era el poseer una selecta biblioteca de algunos centenares de
volúmenes, entre los que sobresalían los 71 tomos de la Biblioteca de Autores
Españoles. Y, por último, funcionaba un gabinete de lectura dotado de numerosos
diarios.
Dice
Comellas que “en aquellos días en que no existía en Ferrol la circulación
callejera de periódicos, era la lectura de esas hojas volanderas, patrimonio
casi exclusivo de los consagrados a la política, contados por los dedos de las
manos y aún sobraban dedos. Y a algunos socios se les concedía la merced de
llevarle a domicilio el periódico del día anterior para engolfarse en su
lectura”.
Famoso fue
durante largo tiempo el cuadro de declamación y de zarzuela que esta entidad
organizó, sosteniendo en el antiguo Teatro Filarmónico, más tarde convertido en
Cocina Económica, varias temporadas “de gratísimo solaz”.
Un aparte
merece las cátedras nocturnas, precursoras en más de medio siglo, de la Escuela
de Artes y que Manuel Comellas las describe así:
“Recordamos
a los señores don Prudencio de Urkullu, comandante de ingenieros de la Armada,
don Manuel Estrada y Madan, Jefe del mismo cuerpo, don Andrés Avelino Comerma, cuya
larga vida y permanencia entre nosotros hízole ser conocido de la actual
generación, don Buenaventura Pueyo, Don Juan Velasco, los hermanos señores
Fontenla, maestros del Arsenal y, en fin, don Jesús Veres, profesor de música y
pianista de la sociedad. Porque es bien que se sepa como aquellos buenos
artesanos mostraron su gusto por el arte, sosteniendo con decorosa remuneración
un pianista a diario. En aquella Academia se explicaban matemáticas, física,
química, gramática castellana, dibujo lineal de figura, paisaje y adorno y
solfeo. Entre los alumnos de dibujo haré mención del honradísimo obrero de
ideas extremistas, señor Peña, “Peñita” le decíamos familiarmente, que tomó
parte en la intentona revolucionaria de Pozas y uno de los 14 que sorprendieron
a la autoridad del Arsenal y que al emigrar a la Argentina pereció en el
naufragio del Borussia”.
Una
sociedad con proyección mediática
Medios de la
época hacían un especial seguimiento a la sociedad liceísta. Del Álbum Literario
extraemos algunos fragmentos, por ejemplo, la atención prestada a la
inauguración brillando “los espaciosos salones del piso principal, lujosa y
confortablemente decorados”. Añadía que la Junta directiva, “que además de una
acertada administración, había demostrado exquisito gusto para la elección de
alfombras cortinajes y cuánto con el decorado de dicho salón se refiere, era
digna de plácemes por las reformas realizadas”.
En el Álbum Pintoresco del Ferrol se comentaba que al
Liceo le venía mejor el nombre de Casino. Destacaba que esta sociedad “tiene
por objeto procurar a sus socios el recreo honesto y agradable que les permiten
sus facultades y también tiende a procurar la instrucción de estos y de sus
hijos por medio del establecimiento de cátedras de enseñanza”, a las que
acabamos de hacer referencia. Describe el inmueble constituido en dos casas unidas
en el frente Sur de la Plaza de Armas. Hace notar igualmente, que, contiguo a este
local, había otro departamento con distintos servicios. Hasta aquí los aspectos
destacados por el Álbum Pintoresco del Ferrol, de José Baamonde y Ortega.
Añadiremos que fueron presidentes, entre otros, Manuel de la Riva y Soto,
Lorenzo de Castro, José Fernández Lamaza…
Señalábamos
líneas atrás que eran motivo de disensiones los intereses entre las secciones
de recreo y de socorro que, finalmente, llevó a la desintegración del Liceo de
Artesanos, resultando de la ruptura entre socios el nacimiento de dos entidades
el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. Esto sucedía
en el año 1884. El 4 de mayo El Correo Gallego se hacía eco de los rumores que
apuntaban al mal momento por el que estaba atravesando el citado Liceo. Se
decía incluso que se había producido un embargo sobre unos muebles que se le
habían servido recientemente.
El 4 de junio ya se anunciaba la creación de una comisión organizadora que indicaba que la sede provisional del antiguo Liceo de Artesanos, ahora Nuevo Liceo de Artesanos, sería el “Café Universal”, que había cerrado y que el propietario lo había cedido a la apurada (económicamente) sociedad. Al día siguiente se podía leer que en breve quedaría entregado en la alcaldía un ejemplar del reglamento orgánico de la nueva sociedad Centro Recreativo. Por su parte, el Nuevo Liceo de Artesanos da cuenta de haber adquirido las casas números 56 y 58 de la calle Real, a la sazón llamada de Sinforiano López. Y de esta manera, surgiendo de las cenizas del Liceo de Artesanos, las nuevas entidades Nuevo Liceo que se quedaba con la sección de socorro y Centro Recreativo se encaminaban con sendos y renovados horizontes.
La ruta que siguieron estas nuevas sociedades quedarían, en todo caso, para otro capítulo.
Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 10-11-2024
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