viernes, 16 de diciembre de 2016

Los "pifostios" que se originaban debido al alcohol en las misas del gallo de la Nochebuena decimonónica

Los intelectuales locales publicaban en "El Correo Gallego"sus reflexiones y colaboraciones
en torno a la Nochebuena

Hice un repaso a mi hemeroteca (fundamentalmente "El Correo Gallego") para ver como se vivían las fiestas navideñas hacia finales del siglo XIX. Claro, el voraz consumismo actual no operaba por aquel entonces y eso se acusa en que apenas había referencias a las actividades programadas y si se insertaban se quedaban en meros sueltos informativos, sin titulares destacados lo que, dicho sea de paso, me obligó a afinar el ojo. Se prestaba más relevante atención a la Nochebuena de otros países. O, en todo caso, se cubría el expediente con reflexiones más o menos traídas al caso por escritores locales de la época: Joaquín de Arévalo, V. Novo y García, Eduardo de Pato...


Las "turcas" en las misas del gallo


Rompían el ambiente anodino de las fiestas navideñas decimonónicas los "pifostios" que se organizaban en las misas del gallo. Por ejemplo, 1885, misa del gallo en la capilla del Hospital Militar. El cronista dice "mucha gente como de costumbre y como de costumbre también alguna que otra "turca" exhibiéndose estúpidamente en lugar sagrado". El periodista sigue y precisa "se comprende que la misa del gallo haya sido suprimida de las iglesias porque aun celebrándose en capillas que podríamos llamar reservadas y limitando mucho el permiso de entrada, no se puede evitar el escándalo de los que "cenan fuerte".
En el año 1885, la crónica señala "es mucho el consumo de peleón (¿?) y otros líquidos lo que hace que los cerebros funcionen en casos tales con mayor excitación que de ordinario". Sobre la misa del gallo "hubo misa en los dos hospitales, de Caridad y Militar. La primera no fue pública y varios individuos apedrearon las ventanas del hospital".
Año 1900, misa del gallo en el convento de la Enseñanza "en la que se promovió un pequeño tumulto con intervención de la policía municipal".


¿Qué balances se hacían en el tránsito de año?

Me quedé con el fin de año de 1880. El periodista de "El Correo Gallego" señala que durante los doce meses, Ferrol no ha sentido los efectos de mejora alguna. Añado textuales:
"Sin ferrocarril estábamos y sin ferrocaril seguimos; sin alumbrado de gas comenzamos el año y con alumbrado de petróleo lo terminamos...siguen paralizados los trabajos del Teatro nuevo y la plaza del mercado". Como dato, tal vez más pintoresco que de interés general, reseña que "nos ha visitado un yate imperial ruso, el "Livadia" en el que, por cierto, la leyenda dice que viajaba el compositor musical Rimsky Korsacov. Pero esta historia la dejo para otra ocasión. La referencia periodística acusa igualmente que no se colocó la estatua de Sánchez Barcaiztegui "y no se derribaron aquellos vejestorios de casas que dan frente al muelle Curuxeiras. Esto ya no es tan decimonónico, diría yo, vista la situación actual de Ferrol Vello.
Ahora bien, aflora en este tiempo el Ferrol de los matemáticos. En este período se imprimieron "Geometría analítica", de Julio Meirás, "Ejercicios de trigonometría", de Ángel García, "Aritmética elemental" del mismo autor, algunos de los cuales se elevaron a la categoría del ibros de texto. También empezó a publicarse un periódico diario "El Brigantino". Finalmente, el cronista concluía "Si el año que hoy termina no nos trajo grandes males, tampoco se puede afirmar que nos trajera grandes bienes".

Las parrandas nocturnas

Antaño como hogaño, la gente, después de la cena en familia, salía a la calle, unos a pasear arriba y abajo en plan "troula", otros refugiándose en las salas de los liceos recreativos. Así se escribía en 1890: "las calles de la ciudad estuvieron toda la noche animadas de gente de bueno humor. Parrandas y grupos de familias pasearon calles y calles...bofetadas se repartieron algunas entre un grupo de ciudadanos que armados de guitarra recorrían la población. Un individuo agredió a otro descargándole un fuerte garrotazo en la cabeza "regalo de pascuas", apostilla el cronista. En la Nochebuena se daba una comida extraordinaria a los hospicianos y una pese o dos a los presos de la cárcel pública.
En el año 1900 se marcaba también un premio de 50 pesetas a cada uno de los niños o niñas, hijos de padres pobres, que vinieran al mundo en el nuevo siglo. Funcionaban el teatro y el cinematógrafo y los café, cafeterías y colmados estaban repletos de gente.



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