lunes, 25 de noviembre de 2024

 

El astillero de Vila y Cia., oro en la Exposición Regional de Lugo

 

 


En agosto de 1896, los astilleros de los señores Vila y Cía. de La Graña preparaban su presencia en la Exposición Regional de Lugo, que se llevaría a cabo entre los últimos días de agosto y el mes de octubre. La maqueta -pena de una foto, elemental en este caso- era considerada como una muestra de los adelantos que en pocos años ha hecho dicho establecimiento naval, “digno por todos conceptos del favor público y de la protección del Estado para el que está trabajando en la actualidad, pues a la perfección con que allí se ejecutan los trabajos, se une también la economía si se atiende a los precios bajísimos a que está construyendo los avisos torpederos de 823 toneladas “Doña María de Molina”, “Don Álvaro de Bazán” y “Marqués de la Victoria”, subrayaba el periódico de la época La Monarquía.

Dicha maqueta consistía en una mesa forrada por sus costados y tapa de paño encarnado con cantoneras de pino barnizado de 8,40 metros de largo, 2'00 de ancho y 0,90 de altura. Sobre dicha mesa descansaba una elegante urna de pino barnizado de 6,90 metros de largo, 1,35 de ancho y 1,30 de altura, cuyas caras laterales estaban divididas en tres marcos que cerraban tres grandísimos cristales y cuyas cabezas lo formaba uno solo.

Dentro de la urna y figurando una grada, asienta sobre sus picaderos el modelo del cañonero “Doña María de Molina”, compuesto de dos cuerpos separados, el de proa y el de popa. Este modelo, que es todo de cedro sin barniz alguno, está forrado por un costado y completamente abierto por el otro a fin de dejar ver todos los detalles de construcción, como cuadernas, bajos, mamparos y distribución interior, apreciándose los menores detalles “ejecutados con una perfección y acabamiento tal que dudamos pueda presentarse un ejemplar mejor en ningún astillero de los más afamados del extranjero”, enfatiza la crónica.

 

La historia, en cuadros de nogal

Por las dimensiones de la vitrina, la tapa de esta deja desde el asiento hasta los bordes un espacio de unos cincuenta centímetros todo alrededor. Este espacio ha sido ocupado del modo siguiente: en las cabezas se han colocado dos magníficos cuadros de nogal barnizados, en uno de los cuales va en breves líneas la historia del Astillero, el más antiguo de los particulares de España, historia formada en extracto con los nombres de los barcos que construyó en su primera época, barcos de madera y vela; segunda de barcos de madera y de vapor y tercera de barcos de acero, de guerra y mercantes, “que acusan cuanto ha contribuido y contribuye la casa de Vila al progreso de las industrias navales españolas”.

El otro cuadro recreaba los cañoneros que en ese momento construía la casa para la Marina de guerra, con una descripción sumario de sus partes más importantes como dimensiones principales, casco, máquinas, distribución de mamparos, artillería, etc. Este trabajo hecho por el delineante Tomás Lorenzo Pardo “revela en su autor grandísima paciencia por los minuciosos y diminutos detalles que encierra y, al mismo tiempo, la delicadeza de sus líneas pone muy alto el nombre de ese delineante entre los de su clase por la perfección del trabajo”.

Encima de la mesa y a un costado y otro, artísticamente colocados, se ubican dos modelos de despiece del “María de Molina” y de los tres cañoneros “Marqués de Molíns”, “Vicente Yañez Pinzón” y “Galicia”, construidos tres años atrás por la casa Vila y a esa altura prestando servicio en la Isla de Cuba. También se han repartido, en los huecos que dejan los modelos, fotografías del astillero y de los talleres y gradas, así como dos modelos al natural de remachado de plancha, uno representando los remaches de punta de diamante usado para las calderas de vapor uniendo dos planchas solapadas y otro de dos planchas a tope con cubrejuntas de dos filas de remaches con cabeza a nivel de la cara vista.

Llamaba la atención en esta plancha el calafateo de su junta, “la cual es imposible de percibir ni aun para la mejor vista acusando una notable habilidad en los operarios que lo han ejecutado”. Completan el espacio sobrante sobre la mesa, un sombrero de teja y una montera hechos con plancha de acero de tres milímetros repujada en la fragua y sin soldadura alguna,” trabajo notable que acredita una vez más que los operarios ferrolanos de metales no tienen que envidiar en cuanto a destreza e inteligencia a los de ninguna parte”. Las caras verticales que cierran la mesa ostentan en sus cabezas un rótulo que dice: «Astillero de Vila y Cía—LaGraña. Ferrol» y en los tres marcos de las laterales "se han formado otros tantos trofeos hechos con herramientas de herreros, armadores, remachadores, carpinteros y algunos atributos de marina.

Candelabros de bronce

Rodean, finalmente, la instalación unos candeleros de bronce unidos por un cabo de abacá, formando a una distancia de medio metro de la mesa una valla que impide que los visitantes de la exposición puedan aproximarse demasiado y tocar los objetos expuestos.

Insistimos, vista la descripción de la maqueta a exposición, cuánto desearíamos tener una fotografía que, realmente, economizaría palabra escrita y reflejaría, huyendo de un texto, tal vez algo tedioso, el arte de las personas que han participado en su diseño y construcción. Tal es así que el articulista de La Monarquía terminaba de esta guisa:

“Al terminar nuestra reseña, no podemos menos de felicitar con entusiasmo verdadero a los señores Vila, a sus ingenieros, y a su inteligente y laboriosa maestranza, porque todos no solo contribuirán sin duda alguna a dejar en la próxima exposición bien sentado el pabellón de la industria ferrolana, sino que serán allí un testimonio para los de otras provincias que no la conocen de cuan digna es de admiración y respeto por todos los españoles y sobre todo por sus Gobiernos, que si no la han atendido siempre cual se merece, habrá sido tal vez por no conocerla de cerca y de una manera práctica y tangible”. Dicho queda y añadamos que la artística maqueta fue medalla de oro en la citada Exposición Regional de Lugo, junto con el Arsenal y Escuela de Artes y Oficios, entre otros.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 24-11-2024

martes, 19 de noviembre de 2024

 

        Un recorrido por las antiguas Casas Consistoriales


Esta fue la sede del Ayuntamiento anterior a la actual

La crónica de la época señala que, en vísperas de inaugurarse el nuevo Palacio Municipal que hoy conocemos, “se van apagando las polémicas que con referencia al mismo se habían originado. Empezaron estas por el asunto del emplazamiento del edificio. Se discutió luego sobre su aspecto y estilo de facto arquitectónico, para tomar después la crítica popular como blanco, las esculturas que adornan su fachada y sobre todo, las dos sirenas colocadas en ambos lados del escudo de armas de la ciudad. Por si fuera poco, todavía el comadreo callejero, tan dado a señalar parecidos, casi llegó a negar la paternidad de la obra a su proyectista, encontrando la ascendencia del futuro consistorio en otras construcciones congéneres”.

Dejando a un lado la polémica, será ilustrativo lanzar una mirada retrospectiva para apreciar las características de los locales que han ido ocupando sucesivas corporaciones municipales a través de los tiempos.

Consta en acta del Ayuntamiento, que en el año 1613 se habían realizado varias libranzas para construir en la puerta del Castro, la llamada Torre Antigua, con el objeto de colocar en ella el reloj público, y para que sirviese además de sala consistorial y de cárcel. Esta edificación debió de ser reducida e incómoda en grado sumo, puesto que el Conde de Lemos, en carta-orden del 4 de marzo de 1716, mandó establecer por cuenta del municipio otro presidio, disposición que se llevó a efecto adquiriendo de la obra pía Virgen del Rosario una casa situada entre las señaladas con los números 22 y 25 de la calle, que por la causa antedicha, se llama de la cárcel vieja. A este edificio se trasladó también el concejo, cuyas facultades quedaban reducidas poco más que a la provisión de cargos subalternos, pues el nombramiento de alcalde y procurador general lo hacía al Conde de Andrade. Las asambleas de vecinos se celebraban en el atrio de la capilla de San Roque ya que el edificio municipal era insuficiente para su función.

Así las cosas, aparece la Real Cédula de 21 de diciembre de 1733, en virtud de la cual las nobles casas de Andrade y Lemos cesaron en el dominio que había ejercido por espacio de 392 años sobre la villa, pasando esta con sus 222 vecinos a depender de la Corona. El monarca entonces se reservó el derecho de nombrar al alcalde mayor letrado que a la vez sirva de auditor de guerra del departamento. Decreto dado por Felipe II el 7 de junio de 1734. Varias personas pasaron sin pena ni gloria por este puesto hasta que el Rey Carlos III nombró para ocuparlo a Manuel Álvarez Caballero. La descripción que del edificio municipal hace este ilustre corregidor en el acta del 4 de noviembre de 1786 no puede ser más elocuente y desconsoladora. En ella expone que cuando al tomar posesión de su cargo pasó a visitar a los presos, se encontró con que aquellos desgraciados estaban sepultados en una lóbrega triste y húmeda bodega sin separación cuando ya el Emperador Constantino dijera que la cárcel había de ser lugar seguro y saludable.

Su impresión no mejoró al ver que las reuniones del concejo tenían que celebrarse en la propia habitación del alcalde, desprovista de todo ornamento, de forma que ni silla de Presidencia había. El archivo lo formaban unas viejas arcas en las que estaban metidos sin orden ni método los documentos.

En vista de lo que antecede, realizó gestiones cerca del monarca para la construcción de una nueva casa consistorial, con arreglo a los planos hechos por el coronel de ingenieros y sargento mayor de la plaza, don Dionisio Sánchez Aguilera. “Pero entonces, como ahora, empezaron algunos timoratos a decir que la obra proyectada era de una envergadura exagerada para Ferrol”. Como consecuencia, el señor Álvarez Caballero dijo que quien más ennoblece a los pueblos son los magníficos edificios cuya memoria aún después de su ruina duran los futuros siglos. Y reforzaba su aserto con obras como el templo de Diana en Éfeso; en Cartago el monumento en honor de Juno; en Bizancio, sus nobles murallas a Babilonia, etc., y a España, el monasterio de San Lorenzo del Escorial.

Por otra parte, nuestro municipio, que no hacía muchos decenios había recibido a doña Ana María de Neoburgo, esposa de Carlos II, era un lugar muy visitado, no solamente por altos dignatarios de la Corte, a los que era preciso dar un alojamiento en consonancia con su alcurnia, sino incluso por extranjeros, los cuales se temía que podrían llevarse una mala imagen. La realidad era que la única construcción digna de alabanza eran sus arsenales.

A pesar del celo y de la actividad desplegada por el señor Álvarez Caballero en favor de la edificación del nuevo consistorio, no pudo ver su propósito convertido en realidad por haberse trasladado a Valladolid para desempeñar el cargo de oidor de aquella chancillería. No obstante, antes de su marcha reparó la sala de la Torre antigua, donde volvieron a celebrarse las sesiones desde 1784 a 1788. En este periodo, reconociéndose la imperiosa necesidad de proporcionar instalación adecuada a una cátedra de latinidad y a una escuela pública, se acordó construir en el llamado campo de la horca, frente a la calle del Desengaño, un edificio. Ocupada la planta baja del mismo por los centros docentes citados y quedando vacíos en el primer piso unos salones amplios, trasladó a ellos el ayuntamiento, su sala de sesiones y su archivo.

Tres años más tarde se aprobaba el proyecto de casa consistorial que había mandado confeccionar el señor Álvarez Caballero. Dicha obra, que se pretendía hacer en la Plaza de Dolores, se llevó a cabo al fin en el corralón destinado a la custodia de las astillas del arsenal. Se trata de la cárcel nueva, edificio que posteriormente fue ocupado por el Instituto de Enseñanza Media y después Gobierno militar, hoy Abanca. Comenzaron los trabajos el 17 de marzo de 1794, para terminar a principios del 1802, instalándose inmediatamente en el nuevo edificio, las dependencias municipales y los presos de la cárcel vieja.

Pero el Ayuntamiento no había de encontrar todavía aquí su alojamiento definitivo y así, en 1847 volvió a establecer sus oficinas en la casa que había dejado antes, debiendo esperarse a 1953 para hacer el traslado al actual Palacio Municipal, ahora renovado.  El inmueble que dejaba se convirtió durante la dictadura franquista en el sindicato vertical.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 17-11-2024

domingo, 10 de noviembre de 2024

 

El Liceo de Artesanos utilizaba a mediados del s. XIX las bolas negra y blanca a la hora de resolver la admisión de socios.

 


 El Liceo de Artesanos tenía su sede en la c/Real a la altura de la plaza de Armas

A mediados del siglo XIX se funda El Liceo de Artesanos. Llegaron a ser miembros desde las autoridades superiores del departamento y los más elevados funcionarios de la administración local hasta los braceros más humildes, si tenían la fortuna de que la bola blanca les otorgase el ingreso como socios.

Lo de la bola blanca pone de relieve el riguroso filtro que había que superar para formar parte de la familia liceísta. Casi se exigía una especie de limpieza de sangre. No bastaba ser hombre de bien al que nadie pudiera tachar sino que era menester que los informes reservados relativos a su madre, esposa e hijos fuesen excelentes, criba que terminaba con fallo sin apelación.

Sus socios se contaban por varios centenares. La modesta cuota de una peseta mensual pagada por los asociados de recreo y la de 1,25 primero y 1,50 después, que satisfacían los llamados socios de socorro, bastaban a cubrir las atenciones sociales.

Eran dos las categorías de recreo y de socorro con derecho los de la segunda, al disfrute de dietas y médico en caso de enfermedad. Esta sección ponía a veces en apuros económicos a la caja social, cuando los céntimos cotizados sumaban menos que los gastos del auxilio prestado a los enfermos. De aquí que surgían controversias en las juntas generales convocadas para la reforma del reglamento, con objeto de armonizar las dos tendencias y proveer a las necesidades del socorro con mayor desahogo.

Destacan las referencias consultadas, fundamentalmente un trabajo firmado por Manuel Comellas, publicado en El Correo Gallego (“Recuerdos de antaño”), que de las disensiones entre recreo y socorro vino la disolución del reconocido Liceo de la que resultaron el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. La primera virtud que honraba al Liceo de Artesanos, a diferencia de otros, es que, en su sede, calle Real a la altura de la plaza de Armas, no se jugaba a los “prohibidos”.  La segunda ventaja que la distinguía era el poseer una selecta biblioteca de algunos centenares de volúmenes, entre los que sobresalían los 71 tomos de la Biblioteca de Autores Españoles. Y, por último, funcionaba un gabinete de lectura dotado de numerosos diarios.

Dice Comellas que “en aquellos días en que no existía en Ferrol la circulación callejera de periódicos, era la lectura de esas hojas volanderas, patrimonio casi exclusivo de los consagrados a la política, contados por los dedos de las manos y aún sobraban dedos. Y a algunos socios se les concedía la merced de llevarle a domicilio el periódico del día anterior para engolfarse en su lectura”.

Famoso fue durante largo tiempo el cuadro de declamación y de zarzuela que esta entidad organizó, sosteniendo en el antiguo Teatro Filarmónico, más tarde convertido en Cocina Económica, varias temporadas “de gratísimo solaz”.

Un aparte merece las cátedras nocturnas, precursoras en más de medio siglo, de la Escuela de Artes y que Manuel Comellas las describe así:

“Recordamos a los señores don Prudencio de Urkullu, comandante de ingenieros de la Armada, don Manuel Estrada y Madan, Jefe del mismo cuerpo, don Andrés Avelino Comerma, cuya larga vida y permanencia entre nosotros hízole ser conocido de la actual generación, don Buenaventura Pueyo, Don Juan Velasco, los hermanos señores Fontenla, maestros del Arsenal y, en fin, don Jesús Veres, profesor de música y pianista de la sociedad. Porque es bien que se sepa como aquellos buenos artesanos mostraron su gusto por el arte, sosteniendo con decorosa remuneración un pianista a diario. En aquella Academia se explicaban matemáticas, física, química, gramática castellana, dibujo lineal de figura, paisaje y adorno y solfeo. Entre los alumnos de dibujo haré mención del honradísimo obrero de ideas extremistas, señor Peña, “Peñita” le decíamos familiarmente, que tomó parte en la intentona revolucionaria de Pozas y uno de los 14 que sorprendieron a la autoridad del Arsenal y que al emigrar a la Argentina pereció en el naufragio del Borussia”.

Una sociedad con proyección mediática

Medios de la época hacían un especial seguimiento a la sociedad liceísta. Del Álbum Literario extraemos algunos fragmentos, por ejemplo, la atención prestada a la inauguración brillando “los espaciosos salones del piso principal, lujosa y confortablemente decorados”. Añadía que la Junta directiva, “que además de una acertada administración, había demostrado exquisito gusto para la elección de alfombras cortinajes y cuánto con el decorado de dicho salón se refiere, era digna de plácemes por las reformas realizadas”.

En el Álbum Pintoresco del Ferrol se comentaba que al Liceo le venía mejor el nombre de Casino. Destacaba que esta sociedad “tiene por objeto procurar a sus socios el recreo honesto y agradable que les permiten sus facultades y también tiende a procurar la instrucción de estos y de sus hijos por medio del establecimiento de cátedras de enseñanza”, a las que acabamos de hacer referencia. Describe el inmueble constituido en dos casas unidas en el frente Sur de la Plaza de Armas. Hace notar igualmente, que, contiguo a este local, había otro departamento con distintos servicios. Hasta aquí los aspectos destacados por el Álbum Pintoresco del Ferrol, de José Baamonde y Ortega. Añadiremos que fueron presidentes, entre otros, Manuel de la Riva y Soto, Lorenzo de Castro, José Fernández Lamaza…

 La ruptura

Señalábamos líneas atrás que eran motivo de disensiones los intereses entre las secciones de recreo y de socorro que, finalmente, llevó a la desintegración del Liceo de Artesanos, resultando de la ruptura entre socios el nacimiento de dos entidades el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. Esto sucedía en el año 1884. El 4 de mayo El Correo Gallego se hacía eco de los rumores que apuntaban al mal momento por el que estaba atravesando el citado Liceo. Se decía incluso que se había producido un embargo sobre unos muebles que se le habían servido recientemente.

El 4 de junio ya se anunciaba la creación de una comisión organizadora que indicaba que la sede provisional del antiguo Liceo de Artesanos, ahora Nuevo Liceo de Artesanos, sería el “Café Universal”, que había cerrado y que el propietario lo había cedido a la apurada (económicamente) sociedad. Al día siguiente se podía leer que en breve quedaría entregado en la alcaldía un ejemplar del reglamento orgánico de la nueva sociedad Centro Recreativo. Por su parte, el Nuevo Liceo de Artesanos da cuenta de haber adquirido las casas números 56 y 58 de la calle Real, a la sazón llamada de Sinforiano López. Y de esta manera, surgiendo de las cenizas del Liceo de Artesanos, las nuevas entidades Nuevo Liceo que se quedaba con la sección de socorro y Centro Recreativo se encaminaban con sendos y renovados horizontes.

La ruta que siguieron estas nuevas sociedades quedarían, en todo caso, para otro capítulo.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 10-11-2024

 

 

martes, 5 de noviembre de 2024

 

El ayunador Papuss, en Ferrol

 

                                            Papuss haciendo ayuno en una urna de cristal

El 29 de julio de 1901, El Correo Gallego anunciaba en la primera página la actuación de Papuss en Ferrol. Explicaba que se trataba de un ayunador que se pasaba ocho días sin comer ni beber, metido en una urna de cristal y que practicaba números de fakir. Decía la nota que este personaje tenía 35 años y que había recorrido una gran parte del mundo. Se embarcó para las Indias en 20 de agosto de 1887, a fin de estudiar los indios fakires. Allí, en relación directa con una tribu de frailes fakires, estuvo dos años. De vuelta a Europa, decidió exhibirse en público.

El espectáculo consistía en introducirse en una urna de cristal triangular como una camilla. Una vez dentro de la urna, esta se cerraba con 25 tornillos. La urna se sumergía luego en el interior de un tanque de hierro de 2,5 metro de ancho por 3 de largo, que se llenaba de agua con cabida para 6.000 litros. En el fondo del tanque había un ventilador eléctrico que comunicaba directamente con la urna. Dentro de esta había varias bombillas eléctricas que a la vez prestaban calor a Papuss y permitían que el público pudiera verlo durante la noche. Así permanecía el ayunador los ocho días y el público podía entrar y salir a verlo pagando la entrada correspondiente.

Papuss, que a aquella altura había pasado por Madrid, Barcelona, Zaragoza, Vigo y Coruña, explicaba en sus comparecencias ante la prensa que tenía que, previamente, evacuar de su cuerpo toda materia sólida y seguir un tratamiento especial. Decía también que quedaba en estado cataléptico y que absorbía éter sulfúrico y bebía antes de dormir una materia especial “que no es evacuada de mi cuerpo o estómago hasta que las experiencias terminan”. Al salir, al cabo de ocho días, aún le quedarán fuerzas para levantar un peso de 100 kg.

La urna fue colocada en el teatro Jofre

Y con esta carta de presentación, viajó a Ferrol el 18 de agosto del citado año 1901 para exhibir su ayuno en el teatro Jofre. A las 22:00 hizo su entrada en la urna con grandes preparativos que sostenían la atención del público. Cuenta el cronista que al ser introducido en la urna esta se empañó con el vapor condensado de la respiración del ayunador. La urna se depositó en el vestíbulo del referido coliseo. Durante la madrugada fue visitado por bastantes curiosos. Durmió de un tirón hasta las 4:00 horas.

Dos días después, se comentaba que la “encerrona de Papuss tenía intrigada a mucha gente porque había quien no estaba dispuesto a creer ni concederle mérito”. No obstante, la curiosidad por saber de qué manera saldría de aquella experiencia mantenía en vilo a un sector importante de la población. El último día fue muy visitado. A las 21:00 horas fue conducida la urna al centro de la sala del teatro Jofre y colocada en dos caballetes de madera. Poco después se quitaron los tornillos que sujetaban la entrada de la urna y empezó a sacar su cuerpo con ayuda de dos empleados del teatro, actuando siempre de espalda al público. Seguidamente, dando muestras de tambalearse, se acercó al escenario, retirándose para hacer un rápido aseo. Luego cumplimentó el programa dando una vuelta al escenario portando un peso de 100 kg, mientras el público allí presente le dedicó una gran ovación.

Revelado el secreto

Unos días después, concretamente el 9 de septiembre, la Gaceta de Galicia, revelaba el secreto de Papuss. Cuenta que poca gente creía que pudiera mantener el ayuno durante ocho días “y ahora todo se ha descubierto gracias a haber reñido el supuesto ayunador y su empresario. Este pensaba exhibirlo en Gijón, Santander, Bilbao y San Sebastián, para lo cual se había dirigido a dichas poblaciones y puesto al habla con los dueños de los respectivos teatros. Ocurrió que, durante la clausura del espectáculo en Ferrol, Papuss tuvo la agudeza de dirigirse por su cuenta a los puntos referidos contratándose directamente y por lo tanto en mejores condiciones.

“Cuando terminado su experimento en la ciudad departamental, salió al aire, le dijo el empresario que se iban para Gijón y Papuss le contestó, “Me voy yo solo porque me contraté directamente para exhibirme en aquel teatro”.

Despechado, el empresario pensó en vengarse revelando el secreto de aquel número de circo de Papuss que consistía en que por un tubito colocado cerca de la cabeza recibía con mucho sigilo “y engullía con destreza trozos de pan, queso y mortadela”. El cabreado empresario contó aquello a los gerentes de los teatros a visitar y Papuss se quedó sin contratos, teniendo que marchar a Sevilla. Cuenta la Gaceta de Galicia que aquel episodio “dio lugar a escenas violentas entre ambos, enfrentamientos que hubieron de tener desagradables consecuencias”.

Detenido en Alemania

Realizado por mi parte un rastreo en otros periódicos de la provincia, Galicia y resto de España, observé que siempre se hablaba de Papuss pero no se aportaban sus señas de identidad, su procedencia, incluso cuanto pagaba el público por acudir a ver este número. En unos casos se le denominaba como Jorge Papuss, en otros, Mr.  Charles Bobill. En El Correo Gallego se le adjudicaba la edad de 35 años. En un periódico de Zaragoza se decía que el precio de entrada era de dos reales. Al fin, en una información en la que se destacaba que el ayunador había sido detenido por la policía en Alemania, hallé algunos datos sobre su personalidad.

Los agentes fueron a sacar a Papuss de la urna, denunciado por estafar al público. Su nombre era Jorge Vaillat, nacido en un pueblo de Francia y, según su pasaporte, había pertenecido al Regimiento de línea de África. En el documento figuraba como “artista lírico”. La propia policía denunció que Papuss se alimentaba por un tubo

Los ayunadores y Kafka

Los ayunadores se prodigaron a finales del siglo XIX y principios del XX. El médico Grande Covián decía que estos “padecen hambre varios días con el propósito de ganar dinero para poder seguir comiendo”. En definitiva, el ayuno como medida de supervivencia. Entre los más famosos, la literatura periodística destaca al italiano Giovanni Succi, además de Papuss en España.

Al respecto, para terminar, he de añadir que Kafka publicó en 1922 un relato titulado “Un artista del hambre”, inspirado precisamente en el italiano Succi.

 Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 03-11-2024, bajo el título genérico de "Curiosidades ferrolanas", apartado de Historia.