domingo, 8 de mayo de 2022

DESDE LA EMOCIÓN

 

El número 31 de la calle Galiano, sede hasta ahora del Diario de Ferrol, ayer enmudeció. Se apagaron los ordenadores, se cortaron las líneas de teléfono, los periodistas recogieron las carpetas que contienen 23 años de historias y relatos para trasladar todo ese background a un nuevo escenario habilitado para la redacción y la reflexión. En efecto, ayer fue día de mudanza, con los apuros y trastornos que implica un movimiento de este género y, sobre todo, con una singular carga emotiva.

Galiano 31 atesoraba un importante capítulo de la historia de esta ciudad y su comarca. Entre sus paredes -la maquinaria de impresión estaba en A Coruña- un valeroso equipo de periodistas, casi todos jóvenes y la mayoría mujeres, junto con un ajustado plantel de administración, publicidad y reparto, logró el “milagro”, esto es, dotar a Ferrol y su área de influencia de un periódico, de una voz propia. “Las cosas de aquí, contadas desde aquí”.
Entre sus paredes se fraguó y maduró una iniciativa en la que pocos creían, a sabiendas por ello, de que era imprescindible derribar auténticas barreras de escepticismo y actitudes de resistencia de parte de quienes pensaban, con peregrinas razones, que sería “flor de un día” y así lo pregonaban.
Entre esas paredes de Galiano 31, el equipo de DF, entregado a la causa y modelo de convivencia en el trabajo, convencido de que era imposible lo que no se intentaba, logró que el Diario de Ferrol empezara a medrar y madurar, convirtiéndose en tiempo récord en un referente de excelencia del Grupo La Capital al que pertenece.
Todos y todas funcionábamos como uno solo con criterios de libre ejercicio de la profesión, independencia de banderías políticas con respeto a la pluralidad y a las minorías, en busca de la verdad informativa y en el objetivo de rendir un servicio eficaz a los lectores y lectoras. La sociedad ferrolana y de la comarca captaron enseguida la fuerza y el ideal de nuestro trabajo y correspondieron generosamente, comprando el periódico, suscribiéndose y anunciándose. Quedó demostrado, díganmelo a mí, que Ferrol y su comarca es capaz de alimentar un medio de comunicación propio. Quedó probado que la orientación del medio, elemento decisivo, era la adecuada.
Referir las vicisitudes que hemos vivido, incluso resumirlas sería tarea de titanes. Es mucho el material que se agolpa en la memoria, desde aquellas jornadas primeras en las que cerrábamos la edición a las 3 ó 4 de la madrugada, entre gritos y apuros de la gente de Coruña que nos recibía y nos presionaba porque violábamos con creces los horarios previstos para la puesta en marcha de la rotativa, pasando por las horas felices de aquellas galas anuales, que se convirtieron en todo un clásico entre la sociedad ferrolana y ferrolterreña, o situaciones internas en las que poníamos a prueba nuestra capacidad creativa: suplemento cultural, Premios DF, Foro Ferrol Futuro…no digamos las propias celebraciones internas. No quedaba un cumpleaños por festejar o las reuniones gastronómicas en fechas especiales: fin de año, carnavales…Era tal la sintonía y el buen rollo que daba la impresión de que aquel equipo humano esperaba con anhelo el encuentro periódico fuera de las horas de trabajo. En fin…No voy a seguir. En todo caso, sería cuestión de verter esas vivencias en el “libro pendiente”.
El caso es que el Diario de Ferrol continúa. Son otras las circunstancias, pero ahí está, ahora en la calle Dolores (foto). Vaya nuestro cariño y ánimo a esos compañeros y compañeras que seguro que al dejar Galiano y volver la vista atrás, hicieron un pase rápido de la película de recuerdos, experiencias y nostalgias que hemos vivido en la ya vieja sede. Y, a lo mejor, hasta corrió una lágrima de emoción. Casi me pasa a mi escribiendo estas atropelladas líneas.
Ojalá que más pronto que tarde “Diario de Ferrol” pueda reverdecer ideales y situaciones.