miércoles, 20 de noviembre de 2013

El "coletilla", único maestro nacional en una época del Ferrol decimonónico castigado por la pobreza


Leyendo "historias" de un tiempo pretérito siempre se encuentran episodios que sin cobrar mayor relevancia son indicadoras de una situación concreta en un momento determinado. Me llamó la atención una de aquellas crónicas del "Ferrol de ayer" que firmaba Ricardo Nores Castro, Cronista Oficial de la Ciudad en los años setenta del siglo pasado. Comentaba el articulista las dificultades que  afrontaba la población ferrolana en los distintos campos de la hacienda, la beneficencia y la instrucción pública hace 190 años años, en el 1823. A la sazón había una sola escuela pública  regida por el maestro Jacobo Violán al que apodaban el "coletilla", por lucir coleta muchos años después de que pasara la moda. Su designación databa de finales del siglo XVIII "una vez comprobada su limpieza de sangre y sufrido examen de suficiencia". Tenía unos tres mil reales de sueldo por educar a un centenar de alumnos, auxiliado por un ayudante que percibía la mitad de la remuneración del titular. "El coletilla" llegó a sufrir una sanción de dos meses de sueldo por negarse a conducir a sus alumnos a las "letanías, rogativas o procesiones" protestando de que tal obligación le fuese impuesta no solo a él sino también los maestros de la privada. Alegaba que al dársele posesión nada se le había prevenido de asistir a actos religiosos. Aquel benemérito maestro nacional, único en su clase en Ferrol, que había comenzado a impartir la docencia en 1774 fallecería en 1825 pobre pero querido por todos. Para completar la fotografía del estado de la enseñanza en aquella época ha de añadirse que en Ferrol existían nueve escuelas privadas de niños y treinta y dos de niñas, atendidas por "personas carentes de la debida garantía y aún de moralidad". Narraba Nores Castro, remitiéndose a la información del siglo XIX, que, incluso, llegó a dar clase un expresidiario. El censo escolar  era de 777 alumnos, 334 niños y 443 niñas. "No se enseñaba otra cosa que el catecismo y la lectura y calceta y lectura a las niñas".  La escritura y la aritmética eran consideradas enseñanzas superiores.

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