martes, 19 de noviembre de 2024

 

        Un recorrido por las antiguas Casas Consistoriales


Esta fue la sede del Ayuntamiento anterior a la actual

La crónica de la época señala que, en vísperas de inaugurarse el nuevo Palacio Municipal que hoy conocemos, “se van apagando las polémicas que con referencia al mismo se habían originado. Empezaron estas por el asunto del emplazamiento del edificio. Se discutió luego sobre su aspecto y estilo de facto arquitectónico, para tomar después la crítica popular como blanco, las esculturas que adornan su fachada y sobre todo, las dos sirenas colocadas en ambos lados del escudo de armas de la ciudad. Por si fuera poco, todavía el comadreo callejero, tan dado a señalar parecidos, casi llegó a negar la paternidad de la obra a su proyectista, encontrando la ascendencia del futuro consistorio en otras construcciones congéneres”.

Dejando a un lado la polémica, será ilustrativo lanzar una mirada retrospectiva para apreciar las características de los locales que han ido ocupando sucesivas corporaciones municipales a través de los tiempos.

Consta en acta del Ayuntamiento, que en el año 1613 se habían realizado varias libranzas para construir en la puerta del Castro, la llamada Torre Antigua, con el objeto de colocar en ella el reloj público, y para que sirviese además de sala consistorial y de cárcel. Esta edificación debió de ser reducida e incómoda en grado sumo, puesto que el Conde de Lemos, en carta-orden del 4 de marzo de 1716, mandó establecer por cuenta del municipio otro presidio, disposición que se llevó a efecto adquiriendo de la obra pía Virgen del Rosario una casa situada entre las señaladas con los números 22 y 25 de la calle, que por la causa antedicha, se llama de la cárcel vieja. A este edificio se trasladó también el concejo, cuyas facultades quedaban reducidas poco más que a la provisión de cargos subalternos, pues el nombramiento de alcalde y procurador general lo hacía al Conde de Andrade. Las asambleas de vecinos se celebraban en el atrio de la capilla de San Roque ya que el edificio municipal era insuficiente para su función.

Así las cosas, aparece la Real Cédula de 21 de diciembre de 1733, en virtud de la cual las nobles casas de Andrade y Lemos cesaron en el dominio que había ejercido por espacio de 392 años sobre la villa, pasando esta con sus 222 vecinos a depender de la Corona. El monarca entonces se reservó el derecho de nombrar al alcalde mayor letrado que a la vez sirva de auditor de guerra del departamento. Decreto dado por Felipe II el 7 de junio de 1734. Varias personas pasaron sin pena ni gloria por este puesto hasta que el Rey Carlos III nombró para ocuparlo a Manuel Álvarez Caballero. La descripción que del edificio municipal hace este ilustre corregidor en el acta del 4 de noviembre de 1786 no puede ser más elocuente y desconsoladora. En ella expone que cuando al tomar posesión de su cargo pasó a visitar a los presos, se encontró con que aquellos desgraciados estaban sepultados en una lóbrega triste y húmeda bodega sin separación cuando ya el Emperador Constantino dijera que la cárcel había de ser lugar seguro y saludable.

Su impresión no mejoró al ver que las reuniones del concejo tenían que celebrarse en la propia habitación del alcalde, desprovista de todo ornamento, de forma que ni silla de Presidencia había. El archivo lo formaban unas viejas arcas en las que estaban metidos sin orden ni método los documentos.

En vista de lo que antecede, realizó gestiones cerca del monarca para la construcción de una nueva casa consistorial, con arreglo a los planos hechos por el coronel de ingenieros y sargento mayor de la plaza, don Dionisio Sánchez Aguilera. “Pero entonces, como ahora, empezaron algunos timoratos a decir que la obra proyectada era de una envergadura exagerada para Ferrol”. Como consecuencia, el señor Álvarez Caballero dijo que quien más ennoblece a los pueblos son los magníficos edificios cuya memoria aún después de su ruina duran los futuros siglos. Y reforzaba su aserto con obras como el templo de Diana en Éfeso; en Cartago el monumento en honor de Juno; en Bizancio, sus nobles murallas a Babilonia, etc., y a España, el monasterio de San Lorenzo del Escorial.

Por otra parte, nuestro municipio, que no hacía muchos decenios había recibido a doña Ana María de Neoburgo, esposa de Carlos II, era un lugar muy visitado, no solamente por altos dignatarios de la Corte, a los que era preciso dar un alojamiento en consonancia con su alcurnia, sino incluso por extranjeros, los cuales se temía que podrían llevarse una mala imagen. La realidad era que la única construcción digna de alabanza eran sus arsenales.

A pesar del celo y de la actividad desplegada por el señor Álvarez Caballero en favor de la edificación del nuevo consistorio, no pudo ver su propósito convertido en realidad por haberse trasladado a Valladolid para desempeñar el cargo de oidor de aquella chancillería. No obstante, antes de su marcha reparó la sala de la Torre antigua, donde volvieron a celebrarse las sesiones desde 1784 a 1788. En este periodo, reconociéndose la imperiosa necesidad de proporcionar instalación adecuada a una cátedra de latinidad y a una escuela pública, se acordó construir en el llamado campo de la horca, frente a la calle del Desengaño, un edificio. Ocupada la planta baja del mismo por los centros docentes citados y quedando vacíos en el primer piso unos salones amplios, trasladó a ellos el ayuntamiento, su sala de sesiones y su archivo.

Tres años más tarde se aprobaba el proyecto de casa consistorial que había mandado confeccionar el señor Álvarez Caballero. Dicha obra, que se pretendía hacer en la Plaza de Dolores, se llevó a cabo al fin en el corralón destinado a la custodia de las astillas del arsenal. Se trata de la cárcel nueva, edificio que posteriormente fue ocupado por el Instituto de Enseñanza Media y después Gobierno militar, hoy Abanca. Comenzaron los trabajos el 17 de marzo de 1794, para terminar a principios del 1802, instalándose inmediatamente en el nuevo edificio, las dependencias municipales y los presos de la cárcel vieja.

Pero el Ayuntamiento no había de encontrar todavía aquí su alojamiento definitivo y así, en 1847 volvió a establecer sus oficinas en la casa que había dejado antes, debiendo esperarse a 1953 para hacer el traslado al actual Palacio Municipal, ahora renovado.  El inmueble que dejaba se convirtió durante la dictadura franquista en el sindicato vertical.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 17-11-2024

domingo, 10 de noviembre de 2024

 

El Liceo de Artesanos utilizaba a mediados del s. XIX las bolas negra y blanca a la hora de resolver la admisión de socios.

 


 El Liceo de Artesanos tenía su sede en la c/Real a la altura de la plaza de Armas

A mediados del siglo XIX se funda El Liceo de Artesanos. Llegaron a ser miembros desde las autoridades superiores del departamento y los más elevados funcionarios de la administración local hasta los braceros más humildes, si tenían la fortuna de que la bola blanca les otorgase el ingreso como socios.

Lo de la bola blanca pone de relieve el riguroso filtro que había que superar para formar parte de la familia liceísta. Casi se exigía una especie de limpieza de sangre. No bastaba ser hombre de bien al que nadie pudiera tachar sino que era menester que los informes reservados relativos a su madre, esposa e hijos fuesen excelentes, criba que terminaba con fallo sin apelación.

Sus socios se contaban por varios centenares. La modesta cuota de una peseta mensual pagada por los asociados de recreo y la de 1,25 primero y 1,50 después, que satisfacían los llamados socios de socorro, bastaban a cubrir las atenciones sociales.

Eran dos las categorías de recreo y de socorro con derecho los de la segunda, al disfrute de dietas y médico en caso de enfermedad. Esta sección ponía a veces en apuros económicos a la caja social, cuando los céntimos cotizados sumaban menos que los gastos del auxilio prestado a los enfermos. De aquí que surgían controversias en las juntas generales convocadas para la reforma del reglamento, con objeto de armonizar las dos tendencias y proveer a las necesidades del socorro con mayor desahogo.

Destacan las referencias consultadas, fundamentalmente un trabajo firmado por Manuel Comellas, publicado en El Correo Gallego (“Recuerdos de antaño”), que de las disensiones entre recreo y socorro vino la disolución del reconocido Liceo de la que resultaron el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. La primera virtud que honraba al Liceo de Artesanos, a diferencia de otros, es que, en su sede, calle Real a la altura de la plaza de Armas, no se jugaba a los “prohibidos”.  La segunda ventaja que la distinguía era el poseer una selecta biblioteca de algunos centenares de volúmenes, entre los que sobresalían los 71 tomos de la Biblioteca de Autores Españoles. Y, por último, funcionaba un gabinete de lectura dotado de numerosos diarios.

Dice Comellas que “en aquellos días en que no existía en Ferrol la circulación callejera de periódicos, era la lectura de esas hojas volanderas, patrimonio casi exclusivo de los consagrados a la política, contados por los dedos de las manos y aún sobraban dedos. Y a algunos socios se les concedía la merced de llevarle a domicilio el periódico del día anterior para engolfarse en su lectura”.

Famoso fue durante largo tiempo el cuadro de declamación y de zarzuela que esta entidad organizó, sosteniendo en el antiguo Teatro Filarmónico, más tarde convertido en Cocina Económica, varias temporadas “de gratísimo solaz”.

Un aparte merece las cátedras nocturnas, precursoras en más de medio siglo, de la Escuela de Artes y que Manuel Comellas las describe así:

“Recordamos a los señores don Prudencio de Urkullu, comandante de ingenieros de la Armada, don Manuel Estrada y Madan, Jefe del mismo cuerpo, don Andrés Avelino Comerma, cuya larga vida y permanencia entre nosotros hízole ser conocido de la actual generación, don Buenaventura Pueyo, Don Juan Velasco, los hermanos señores Fontenla, maestros del Arsenal y, en fin, don Jesús Veres, profesor de música y pianista de la sociedad. Porque es bien que se sepa como aquellos buenos artesanos mostraron su gusto por el arte, sosteniendo con decorosa remuneración un pianista a diario. En aquella Academia se explicaban matemáticas, física, química, gramática castellana, dibujo lineal de figura, paisaje y adorno y solfeo. Entre los alumnos de dibujo haré mención del honradísimo obrero de ideas extremistas, señor Peña, “Peñita” le decíamos familiarmente, que tomó parte en la intentona revolucionaria de Pozas y uno de los 14 que sorprendieron a la autoridad del Arsenal y que al emigrar a la Argentina pereció en el naufragio del Borussia”.

Una sociedad con proyección mediática

Medios de la época hacían un especial seguimiento a la sociedad liceísta. Del Álbum Literario extraemos algunos fragmentos, por ejemplo, la atención prestada a la inauguración brillando “los espaciosos salones del piso principal, lujosa y confortablemente decorados”. Añadía que la Junta directiva, “que además de una acertada administración, había demostrado exquisito gusto para la elección de alfombras cortinajes y cuánto con el decorado de dicho salón se refiere, era digna de plácemes por las reformas realizadas”.

En el Álbum Pintoresco del Ferrol se comentaba que al Liceo le venía mejor el nombre de Casino. Destacaba que esta sociedad “tiene por objeto procurar a sus socios el recreo honesto y agradable que les permiten sus facultades y también tiende a procurar la instrucción de estos y de sus hijos por medio del establecimiento de cátedras de enseñanza”, a las que acabamos de hacer referencia. Describe el inmueble constituido en dos casas unidas en el frente Sur de la Plaza de Armas. Hace notar igualmente, que, contiguo a este local, había otro departamento con distintos servicios. Hasta aquí los aspectos destacados por el Álbum Pintoresco del Ferrol, de José Baamonde y Ortega. Añadiremos que fueron presidentes, entre otros, Manuel de la Riva y Soto, Lorenzo de Castro, José Fernández Lamaza…

 La ruptura

Señalábamos líneas atrás que eran motivo de disensiones los intereses entre las secciones de recreo y de socorro que, finalmente, llevó a la desintegración del Liceo de Artesanos, resultando de la ruptura entre socios el nacimiento de dos entidades el Nuevo Liceo de Artesanos y el Centro Recreativo. Esto sucedía en el año 1884. El 4 de mayo El Correo Gallego se hacía eco de los rumores que apuntaban al mal momento por el que estaba atravesando el citado Liceo. Se decía incluso que se había producido un embargo sobre unos muebles que se le habían servido recientemente.

El 4 de junio ya se anunciaba la creación de una comisión organizadora que indicaba que la sede provisional del antiguo Liceo de Artesanos, ahora Nuevo Liceo de Artesanos, sería el “Café Universal”, que había cerrado y que el propietario lo había cedido a la apurada (económicamente) sociedad. Al día siguiente se podía leer que en breve quedaría entregado en la alcaldía un ejemplar del reglamento orgánico de la nueva sociedad Centro Recreativo. Por su parte, el Nuevo Liceo de Artesanos da cuenta de haber adquirido las casas números 56 y 58 de la calle Real, a la sazón llamada de Sinforiano López. Y de esta manera, surgiendo de las cenizas del Liceo de Artesanos, las nuevas entidades Nuevo Liceo que se quedaba con la sección de socorro y Centro Recreativo se encaminaban con sendos y renovados horizontes.

La ruta que siguieron estas nuevas sociedades quedarían, en todo caso, para otro capítulo.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 10-11-2024

 

 

martes, 5 de noviembre de 2024

 

El ayunador Papuss, en Ferrol

 

                                            Papuss haciendo ayuno en una urna de cristal

El 29 de julio de 1901, El Correo Gallego anunciaba en la primera página la actuación de Papuss en Ferrol. Explicaba que se trataba de un ayunador que se pasaba ocho días sin comer ni beber, metido en una urna de cristal y que practicaba números de fakir. Decía la nota que este personaje tenía 35 años y que había recorrido una gran parte del mundo. Se embarcó para las Indias en 20 de agosto de 1887, a fin de estudiar los indios fakires. Allí, en relación directa con una tribu de frailes fakires, estuvo dos años. De vuelta a Europa, decidió exhibirse en público.

El espectáculo consistía en introducirse en una urna de cristal triangular como una camilla. Una vez dentro de la urna, esta se cerraba con 25 tornillos. La urna se sumergía luego en el interior de un tanque de hierro de 2,5 metro de ancho por 3 de largo, que se llenaba de agua con cabida para 6.000 litros. En el fondo del tanque había un ventilador eléctrico que comunicaba directamente con la urna. Dentro de esta había varias bombillas eléctricas que a la vez prestaban calor a Papuss y permitían que el público pudiera verlo durante la noche. Así permanecía el ayunador los ocho días y el público podía entrar y salir a verlo pagando la entrada correspondiente.

Papuss, que a aquella altura había pasado por Madrid, Barcelona, Zaragoza, Vigo y Coruña, explicaba en sus comparecencias ante la prensa que tenía que, previamente, evacuar de su cuerpo toda materia sólida y seguir un tratamiento especial. Decía también que quedaba en estado cataléptico y que absorbía éter sulfúrico y bebía antes de dormir una materia especial “que no es evacuada de mi cuerpo o estómago hasta que las experiencias terminan”. Al salir, al cabo de ocho días, aún le quedarán fuerzas para levantar un peso de 100 kg.

La urna fue colocada en el teatro Jofre

Y con esta carta de presentación, viajó a Ferrol el 18 de agosto del citado año 1901 para exhibir su ayuno en el teatro Jofre. A las 22:00 hizo su entrada en la urna con grandes preparativos que sostenían la atención del público. Cuenta el cronista que al ser introducido en la urna esta se empañó con el vapor condensado de la respiración del ayunador. La urna se depositó en el vestíbulo del referido coliseo. Durante la madrugada fue visitado por bastantes curiosos. Durmió de un tirón hasta las 4:00 horas.

Dos días después, se comentaba que la “encerrona de Papuss tenía intrigada a mucha gente porque había quien no estaba dispuesto a creer ni concederle mérito”. No obstante, la curiosidad por saber de qué manera saldría de aquella experiencia mantenía en vilo a un sector importante de la población. El último día fue muy visitado. A las 21:00 horas fue conducida la urna al centro de la sala del teatro Jofre y colocada en dos caballetes de madera. Poco después se quitaron los tornillos que sujetaban la entrada de la urna y empezó a sacar su cuerpo con ayuda de dos empleados del teatro, actuando siempre de espalda al público. Seguidamente, dando muestras de tambalearse, se acercó al escenario, retirándose para hacer un rápido aseo. Luego cumplimentó el programa dando una vuelta al escenario portando un peso de 100 kg, mientras el público allí presente le dedicó una gran ovación.

Revelado el secreto

Unos días después, concretamente el 9 de septiembre, la Gaceta de Galicia, revelaba el secreto de Papuss. Cuenta que poca gente creía que pudiera mantener el ayuno durante ocho días “y ahora todo se ha descubierto gracias a haber reñido el supuesto ayunador y su empresario. Este pensaba exhibirlo en Gijón, Santander, Bilbao y San Sebastián, para lo cual se había dirigido a dichas poblaciones y puesto al habla con los dueños de los respectivos teatros. Ocurrió que, durante la clausura del espectáculo en Ferrol, Papuss tuvo la agudeza de dirigirse por su cuenta a los puntos referidos contratándose directamente y por lo tanto en mejores condiciones.

“Cuando terminado su experimento en la ciudad departamental, salió al aire, le dijo el empresario que se iban para Gijón y Papuss le contestó, “Me voy yo solo porque me contraté directamente para exhibirme en aquel teatro”.

Despechado, el empresario pensó en vengarse revelando el secreto de aquel número de circo de Papuss que consistía en que por un tubito colocado cerca de la cabeza recibía con mucho sigilo “y engullía con destreza trozos de pan, queso y mortadela”. El cabreado empresario contó aquello a los gerentes de los teatros a visitar y Papuss se quedó sin contratos, teniendo que marchar a Sevilla. Cuenta la Gaceta de Galicia que aquel episodio “dio lugar a escenas violentas entre ambos, enfrentamientos que hubieron de tener desagradables consecuencias”.

Detenido en Alemania

Realizado por mi parte un rastreo en otros periódicos de la provincia, Galicia y resto de España, observé que siempre se hablaba de Papuss pero no se aportaban sus señas de identidad, su procedencia, incluso cuanto pagaba el público por acudir a ver este número. En unos casos se le denominaba como Jorge Papuss, en otros, Mr.  Charles Bobill. En El Correo Gallego se le adjudicaba la edad de 35 años. En un periódico de Zaragoza se decía que el precio de entrada era de dos reales. Al fin, en una información en la que se destacaba que el ayunador había sido detenido por la policía en Alemania, hallé algunos datos sobre su personalidad.

Los agentes fueron a sacar a Papuss de la urna, denunciado por estafar al público. Su nombre era Jorge Vaillat, nacido en un pueblo de Francia y, según su pasaporte, había pertenecido al Regimiento de línea de África. En el documento figuraba como “artista lírico”. La propia policía denunció que Papuss se alimentaba por un tubo

Los ayunadores y Kafka

Los ayunadores se prodigaron a finales del siglo XIX y principios del XX. El médico Grande Covián decía que estos “padecen hambre varios días con el propósito de ganar dinero para poder seguir comiendo”. En definitiva, el ayuno como medida de supervivencia. Entre los más famosos, la literatura periodística destaca al italiano Giovanni Succi, además de Papuss en España.

Al respecto, para terminar, he de añadir que Kafka publicó en 1922 un relato titulado “Un artista del hambre”, inspirado precisamente en el italiano Succi.

 Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 03-11-2024, bajo el título genérico de "Curiosidades ferrolanas", apartado de Historia.

lunes, 28 de octubre de 2024

 

La sociedad ferrolana lideró hacia finales del s. XVIII el abandono de los templos como lugares de enterramiento

 

                    Recreación de la puerta principal del cementerio de Canido, obra de Xoan X. Braxe
Estamos en vísperas del día por antonomasia dedicado a la memoria de los difuntos, motivo propicio para recordar que Ferrol fue la primera ciudad en Galicia que abandonó el hábito de enterrar los cadáveres en las iglesias habilitando, en el último tercio del siglo XVIII, un cementerio, el de Canido, que sería clausurado en 1945 al ser relevado por el de Catabois. La razón, entre otras, el súbito crecimiento poblacional a raíz del asentamiento de los astilleros en el monte de Esteiro.

Fernando García González en la revista FerrolAnálisis número 9, año 1996, editada por el Club de Prensa de Ferrol, firmó un trabajo titulado “Las sepulturas en las iglesias ferrolanas”, del que extraigo algunos fragmentos.

“El hecho más interesante de este período (último tercio del siglo XVIII) es ese 11% de testantes que elige para ser sepultado en el cementerio municipal de Canido, pues rompe una tradición secular de preferencia por la Iglesia, y más cuando no era entonces un hecho habitual la sepultura en este tipo de lugares, ni en Galicia ni en el resto de España”.

Este cementerio fue construido en 1775, antes de que fuese promulgada la Real Cédula de 1787, que ordenaba la construcción de los cementerios en todo el Reino. El autor trata sobre los posibles motivos de este tipo de servicio y señala la escasa disponibilidad de lugares de enterramiento, también el hecho de ser Ferrol un puerto militar, con las probabilidades de contagio de epidemias y, finalmente, la circunstancia de que Ferrol se construyó prácticamente ex novo según modelo racionalista, que dotó a la ciudad de una serie de servicios entre los cuales se puede contar el propio cementerio.

Según los testamentos otorgados en 1805, año siguiente a la prohibición municipal de ser sepultados en lugares de templos, exceptuando un caso, todos los solicitantes piden ser sepultados en el citado cementerio. “Y más elocuentemente podemos comprobar el alcance de esta medida en la petición que hace el sepulturero del templo de San Francisco por ser contratado como enterrador del camposanto de Canido, pues se había quedado sin trabajo, al igual que el de San Julián. La razón guarda relación con el rápido crecimiento de su población que hizo que las iglesias resultasen insuficientes”.

Hemos consultado también, como no podía ser de otra manera, la historia de Ferrol de Montero Aróstegui, que nos pone en contexto acerca de la creación de esta necrópolis. De allí tomamos las notas siguientes.

“Pensó el ayuntamiento en construir un cementerio separado y con la ventilación necesaria para evitar los males que a la salud pública afectaban con la perniciosa costumbre de sepultar los cadáveres en los templos. Adquirió en 1775, en el sitio que hoy ocupa el camposanto y que se denominaba O Bacelar, tres ferrados de tierra, que cerró con tapias formando el nuevo cementerio, en cuyas obras se han gastado más de 32.000 reales de vellón”.

Pero la novedad chocaba con las preocupaciones de aquella época y ni las disposiciones tomadas en 1801, con motivo de la epidemia que sufrían las provincias de Andalucía, fueron bastantes para conseguir el objetivo de la municipalidad. Al respecto Aróstegui continúa:

“Las repetidas órdenes que el Gobierno diera sobre el particular en los años siguientes volvieron a causar nuevos conflictos en el año de 1804, “pero todo lo venció entonces la energía del jefe de escuadra don Diego Martínez de Córdoba, gobernador político militar de la plaza. Si el establecimiento de cementerios es tan útil en las grandes ciudades, en ninguna podía serlo más que en Ferrol, pues contaba en aquel año con una población de más de 40.000 almas, sin incluir las tropas de la plaza y la marinería de las escuadras surtas en el puerto. El considerable número de cadáveres que se sepultaban en las iglesias y capillas las ponían en un estado de fetidez insoportable y se temía un inmediato contagio”.

Según dicha fuente, el gobernador de Ferrol fue entonces el primero en Galicia y tal vez el único que, venciendo las preocupaciones, logró evitar los enterramientos en los templos, aprovechando la ocasión de haber llegado al puerto la escuadra francesa procedente de la isla de Santo Domingo, con las enfermedades propias de aquel país. Para ello y con el fin de vencer en parte la repugnancia del vecindario, trató de adornar y ampliar el cementerio, levantando en él una capilla.

Cuenta Aróstegui que el primer cadáver que se enterró en el cementerio fue el de Marcos Paz, carpintero de la maestranza del Arsenal “y después fueron tan activas y eficaces las disposiciones de aquella autoridad que todos sin distinción han sido enterrados en el camposanto, incluso los religiosos del convento de San Francisco, no obstante, la oposición que hizo la comunidad”.

Adquirió el ayuntamiento más terreno para dar mayor extensión, se construyó la calzada de la iniciación de la puerta de Canido, por cuya calle se conducían los cadáveres, se nombró enterrador y se dieron las instrucciones convenientes para el buen orden de aquel lugar sagrado. Las obras se fueron ejecutando por contratas bajo la dirección del arquitecto municipal don Miguel Ángel de Uría.

La figura del cementerio es un espacio cuadrilongo de 4.962 metros, cercado de una tapia. Tiene la entrada por una puerta de hierro adornada con emblemas dorados alusivos a su triste objetivo. Sobre ella se lee esta inscripción:

“Este es el lugar al que todo católico debe venir a meditar sobre la eternidad para aprender la importante y difícil ciencia de morir”. Hay que añadir, siempre según Montero Aróstegui, que los cadáveres de los extranjeros que fallecían en el pueblo y que no pertenecían a la religión católica, eran enterrados en la parte exterior del cementerio, al lado de su pórtico y con motivo de ser crecido el número de extranjeros avecindados en la ciudad, especialmente ingleses, protestantes, empleados en la factoría naval, se tenía en estudio, en ese momento histórico, construir un cementerio particular para ellos, dando al mismo tiempo mayor ensanche al camposanto católico. Antes del año 1834 se acostumbraba a depositar los cadáveres en los diversos templos de la población, oficiándose las exequias de cuerpo presente y llevándolos después descubiertos hasta el cementerio, pero a continuación de la aparición del cólera morbo en aquel año, en la mayor parte de la península se eliminó aquella costumbre. Desde entonces todos los cadáveres se llevan cubiertos desde las casas al cementerio por la mañana temprano o a la tarde, haciéndoseles después en las respectivas parroquias, los funerales correspondientes.

Así como hubo reticencias -según que autores, mayores o menores- para aceptar el enterramiento en el cementerio de Canido, luego, a la hora de clausurarlo, en el año 1945, también se mostró en el periódico local El Correo Gallego una importante controversia a través de una tribuna pública abierta al respecto. No obstante, habiendo quedado prohibido dar sepultura en el camposanto de Canido, este se mantuvo abierto a la ciudadanía al que acudía a orar por sus deudos y no fue hacia los años setenta que, después de ser trasladados los restos de vecinos cuyos familiares así lo solicitaron, quedó inhabilitado totalmente.

Habrá que recordar, para terminar, que el 11 de agosto de 1967 se exhumaron los restos del insigne historiador ferrolano Benito Vicetto Pérez para llevarlos a la necrópolis municipal de Catabois. Como también subrayar que en este cementerio fueron ejecutados ciudadanos al desatarse la Guerra Civil, entre ellos el que era alcalde a esa altura, Jaime Quintanilla Martínez.

Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 27-10-2024, bajo el título genérico de "Curiosidades ferrolanas", apartado de Historia.

viernes, 25 de octubre de 2024

 

Ferrol, a la cabeza de la creación de sociedades de inquilinos a principios del s. XX

 

El problema de la vivienda está de plena actualidad. Manifestaciones en la calle, anuncios de huelgas…La realidad es que la historia se repite. A principios y a lo largo del siglo XX también se denunciaban precios elevados de alquiler, abusos e incumplimientos.

Volviendo la vista atrás, habrá que referir que ya en el año 1931, en Barcelona, se llegó también a celebrar una huelga de estas características, en las que unas 90.000 familias se declararon en huelga y dejaron de pagar sus alquileres. Los gobiernos y los ayuntamientos de la dictadura de Primo de Rivera tampoco habían hecho gran cosa para evitar su deterioro ni para evitar los desahucios, así que, una vez proclamada la Segunda República, grupos vecinales y libertarios se organizaron para elevar sus protestas y reivindicaciones.


Es a partir de 1902 cuando se constituye la primera sociedad de inquilinos en la ciudad Suiza de Berna y a partir de ahí la iniciativa comienza a extenderse por toda Europa. En Barakaldo, en 1904, se crea la que pudiera ser la primera en España, que al año siguiente ya protagonizaría la primera huelga de inquilinos. En Galicia, la primera referencia que se encuentra en el mismo año de 1904 hay que situarle en Ferrol.

El Correo Gallego de 13 de mayo del citado año recoge la siguiente información:

“En el local que ocupa el centro obrero, en la plazuela de las Angustias número 4, tuvo lugar ayer una reunión pública con objeto de constituir la Sociedad de Inquilinos. Presidió el acto don Bernardino Seijo y ejerció de secretario don Francisco Bescos Pérez. El presidente manifestó el objeto de la reunión y seguidamente el secretario dio lectura al reglamento de la nueva sociedad, el cual consta de 6 capítulos y 36 artículos. El objeto de aquélla es hacer cumplir a los propietarios todos los preceptos que marca la higiene en beneficio de la salud pública, tales como el blanqueo y pintado de habitaciones cuando las casas quedan vacías, la desinfección de estas, cuando en ellas muera algún tuberculoso o de cualquier otra enfermedad contagiosa y el conseguir una rebaja prudencial en los alquileres de las mismas”.

Continúa la crónica del periódico local subrayando que habrá socios activos y honorarios. Los socios activos pagarán la cuota mínima de 10 céntimos de peseta cada mes. Todos los asistentes estuvieron conformes con el reglamento. Después se acordó que la junta provisional de la sociedad quedará constituida en la siguiente forma: presidente, Don Bernardino Seijo. vicepresidente, Don José A. Montero; secretario, Don Francisco Bescos; vicesecretario, Don Federico Vidal; contador, Don Emilio Pérez; Vicecontador, Don José Lorenzo; depositario, Don Francisco Pérez; vicedepositario, Don Rafael Rojo. Vocales, primero don Manuel Morado, segundo Don Adolfo Rodríguez y tercero don Francisco Fernández. En la reunión hicieron uso de la palabra varios individuos con el fin de demostrar lo conveniente que es la sociedad para la clase proletaria.

Amortiguador social

La iniciativa prosperó y ya diez días después, el 24 del citado mes de mayo, se elige la primera Junta Directiva. Del éxito de esta da cuenta el hecho de que, transcurrido el tiempo, ya en los años veinte, encontramos una proclama en la que la Sociedad de Inquilinos reivindica su papel de amortiguador social ante el clima de abusos e incumplimientos. Dice así:

“Los señores jueces, a medida que pasa el tiempo, se van percatando de que la sociedad de inquilinos es de puro orden social, pues de no existir es seguro, y pruebas pueden darse, hubiera habido que lamentar alguna desgracia. A tal colmo han llegado y llegan los abusos”. La nota se hace seguir de una relación de inquilinos que ganaron juicios frente a los propietarios.

Antes de continuar con los años 20, hemos de señalar que el 30 de noviembre de 1919, el mencionado diario local se ocupaba de una noticia que era titulada “La Equilátera. Asociación General de Inquilinos”. Se trataba de una carta que era dirigida al director Don Eladio Fernández Diéguez que decía lo siguiente:

“Muy señor nuestro. Con el simbólico y equitativo título que encabeza estas líneas, un grupo de honrados ciudadanos venimos realizando los trabajos necesarios para llevar a cabo la organización de una sociedad de inquilinos en esta localidad. Los motivos que nos animan a tal decisión bien conocidos son de todos los que tenemos que pagar habitación. Así pues, para conocimiento de los numerosos lectores del diario de su digna dirección, le suplicamos la inserción en las columnas de El Correo Gallego de algunos artículos del proyecto de reglamento”.

El carácter obrero, un matiz

Solo vamos a citar el segundo, que viene a justificar el anuncio de esta nueva entidad, a la que, dicho sea de paso, no se le conoce recorrido a juzgar por el rastreo de los periódicos antiguos que hice al respecto.

Ese artículo segundo decía que esta colectividad “será escrupulosamente ajena a toda federación social, obrera y entidades, así políticas como religiosas, conservando rigurosamente su carácter de independencia. Firma el secretario de la comisión organizadora, Enrique Mascaró. Esta viene a ser como una reacción a la Sociedad de Inquilinos, dado que, como se deriva de las informaciones aquí recogidas, esta sociedad nace en el seno de las organizaciones obreras.

De las vicisitudes que la referida Sociedad de Inquilinos tuvo que ir superando da cuenta la nota informativa publicada el 20 de mayo de 1922 en El Correo Gallego:

“Llegó a Ferrol el inspector provincial de sanidad, don Rafael Fernández, a quien acompañaba el oficial del Gobierno Civil don Jesús Merelas para intervenir en la cuestión suscitada entre la Alcaldía y la Sociedad de Inquilinos sobre desalojo del bajo de la casa número 48 de la calle Galiano. Dichos señores, en unión del alcalde, señor Sánchez Calviño, inspector de Sanidad, señor Pérez Vidueiro y arquitecto, Sr. Ucha Piñeiro se constituyeron en la referida casa que fue reconocida sanitariamente por el señor Fernández Fernández conviniéndose en proceder a desalojar el bajo para llevar a cabo las reparaciones necesarias y dejarlo en las debidas condiciones higiénicas”. Esta acción se debió a la actuación de la Sociedad de Inquilinos de Ferrol, que llegó a cruzar duras acusaciones con el Ayuntamiento por no haber resuelto el problema, teniendo que mediar el Gobernador Civil de la provincia.

La regulación

En los periódicos de la época, febrero de 1929 se recoge de la “Gaceta”, antecesor del BOE, una real orden que trata de regular las sociedades de inquilinos. Dice lo siguiente:

“Se constituirán Cámaras Oficiales de Inquilinos en las poblaciones donde las haya o corresponda crear las de la propiedad urbana.

Las asociaciones acogidas al Real Decreto del 17 de octubre de 1927 e inscritas en el registro especial creado en este ministerio, se denominarán Cámaras Oficiales de Inquilinos.

Las asociaciones de inquilinos actualmente constituidas con arreglo a la ley que regula el decreto de asociación podrán adherirse a este régimen, supeditándose a él en absoluto y debiendo recordarlo así dentro de los 30 días siguientes a la publicación de esta Real Orden en la Gaceta de Madrid, acompañando los documentos determinados en la Real orden de 29 de octubre de 1927.

En las poblaciones donde no exista la sociedad de inquilinos constituida o no se recogiese la existente al régimen que establece esta Real Orden, se procederá a formar cámaras oficiales de inquilinos, si las hubiere o debiera haberlas de propiedad urbana, procediéndose para ello en armonía con lo establecido en la disposición transitoria segunda del Real Decreto de 6 de mayo de 1927”. Hasta aquí el texto legal de la citada R.O.

Muchas de estas asociaciones desaparecieron a raíz de la sublevación de los militares en el 1936 y consiguiente Guerra Civil. Actualmente, las asociaciones de inquilinos en España, como cualquier otra asociación, están reguladas por la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del Derecho de Asociación.

  Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 20-10-2024, bajo el título genérico de "Curiosidades ferrolanas", apartado de Historia.

 Recortes de prensa: El Correo Gallego

 

martes, 15 de octubre de 2024

 

 

Ferrol, pionera en en Galicia, en los años veinte del siglo pasado, en la creación de las Cantinas y Colonias Escolares

 

                                                Un comedor de las Cantinas Escolares de Ferrol

A finales del siglo XIX, Francia puso en marcha las colonias escolares, un proyecto encaminado a suministrar comida caliente a niños de familias menos favorecidas. En el último tercio del mencionado siglo se celebró un congreso pedagógico en Turín que en la octava propuesta planteaba la difusión universal de la idea de las cantinas escolares. La primera, si hablamos de España, se puso en marcha en Madrid en el año 1901, impulsada por profesores de la Asociación de Caridad Escolar.

El creciente interés por la infancia, la higiene y la sanidad escolar provocó que las cantinas escolares empezasen a proliferar. En España para 1917 ya había 144 cantinas escolares, sostenidas con fondos públicos y privados, apoyadas fundamentalmente por los socialistas, lo mismo que había ocurrido en el país vecino.

En Galicia, Ferrol fue, en los años veinte del siglo pasado, la ciudad pionera en establecer las cantinas escolares. Patronato de Cantinas y Colonias Escolares, se llamaba la institución, que se constituyó con un representante del Ayuntamiento, el inspector de primera enseñanza de la zona como vocal asesor, un maestro nacional, un médico municipal, el presidente del Centro Obrero de Cultura y varios vecinos luchadores en el campo de la infancia desvalida. La corporación municipal facilitó amplio local para instalación de los comedores y concedió una subvención. En lo que respecta a la participación ciudadana, la organización hizo un llamamiento a través de una circular de la que entresacamos algunos fragmentos:

“Quien llore la pena del vástago prematuramente fallecido, asocie este piadoso recuerdo al indigente vivir de los niños de las cantinas escolares […] Aquel que no tenga hijos considere el bien que sin sacrificio puede hacer a los padres que carecen de recursos para alimentar a los seres que trajeron a la vida. El escrito terminaba con algunas máximas de Concepción Arenal: “Tiene hambre y frío, en tanto otros niños comen y se calientan; está cubierto de andrajos y otros lucen costosas galas; se ve despreciado y otros disfrutan todas las consideraciones; cuando otros niños lloran, hay quien cariñosamente enjugue sus lágrimas, mientras que cuando él que ha llorado sus lágrimas las secó el viento o su mano sucia”.

Obviamente, la institución recién creada trataba de despertar la sensibilidad del vecindario y a continuación mostraba posibles cuotas de ayuda, desde 50 céntimos, con la que se evitaría un día de hambre a un niño, hasta una de 50 pesetas, cantidad que supondría el gasto que en la cantina ocasionan en un día 5 niños y otras tantas niñas, o bien permiten comer 10 días a un pequeño.

 El pueblo ferrolano respondió generoso a la invitación y el 6 de enero de 1925 inauguró la cantina escolar con 58 niños, comensales de uno y otro sexo. Las ayudas provenían de otras instituciones, entre ellas la Fundación Amboage, lo que permitió ir aumentando el número de acogidos. Dos años después de la creación de las Cantinas eran 180 los alumnos admitidos procedentes de las escuelas nacionales. Asimismo, pudo ser implantado el desayuno escolar, si bien limitándolo a los 3 meses de invierno.

Condiciones para la admisión

Con arreglo a las posibilidades de la institución fluctúa el número de admitidos con lo que es preciso establecer las condiciones en función de la necesidad del aspirante, de mayor a menor grado. Al efecto se facilitan a los maestros unos formularios en los que han de consignar la edad del aspirante, si es huérfano de padre o de madre, en caso negativo en que se ocupan los padres, jornal que perciben y número de hermanos menores de 15 años que tiene el candidato. El Patronato hace luego la selección. Es de advertir que los niños inscritos han de presentar diariamente a su entrada en los comedores una papeleta del maestro, de modo que, si el muchacho no asistió a la escuela, no puede concurrir ese día a la cantina, siendo sustituido por un suplente.

 

 

Menús

No está demás ver con cierta concreción los menús que a esas alturas podían ofrecer las Cantinas. Al desayuno, un tazón de café con leche y un bollo de pan. Al mediodía toman dos platos cuya variación puede verse de la siguiente manera. Lunes, caldo gallego, bacalao con arroz; martes, sopa de fideos, carne con patatas; miércoles, potaje, bacalao con patatas; jueves, caldo gallego, carne con arroz; viernes, sopa de arroz, bacalao con patatas y garbanzos; sábado, potaje, carne con arroz.

El Papá Noel en las cantinas escolares.

En la época oportuna envía el Patronato unas carteleras a los comercios de juguetes, invitándoles a que no olviden a los niños acogidos en la institución. Siempre los llamamientos a la colaboración van acompañados de consejos, reflexiones, máximas moralistas, éticas y cívicas. “Padres, que la alegría que proporciona a vuestros hijos la posesión del juguete soñado no pueda despertar la envidia de los niños sin ventura. Adquirís un juguete más y lo enviáis a los niños de las Cantinas Escolares”. El resultado ha sido siempre exitoso. Los mismos comerciantes remiten partidas de juguetes que, cuando menos, permiten regalar dos a cada niño.

 

Las colonias a Valdoviño y Cedeira

Durante los dos primeros años de vida del Patronato tan solo pudo atenderse al sostenimiento de la Cantina. En 1927 salió al campo en Valdoviño la primera colonia y aún para ello hizo necesario interesar el auxilio del comercio ferrolano, ya que además de los gastos de transporte y manutención de los colonos, había que equipar estos. Al año siguiente, ya sin tener que depender de la generosidad del comercio local, fueron organizadas una colonia de 20 niños y otra de igual número de niñas, permaneciendo cada colonia durante un mes en las playas de Cedeira.

Un magnífico edificio en Cabanas

En años sucesivos fue Cabañas (ahora Cabanas) el lugar elegido, instalándose las colonias en un magnífico edificio construido para escuelas particulares por cuenta de la sociedad constituida por los naturales de aquel municipio rural residentes en Cuba. El inmueble no había llegado a ser utilizado. La sociedad de referencia había sido disuelta y aquellos locales fueron estrenados por las colonias escolares ferrolanas mediante el precio de alquiler de 600 pesetas por los dos meses, si bien, finalmente fue adquirido por la institución en pública subasta. Rodeaban la casa 30 áreas de terreno a campo y árboles frutales. En la planta baja se hallaban los comedores y dormitorios, cuatro amplísimos salones, lavabos, el cuarto de baño y las cocinas. En la planta alta, las habitaciones del personal encargado de la colonia.

Régimen de la Colonia.


Los colonos se levantan a las 9:00 horas y proceden a su aseo. Realizado este, practican la gimnasia respiratoria durante 3 minutos. A continuación, se le sirve el desayuno, saliendo seguidamente por el pinar a la playa. Toman el baño a las 12:00 horas y a la salida del baño y en la misma playa practican la “gimnasia sueca”. A las 13:00 horas se sirve la comida y tras esta van al pinar en donde tienen 30 minutos de reposo, dedicándose luego al juego libre y espontáneo, siempre vigilados por el director de la colonia. La cena es servida a las 21:00 y se acuestan a las 22:30 horas. En cuanto a la alimentación no difiere en esencia a la citada con anterioridad para las Cantinas.

Sabido es que actualmente el servicio de las Cantinas es suplido por el de los comedores escolares.

Para terminar, anotar que los datos utilizados en este trabajo fueron extraídos del Boletín de Educación de La Coruña. Septiembre de 1934

 Publicado en el suplemento dominical Nordesía/Diario de Ferrol, 13-10-2024, bajo el título genérico de "Curiosidades ferrolanas", apartado de Historia.

Fuente y fotos: Boletín de Educación de La Coruña.

martes, 8 de octubre de 2024


Medio siglo después, memoria para Ángel Bouza Carballeira


Ángel y su mujer María Jesús fueron padrinos de bautizo de mi hija Sara. Cuando recibió la orden de trasladarse a Pasajes vino a despedirse a nuestra casa, entonces en Pintor Máximo Ramos (Canido). Mi compadre que, como queda escrito en la necrológica, era sargento buzo, iba con la misión de realizar tareas de revisión en los cascos de los barcos de la Armada, surtos en el citado puerto. Pegaba duro ETA y los militares tomaban sus precauciones.
Lo curioso del caso es que ese papel había sido adjudicado a un compañero de la misma especialidad, pero este, ignoro las razones, pidió que se derivase el destino y el destino fue el final para A. Bouza.
No recuerdo si se había abierto una investigación sobre las causas. El hecho fue que Ángel se sumergió y unas bombas de agua salada del buque en funcionamiento arrastraron violentamente el cuerpo de Ángel que resultó aplastado contra el casco. Terrible muerte.
Ángel Bouza Carballeira, vecino de Canido, era un gran profesional y una magnífica persona, dotado de una gran empatía lo que le generaba numerosos amigos. Nuestra relación, obviamente, era muy estrecha. Me había convencido para comprar un bajo pequeño en las casas de la cooperativa de viviendas de Canido, casi frente a mi domicilio en la citada calle M. Ramos. Aquel bajo lo dividimos en dos. Mi compadre quería montar un pequeño estudio porque era un gran amante de la fotografía, proyecto que no llegó a realizar debido al fatal suceso. El inmueble llegó a convertirse en una pequeña tienda y a mi parte, inicialmente, le adjudiqué uso de garaje particular y, mira por donde, acabó siendo la sede de la delegación del Faro de Vigo que ejercí durante dos años (1981-1983), hasta pasar a la plantilla de La Voz de Galicia.
Acompaño la necrológica publicada en Ferrol Diario (08-10-1974) y una foto de una paellada en la playa de Punta Penencia (Doniños, 1973) en la que participó un numeroso grupo de vecinos y vecinas del barrio de Canido. Ángel es el tercero por la izquierda en la fila de atrás, haciendo voces con el resto de personas que formaban ese corrillo y al compás que marcaban unos guitarristas improvisados, entre ellos Man Castro, al centro en esa misma fila.
                                                                    
Ángel Bouza Carballeira murió joven,  a los 41 años de edad. Siempre en la memoria.