Victoriano Suanzes Pelayo fue un marino y político ferrolano que vivió a caballo de los siglos XIX y XX. Su padre, Victoriano Suanzes del Campo fue reconocido por Ferrol dando su nombre a la alameda del Cantón.
Fue en los años veinte del pasado
siglo cuando, durante la dictadura de Primo de Rivera, Suanzes Pelayo ejerció
de alcalde de A Coruña, aunque solo por un año, ya que, percibiendo grandes
disensiones en el seno de la corporación, optó por dimitir con carácter
irrevocable. Conviene recordar que, con anterioridad, el también ferrolano Juan
Flórez había desempeñado en sendas ocasiones la alcaldía de A Coruña.
En este capítulo voy a prescindir
de la carrera militar de Suanzes Pelayo para centrarme únicamente en el Suanzes
político. El personaje fue minuciosamente tratado en la web “Nacidos en Ferrol”
del también marino Antonio Blanco Núñez, cuya fuente me fue de gran utilidad.
En la dictadura de Primo de
Rivera, mediante un Real Decreto de 30 de septiembre de 1923, se llevó a cabo
el cese de todos los concejales de los ayuntamientos, con la posterior
sustitución por juntas de vocales (contribuyentes no elegidos
democráticamente), en un proceso dirigido por la autoridad militar; estos
vocales serían los encargados de elegir al alcalde y al resto de cargos
municipales.
El 8 de febrero de 1924, se
produce la renovación de la corporación en el Ayuntamiento de A Coruña, siendo
elegido para el cargo de alcalde Victoriano Suanzes Pelayo. El Correo Gallego,
recogía la noticia: “Bien empiezan su labor los concejales del ayuntamiento
coruñés eligiendo al Sr. Suanzes para presidir la corporación. Suanzes, que es
ferrolano, hará una gestión brillante al frente del municipio. Pues no otra
cosa cabe esperar de su gran cultura, su actividad, su don de gentes y sus
conocimientos de la vida pública de La Coruña, que tan a fondo conoce”.
El acto se celebró a las seis de la tarde en el palacio
municipal, en presencia del gobernador cívico-militar López Pozas, el alcalde
saliente Laureano Martínez Brañas, entre otras autoridades civiles y militares,
así como representaciones varias. Le acompañaban
en la corporación como concejales, entre otros: Antón Vilar Ponte, (escritor,
periodista y uno de los principales líderes del galleguismo de preguerra) como
representante de la Federación Provincial Agraria Coruñesa; el teniente coronel
retirado Manuel Insua Santos, promotor en su día de la Universidad Popular y de
los “Amigos de los Árboles”; Antón Valcárcel, que perteneció a las “Irmandades
da Fala” en calidad de secretario de la Cámara de Comercio local y Enrique Roel
Munch, dueño de la imprenta Roel.
La Voz de Galicia de 9 de febrero,
en una generosa cobertura, como no cabía esperar otra cosa, señala en la
crónica: “Cuando los ujieres dieron la voz de sesión pública, la impaciente
avalancha del público se precipitó en el salón, arrollándolo todo. Los más
curiosos pugnaban por alcanzar los primeros puestos y se abrían paso a codazos
y empujones. Varios vidrios de la puerta de acceso a la tribuna popular cayeron
hechos añicos, produciendo el consiguiente estruendo. La confusión que se
produjo fue hábilmente aprovechada por algunos espectadores poco aprensivos que
se llevaron las barras de metal que adornan la mampara y protegen los cristales”.
Toma de posesión
Tras la intervención del alcalde relevado,
Martínez Brañas, tomó la palabra Victoriano Suances expresando la emoción que
sentía. Demandó de todos los presentes que sus primeros aplausos en presencia
de la nueva corporación fueran dos salvas, una de saludo efusivo a la ciudad
amada y otra a las personas que acababan de abandonar la casa por disposiciones
de la ley. Agregó que no acertaba a expresar, con la intensidad con que
quisiera, los sentimientos que guardaba su corazón, pues, al sentarse en un
sitio tan enaltecido por ilustres antecesores, se sentía trémulo y emocionado.
Y continuó: “Cuando está próximo a cerrarse este libro de mi vida, me veo
obligado a abrirlo por sus postreras hojas para anotar unos renglones en lo que
jamás pude soñar, para escribir en la casilla de honores y recompensas estas
palabras, “alcalde de La Coruña, por lo mucho que la ha amado”.
Agregó Suanzes que era un
ferrolano amante de su tierra y recordó la frase de Canalejas “no solo se es de
donde se nace, sino de dónde se ama”, para expresar como en su alma se fundían
sus cariños hacia los dos pueblos hermanos. Terminó su alocución de la
siguiente manera: “Si veis que mi mano vacila o que mi pecho tiembla, pedídmela
o arrancádmela, porque prefiero el tormento del despojo a sostenerla con
vilipendio”.
Poco más de un año después, el 3
de marzo de 1925, Victoriano Suanzes presentó la dimisión con carácter
irrevocable. El Correo Gallego señalaba al día siguiente: “Causó gran extrañeza
y es muy sentida en La Coruña la dimisión presentada ayer por el alcalde. Era
irrevocable, a pesar de los intentos del gobernador civil por frenar su
decisión. “Nosotros -dice El Correo Gallego- hemos de lamentar sinceramente la
marcha de la alcaldía del digno marino, ya que su gestión ha resultado todo lo
acertada que podía esperarse de su gran capacidad, beneficiosa para los
intereses locales haciéndose acreedor el Sr. Suanzes al aplauso de todos los
coruñeses que no regateamos en darle desde estas columnas”. Suanzes Pelayo fue
sustituido por Manuel Casás Fernández.
Su labor como alcalde
En su etapa como alcalde entre 1924 y 1925, refiere Blanco Núñez que se pueden destacar, entre otras actuaciones, la solicitud al Directorio Militar de la desaparición de la vetusta y antihigiénica cárcel del Parrote, siendo uno de los impulsores de la construcción de la cárcel provincial en Agra de Monte Alto, frente a la Torre de Hércules; aprobó el retorno de religiosas (Hermanas de la Caridad) a las labores de atención y gestión de los establecimientos benéficos municipales, “que sería el detonante para que Antón Vilar Ponte, presentara su dimisión”; peatonalizó en 1924 la calle Real y tuvo que enfrentarse a la aparición en la ciudad de diversos casos de viruela, para lo cual emitió un bando bajo el título: ¡A vacunarse y revacunarse!
Victoriano Suanzes Pelayo falleció el 14 de octubre
1929 en La Coruña, a la edad de 71 años. Al día siguiente su cadáver fue
trasladado desde su casa en el Cantón Grande al muelle de la dársena de donde
zarpó con el féretro el remolcador de la Armada “Marinero Jarama”, que lo
trasladó a Ferrol, cumpliéndose el deseo expreso del finado. A su llegada a
Ferrol, quedó instalada la capilla ardiente en el Arsenal y al día siguiente,
con los debidos honores, fue conducido al cementerio ferrolano.
Legado
literario
A finales de 1891, publica en la
imprenta de El Correo Gallego “Breves Apuntes de Meteorología Náutica,
Oceanografía y Derrotas”. En 1917, del
mismo modo, saca a la luz “A las Mujeres. Injusticias de los hombres”, donde
reflejaba las doctrinas de la ilustre ferrolana Concepción Arenal, de la que
era un gran entendido y admirador. Se trataba de una obra de teatro, en la que
elogiaba a la mujer en todas sus facetas, destacando su inteligencia, capacidad
de trabajo y abogando por la igualdad de derechos con los hombres y en 1928 publicó “La bolsa del pescado en La Coruña”.