Una de tantas movilizaciones populares en demanda de carga de trabajo
Muchas veces lo hemos recordado. Ferrol nace
como ciudad por y para el Estado y su economía ha de sustentarse desde entonces
en la construcción de barcos. Funcionará el binomio Bazán-Marina que marcará el perfil
de los ferrolanos. Torrente Ballester escribió que las familias ferrolanas soñaban
con que sus hijos alcanzaran el puesto de director de la Constructora o de almirante Capitán General. La realidad es que
esos ferrolanos habrán de acostumbrarse a vivir en la alternancia del esplendor
y la depresión económica, en relación directa con la carga de trabajo que le
encomiende la Armada. Y esto sucede desde que a mediados del siglo XVIII se construyeran
los astilleros de Esteiro, debutando con ¡la fabricación de 12 navíos!,
operación que recibió el nombre de Apostolado.
Más adelante, en 1795, nos encontramos con que se produce la primera y más
larga crisis, debida al mal estado de la Hacienda española. Pasaría medio siglo
para que en 1847, con el marqués de Molins de ministro de Marina, se reactivase
la construcción naval. De nuevo, con el desastre colonial de 1898 vuelve el
colapso hasta que en los inicios del siglo XX, concretamente en 1909 se decreta
la Ley de creación de la Escuadra, bajo el Gobierno de Maura, período
productivo que se mantiene hasta la primera Guerra Mundial (1914) en que vuelve
a vaciarse la cartera de pedidos. En la dictadura de Primo de Rivera (1923) los
astilleros desarrollan importante actividad, vinculada a los programas navales,
mientras que en la República se produce otra paralización. Tras la Guerra Civil
se crea la Empresa Nacional Bazán, en 1947, y en 1941 se funda Astano y ambas
factorías constituyen el soporte económico de Ferrolterra hasta los años setenta
en que se registran los primeros avisos de la crisis que acaban con el decreto
de la Reconversión en los años ochenta y la caída en picado del empleo, que,
salvo treguas esporádicas, no ha parado hasta nuestros días. Los dichosos
dientes de sierra, que alcanzan altura cuando se registran encargos en los
astilleros y retornan al valle cuando fallan los pedidos. Históricamente, coincidiendo con los períodos de vacas flacas, operó la presión social. Ahí estamos actualmente. Los trabajadores de Navantia, tras el descanso estival, vuelven a las movilizaciones. Vetados para la construcción de buques de la marina civil en la antigua Astano y sin encargos en materia de construcciones militares en la antigua Bazán, hoy ambas factorías bajo el paraguas de Navantia. Panorama desolador. Más que nunca.
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