lunes, 24 de febrero de 2025

En el 78 aniversario de la colisión de la lancha de Mugardos con el destructor Sánchez Barcaiztegui

 


El viernes próximo, día 28, se cumplirá el 78 aniversario del accidente considerado de mayor gravedad ocurrido nunca en el área de pasaje marítima de la ría de Ferrol, al colisionar la lancha de Mugardos “La General” (Generalísimo Franco), (foto de arriba) propiedad de Jerónimo Vila, con el destructor de la Armada Sánchez Barcaiztegui (foto inferior). El resultado fue de trece muertos y varios heridos.

La tragedia ocurrió en el servicio que la citada lancha hacía al mediodía en el sentido Ferrol-Mugardos. El cantautor y escritor, natural de dicha villa, Xoán Rubia describió con todo detalle lo ocurrido en la revista número 15 de FerrolAnálisis, que edita el Club de Prensa de Ferrol:

“O destrutor Sánchez Barcaiztegui xa tomaba a canle do rumbo a fóra da ría, coa tripulación no seus postos a piques de iniciar unha xornada de prácticas. Nito e Manuel Lourenzo mantiñan na ponte da lancha unha distendida conversa cando se escoitou unha voz que quixo alertar da proximidade do destrutor […] Dende o barco, os mariñeiros de proa berraban tratando de chamar a atención, pero non houbo tempo para máis e a proa afiada do destrutor bateu contra o costado de babor da lancha, penetrando nela coma un estilete. O impacto foi terrible e a lancha escorou bruscamente a estribor […] deixando na banda de babor un tremendo buraco polo que a auga penetraba a borborotos facendo que esta se afundira en poucos minutos, ó tempo de deixar a pasaxe abandonada á súa sorte”.

El Correo Gallego, el 1 de marzo relataba que la noticia había causado la general alarma acudiendo al muelle de Curuxeiras numeroso público para tener noticias de familiares y amigos que viajaban a bordo de “La General”. Al lugar del suceso acudieron los remolcadores de Marina, así como numerosas lanchas y otras embarcaciones que se hallaban en la bahía. También salieron del Arsenal otros servicios para prestar auxilio, así como los buzos de la Armada. Desde el Sánchez Barcaiztegui se prestó auxilio a los náufragos, trabajando denodadamente para recoger el mayor número de ellos.

En el lugar del suceso, inmediatamente se personó el comandante de Marina de este puerto, capitán de fragata Aquiles Vial de Leste que dictó las medidas oportunas para salvar el mayor número posible de náufragos.

A medida que transcurría la tarde aumentaban los comentarios, pero no había nada concreto respecto al número de víctimas, pues mientras unas personas decían que la lancha iba atestada, otras aseguraban en el muelle que no pasaban los tripulantes de 50. Desde luego, la impresión era grande, porque precisamente esta lancha de mugardos de las 14:00 horas de la tarde acostumbraba a llevar de regreso a todas las pescaderas que vienen al mercado de Ferrol, así como a las familias de los obreros que aquí trabajan, a los que les traen la comida, así como a a los alumnos que vienen a estudiar a Ferrol.

Por este motivo, se creía que en esa lancha iría toda esta clase de personas y la ansiedad por conocer su suerte era, como es natural, tremenda. La mayoría de los viajeros de la lancha eran, desde luego, de Mugardos.

“Nosotros -afirma el cronista de El Correo Gallego-hemos estado también y hemos podido interrogar a algunos de los supervivientes, los cuales muy impresionados, nos decían que no era posible asegurar el número de personas que había a bordo, así como tampoco el de víctimas”. A la enfermería del Arsenal fueron llevados a algunos heridos y cadáveres.

Al transcurrir del tiempo, las informaciones se sucedían y, lamentablemente, el número de víctimas mortales iba creciendo.

La nota oficial

No faltó la nota oficial del Estado Mayor del Departamento que decía lo siguiente: “En la tarde de hoy a las 14:15 horas en la colisión habida entre el destructor Sánchez Barcaiztegui y la lancha que hace el servicio de este puerto a Mugardos, que transporta aproximadamente unas 50 personas, se hundió rápidamente.  

Van recogidos seis cadáveres sin que pueda precisarse el número de desaparecidos, pues los supervivientes fueron trasladados a Mugardos y a esta ciudad por las embarcaciones de los distintos buques que inmediatamente acudieron al lugar del accidente. Las autoridades de Marina proceden a instruir las oportunas diligencias”. Durante las últimas horas de la tarde, primeras de la noche, continuó la gente en los muelles en espera de noticias del siniestro, mientras los buzos continuaban trabajando para recuperar más cadáveres.


El destructor Sánchez Barcaiztegui había salido de su fondeadero del Arsenal para hacer el viaje de práctica semanal con alumnos de la Escuela de Mecánicos. Es obvio señalar que el suceso causó una impresión grandísima también en todo Ferrol.

El Correo Gallego del día 3 de marzo informaba de nuevos detalles del dramático percance. Así por ejemplo que la lancha se hundió en tres minutos, desapareciendo totalmente bajo las aguas. El accidente ocurrió en el lugar conocido por Cabo Leiras, a la entrada de Mugardos. Un bar de la Real Villa fue requisado por orden de la autoridad y en él se estableció una especie de clínica de urgencia con servicio de médicos, practicantes y farmacéuticos que se emplearon con gran intensidad.

La Guardia Civil del puesto montó un servicio especial y lo mismo hizo el celador del puerto mugardés. Como no podía ser de otra manera, se activó la solidaridad vecinal de modo que en varias casas particulares próximas al muelle se organizaron servicios para auxiliar a los náufragos. La lancha siniestrada fue recuperada por las grúas y llevada a remolque hasta la dársena del Arsenal.

La relación de víctimas

Esta fue la relación de víctimas dada a conocer: María Casteleiro Rebón, de 55 años, viuda, vecina de Mugardos; Teresa Cancela Pereira, viuda de 35 años; Aurora Ruso González, que vivía nos Casás (Mugardos); Julia López Álvarez, de 47 años, casada, de Mugardos; su hermana Adela López Álvarez, de 41 años, casada, de Mugardos; Teresa González Ferrer, de 63 años, viuda, natural de Mugardos; Teresa Troche Yáñez, de 62 años, casada, de Mugardos; Emilia Pintos de Jesús, portuguesa, de 55 años, viuda, que vivía en A Redonda (Mugardos); Mercedes Romero Quintillán , de dos años, también de Mugardos y Teresa Maceiras Cantos, de 68 años, viuda, vecina de Ares. Los inicialmente desaparecidos Josefa Díaz, Os Casás, Mugardos, Avelina Doménech Cudilleiro, de 45 años, casada, vecina de Mugardos y Fernando Rivas Catoira, natural de A Coruña y vecino de Ferrol, casado, 40 años, se añadieron a la lista de los fallecidos. Como puede apreciarse, todas las víctimas, salvo un caso, eran mujeres.

El patrón de la lancha siniestrada se llamaba Juan Fernández, conocido por Nito, el fogonero Juan Rey Casal y el proel Aniceto Sixto. Los tres sobrevivieron a la catástrofe.

El Ayuntamiento de Mugardos acordó hacer constar en acta el sentimiento de la corporación, ondeando la bandera a media asta como señal de duelo y en algunos balcones de la ciudad se colocaron colgaduras de luto.

En Mugardos se han recibido numerosos testimonios de pésame, habiendo llegado también de La Coruña el gobernador civil de la provincia, que expresó su pésame a las familias de las víctimas. La asociación de Artes y Música de la Constructora que había organizado una fiesta, la suspendió en señal de duelo.

De Madrid llegaría también el delegado de Industria y Comercio con objeto de hacer efectivas ayudas a los familiares de las víctimas.

El entierro de los fallecidos constituyó una imponente manifestación de duelo, con asistencia de autoridades civiles y militares.

 Este artículo fue publicado en el Nordesía/Diario de Ferrol, 23-02-2025

martes, 18 de febrero de 2025

Ángel Boado, lejos de la memoria colectiva

En no pocas ocasiones, el castigo que han de sufrir los grandes humildes, los (las) que no van por la vida pagados de su vanidad, es que la historia los ha de eclipsar injustamente. Eso parece haberle ocurrido al personaje del que hoy nos ocupamos, al que, lamentablemente, hacemos lejos de la memoria colectiva.

El 23 de julio de 1905 fallecía Ángel Boado y Montes, un genio de la pintura y significado marino, héroe de la guerra de Cuba, nacido en Ferrol el 27 de octubre de 1855. “Solo aquella sangrienta página de nuestra moderna historia conturbó el sosiego de amante familia y allí el militar pundonoroso cumplió con los deberes que la patria le imponía, sufriendo también la aciaga suerte de la derrota. Se inició entonces la terrible dolencia que le arrebata de entre nosotros”

De esta manera iniciaba El Correo Gallego un emotivo obituario, al día siguiente de su muerte, subrayando que para Ferrol y para Galicia, la muerte de Ángel Boado era “desgracia inmensa porque nos priva de un amigo excelente, de un artista meritísimo y genial, de excepcionales dotes, honra de la patria que le vio nacer”.

Agrega el cronista que “si Ángel Boado sintiera el acicate de la notoriedad, si su modestia excesiva no hubiera sido siempre obstáculo, para él infranqueable, su nombre perduraría, figurando cual se merece entre los dibujantes españoles de mayor habilidad e ingenio”.

De la referencia en prensa se deduce que estamos ante un artista dotado de un temperamento equilibrado y sano, erudito y correcto, destacándose por su gusto intachable. “Fiel observador de la realidad, sagaz en sus atisbos, certero y claro en la expresión del rasgo, hallaba siempre para sus intencionadas y saladísimas caricaturas, la nota justa, cómica o picaresca, sin exageraciones ampulosas”.

El Correo Gallego da fe recordando haber contado en sus páginas con “la estimadísima y asidua colaboración de Ángel Boado, desde el año 1883, en que ilustró la no terminada historia de Ferrol de Vitorino Novo con una hermosa portada, editada al cromo, y las artísticas cabezas de capítulo constituidas por alegóricos y militares atributos de afortunado acierto en la composición y factura”.

Además, se cuenta que no ha habido en Ferrol festejo en el que no se solicitara con empeño el concurso de Ángel Boado, que cooperó siempre al éxito brillante con su fecunda inventiva e inagotable ingenio.

Y así, queriendo huir de la exhibición, del elogio, del aplauso, sintiendo horror no fingido por los plácemes que en la prensa y en los círculos se le tributaban, estimando excesivo lo que era justo y encerrado en su modestia, se captó las simpatías o las amistades de todos los que le trataban y el cariño profundo de sus íntimos. “Porque estos jamás han de olvidar aquel corazón noble y leal, el trato franco y caballeroso, la sensibilidad exquisita y la sinceridad sin artificio alguno que le adornaban”.

Al año de fallecer, Ángel Boado y Montes fue objeto de una conferencia impartida en el Ateneo por el socio, también militar, Luis Mesía, quien reforzó su palabra con citas de expertos:

“Yo creo firmemente que si Boado se hubiese dedicado exclusivamente a la pintura y hubiese producido sus obras en otro medio, habría alcanzado tal renombre que sus apuntes y dibujos que hoy guardan con cariño los que fueron sus amigos, se cotizarían como joyas de inestimable valor”.

El conferenciante hizo también alusión a la Peña Artística periódico manuscrito, ilustrado por varios aficionados y en el que a primera vista se destacaban vigorosamente las caricaturas de Boado. Quienes en Ferrol han contemplado el periódico (cuyo número único que se publicaba en la extinta sociedad la Peña era solicitado para leerlo y, sobre todo, para mirar los trabajos de Boado, no tan solo por la inmensa mayoría de los socios, sino también por muchas familias ajenas a la sociedad) no encontraban frases con que alabar la belleza y perfección de los trabajos”.

Refiriéndose a su perfil de militar, Mesía puso de relieve la caballerosidad y dignidad extremada de Boado, a quien los médicos habían pronosticado que el clima de Cuba sería fatal a su salud y que eso, no obstante, partió a la guerra a bordo del Oquendo, en el que asistió a la hecatombe de Santiago de Cuba, siendo uno de los últimos en abandonar el buque y viéndose en inminente peligro de perecer porque no sabía nadar.

Dijo también el conferenciante que el afán de oscurecerse era el mayor y único defecto que le conocía, “y su extremada modestia ha sido causa de que el arte haya perdido obras meritísimas y que sus amigos no conserven mayor número de recuerdos, pues destruía o inutilizaba, por considerarla sin valor alguno, la mayor parte de su producción. Nada suyo encontraba bueno, nunca firmaba sus obras como no fuesen en absoluto originales. Los elogios le molestaban y era tan enemigo de la exhibición que, si él pudiese prever que después de su muerte yo habría de alabarlo, me hubiera prevenido y rogado que no lo hiciera”.

Con motivo de esta conferencia, el Ateneo ferrolano acogió una exposición de la obra de Ángel Boado.

“Guardaba las excelencias de un maestro”

Por su parte, Norberto Piñeiro para el Almanaque de Ferrol de 1907 escribió: “Ángel Boado poseía las especiales cualidades de un buen pintor. Todos debieran ser como él, puros, geniales, espontáneos. […] Guardaba en sí las excelentes condiciones de un maestro. […] Tenía una sagacidad visual capaz de retener por mucho tiempo los detalles y pormenores de todo cuanto observaba. Llevaba el compás en los ojos, como pedía Miguel Ángel, en la firmeza y vigor de los contornos. Acusaba una rara facilidad al precisar la línea en todas sus inflexiones, sin notarse en los perfiles la más ligera indecisión. […] Daba a sus figuras una gracia y encanto particulares. Trazándolas siempre en expresiva y característica postura, era una de las manifestaciones más propensas a sentir la belleza. […] El lápiz, la pluma y la acuarela bastaban para fijar sus impresiones. Muy raras veces usaba la paleta, era un improvisador feliz de rápida ejecución y escogía los procedimientos menos engorrosos. […] Si fuera posible dar a conocer todos los dibujos ejecutados por Ángel Boado, repartidos y estimadísimos hoy entre sus deudos y amigos, mi juicio se honraría con la expresión del unánime asentimiento. […] La portada de la historia de Ferrol, que empezó a publicarse en 1883 es una alegoría de gran expresión y sentimiento. Una matrona envuelta en amplio y flotante ropaje dirige sus escrutadoras miradas hacia la costa, donde se levanta un torreón Sur, montado de luminoso fanal, el emblema de la ciudad. A sus pies, sobre densas nubes, el tiempo y la verdad. La rueda alada y la antorcha encendida disipan las tinieblas que rodean el grupo. El asunto está tratado admirablemente inspirado en las fantásticas creaciones de Gustavo Doré. Muchos dibujos y viñetas ostentan la misma obra en el comienzo de varios capítulos ejecutados también por Boado con el delicado gusto y corrección. Los editores hubieran hallado en él un excelente ilustrador. […] cuando en el terreno satírico lució también su habilidad con notables caricaturas, aunque no debieran llamarse así, porque son más bien retratos festivos exentos de malicia”.

Finalmente, refiriéndose a su trayectoria como marino, Norberto Piñeiro relata que en una de las torres del Oquendo asistió al combate naval de Santiago de Cuba. “Su espíritu, sus ideas, su delicado organismo, hondamente agitado por escenas de desolación y de muerte, recibieron allí una fuerte impresión. Buscó luego en las costas levantinas alivio a su profundo malestar. Inútil recurso, pues aumentaron con los nuevos horizontes su viva imaginación y su sentimiento artístico, pero disminuyeron visiblemente sus decaídas fuerzas”.

Este artículo fue publicado en el suplemento Nordesía/Diario de Ferrol, 16-02-2025

martes, 11 de febrero de 2025

O gran mitin galeguista de 1917

 


O martes día 11 cumprirase o 108 aniversario dun encontro preparatorio da fundación das Irmandades da Fala que reuniu a esgrevios coruñeses e ferroláns, celebrado na segunda das cidades. Estamos no ano 1917 cando agromaba a sensibilidade galeguista e as arelas de sacarse de enriba o sambenito dunha Galicia aldraxada e dun perfil de home (xenérico) galego, que era considerado como o “máis aldraxante e ruín”, segundo salientaba un manifesto elaborado polos Irmáns ferroláns chamando a participación.

“Ferrolás, axudaremos a erguer nosa Galicia, hoxe po-lo chao en mans de quenes convirtírona en osos n-os que veñen roendo fai tempo cás cativos que temos de facer que fuxan para sempre e deixen a nosa nai coidada pol-os seus máis enxebres, bos e intelixentes fillos”.

Da Coruña viñeron a Ferrol: Faraldo, Carballal, Couceiro, Tettamancy, Rodríguez González, Somoza, Freire, Parga, Mariñas, Lugrís, Antón Villar Ponte, Castro, Serrano, Chao e Noguerol.

En Ferrol agardaban Toxos e Froles, co seu presidente C. Vaello, Airiños da miña terra, co seu director Seoane Pampín, o notable pintor Camilo Díaz, o musicólogo Arana (Pizzicatto), o poeta Emiliano Balás, os autores cómicos Charlon-Hermida, o xornalista Pedro Fraga de Porto, o mestre García Niebla, etc, etc.

Ferroláns e coruñeses dirixironse  polas rúas Galiano e Real ao Salón Amboage, onde ía ter lugar o mitin, que introduxo Euxenio Charlón, dando paso a Ricardo Carballal do que dixo que era un mestre de primeiro enxeño, escritor intelixente e galego exemplar. Tivo palabras tamén para os outros conferenciantes: “Escoitemos atentos [...] a estes novos apóstoles da nosa raza, dispostos hasta o sacrificio, se é menester, polo rexurdimento dunha nova xeneración que sexa merecente de figurar na segunda época da nobre Historia de Galicia”.

Antón Villar Ponte

Imos seguir preferentemente o discurso de Antón Villar Ponte, que, favorecendo o traballo do cronista de A Nosa Terra, estaba integramente escrito e do que sacamos aqueles fragmentos que nos pareceron máis interesantes.

[...] Nin aprausos nin gabanzas pois non veño a engaiolar vosos ouvidos con verbas bonitas que desprecio [...] senon a procurar chantar no voso miolo as flechas dun novo evanxelio de libertá [...] ¡Fora o cruñesismo, o viguismo, o ferrolanismo! Fora todos estes ismos fratricidas que esnaquizan a nosa Terra facendo imposible, coma outros tantos reinos de taifa, a reconquista da alma rexional.

[...] Fixadevos no que hoxe é Galicia: unhas cantas cidades e vilas cheas de señoritos desertores do traballo, chulos de credenciais, zánganos do trobo da colmea centralista, sen alma e sen fe [...] e por outro lado unha Galicia rural, unha Galicia traballadora que é toda Galicia pro caso, xa que representa máis da sexta parte da nosa poboación, que está inédita pra cibdadanía que vexeta estambullida ó marxe das leises, esquencida de todos.

[...] Hay que facer da Galicia de señoritos andróxinos, piollos da nosa decadencia [...] unha Galicia de labregos [...] Hay que facer de Galicia unha rexión europea”.

Villar Ponte continúa a súa oratoria reclamando unha política inédita, “feita por primeira vez en gallego”  traendo ao paso unha mención especial ao ferrolán Rodrigo Sanz “un gran gallego, que fala e pensa en gallego [...] traballando sen trégolas pol-os intereses outos de Ferrol e de Galicia”.

O orador fai ao longo da súa alocución (textos que respectamos no sentido literal) unha gran defensa da nosa lingua na crenza de que facer país pasa por “falar e esquirbir en gallego”. ¿Qué poderá ser Galicia s’arrenega da sua alma que é a sua lingua, donada por Dios, xenerada nos seos misteirosos da raza, recibida por nos en herdo dos nosos pais, dos nosos abós, do nosos dinantepasados”.

Máis adiante enfronta a Galicia labrega coa Galicia industrial. “¿Queredes unha Galicia comercial e industrial? ¿É isa a vosa aspiración? A nos non nos abonda isto pra vivire. E isto sería Galicia, cando máis fose -entendédeo ben- unha fautoría, pior aínda: unha chea de fautorías esporádicas, se perdera sentimento y-o pensamento que latexan na sua lingua. [...] Nos queremos darlle a Galicia a lingua con todo o que a lingua representa pra que a Galicia andróxina e siñoriteira volva pol-o seu [...] porque pobo que recobra a sua lingua recobrase a sí mesmo”.

[...] Chamadenos  soñadores, si queredes, pro o noso soño é un soño de redención que busca o querer pubrico pra impoñelo ó poder púbrico, soño grande pol-o que nos fariamos mártires, pol-o que dariamol-o sangue das nosas veas”.

Manuel Lugris

Segundo o cronista deste mitin, Manuel Lugrís tivo un discurso “fermosísimo, que electrizou ós aouvintes. Lugrís, orador quente, de corpo enteiro, mestre na propaganda dos mitins”.

Pola súa parte, o conferenciante dedicou unha pasaxe a Ferrol, lembrando a revolta cibdadana de Patiño. Falou “d’aquela ridente vila onde hai baluartes do enxebrismo, exemprares pro resto da rexión” e citou ao Toxos e Froles e Airiños da miña terra. Seguindo da man do cronista de A Nosa Terra, Lugris fixo un estudio filolóxico do noso idioma e falou de linguas libres e escravas. Ridiculizou aos “siñoritos que se rin dos “Amigos da Fala” e rematou salientando que o rexionalismo era o camiño da paz e da liberdade. Ao final cantáronse os himnos de Pondal e Brañas.

O trato do xornal local

O acontecemento tivo escasa repercursión mediática. Á marxe do trato que lle deu ao encontro das Irmandades da Fala a publicación A Nosa Terra, xeneroso en espazo e datos, como non podía ser doutra maneira, o único xornal local El Correo Gallego dedicoulle unha nota a unha columna na primeira páxina, co seguinte texto:

El domingo se celebró en el salón Amboage, con regular concurrencia, el anunciado mitin regionalista. Nuestro convecino, el señor Charlón presentó a los oradores que fueron los señores Carballal, Villar Ponte y Luis Freire, cuyos discursos versaron acerca de los temas ya conocidos. Hubo su miaja de propaganda electoral sin consecuencias. Toxos e Froles cantó los himnos gallegos de Brañas y Pondal. Y terminó, después de esto, el acto, que resultó muy ordenado.”

Constitución de Irmandades de Ferrol

Engadiremos que Ferrol foi unha das primeiras cidades nas que afincou o movemento das Irmandades da Fala, contando cun importante respaldo social e apoio de persoas vinculadas á entidades tales como o Toxos e Froles e a rondalla Airiños da miña terra, e, en xeral,  comprendendo a persoas de moi variada condición social e ideoloxía política, pero baixo o denominador común do amor a Galicia, a defensa da súa cultura e o compromiso de propagar a lingua galega.

O histórico feito tivo lugar o 15 de abril do citado ano no curso dunha xuntanza celebrada na sede de Airiños e o consello local de Irmandades quedou constituido da seguinte forma: primeiro conselleiro, o médico Xaime Quintanilla Martínez; segundo, o profesor García Niebla, como secretario o autor teatral Euxenio Charlón Arias e tesoreiro o médico Francisco Cabo Pastor.

 (Este artigo foi publicado no supl. Nordesía/Diario de Ferrol, 09.02.2025)

 

 

 

 

 

jueves, 6 de febrero de 2025

La escuela pía de niñas pobres del siglo XIX

 

En 1830 se crea la primera escuela pública femenina de Ferrol y de Galicia. Nace por iniciativa del contador de la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad Alejandro Queipo de Llano y García (ilustración), el cual dejará en su testamento una serie de bienes inmuebles y fondos monetarios para la creación y sostenimiento de una escuela pía para niñas pobres, que fue incorporada a la institución por Real Orden de 24 de febrero de 1832.

Los albaceas delegaron en 1832 sus funciones en el Hermano Mayor, a quien entregaron los bienes que dejó el fundador para mantener la escuela. Aunque era una fundación de carácter privado, pronto comenzó a gestionarse desde el ayuntamiento para contratar y pagar a las profesoras y mantener económicamente la escuela, pues el dinero de la fundación pronto fue insuficiente para su mantenimiento y controlar la calidad de la enseñanza y la admisión de las niñas, de lo que se encargó desde un principio la comisión local de instrucción pública.

Esta institución estableció también las modalidades de examen de las alumnas, con el mismo sistema de pruebas y premios que el de los niños de la escuela pública de la villa. Pero la escuela siempre mantuvo un vínculo con el hospital, hasta que en el año 1934 el Ayuntamiento de Ferrol se hizo cargo íntegramente de la misma.

La escuela pía para niñas pobres es uno de los elementos más dinamizadores de la educación femenina ferrolana durante buena parte del siglo XIX, y junto a las escuelas particulares regidas por maestras, permiten que Ferrol tenga en 1860 una de las tasas más altas de alfabetización de Galicia, extendida de forma general a la población femenina.

Con pocas variaciones, la enseñanza de esta escuela continuó prolongándose durante buena parte del siglo XX adaptando sus estudios y exigencias a las normativas del momento en materia de educación. Desde el comienzo se intentaron respetar dos principios, mantener la calidad de la enseñanza y llegar al mayor número posible de niñas que verdaderamente lo necesitaban. La escuela pía para niñas pobres estaba situada en el mismo edificio del hospital (foto) y las clases se impartían en el salón principal.

Más adelante se designó una zona específica para la escuela de niñas con una entrada en el lateral del edificio y en el año 1894 la Junta de Gobierno decidió independizar la escuela, separando su entrada de la del hospital. En el momento de su fundación, la enseñanza de las niñas estaba a cargo de las Hermanas de la Caridad, congregación religiosa femenina dedicada al cuidado de enfermos y a la enseñanza, que ya asistían a las personas ingresadas en el hospital.

En 1835, las seis Hermanas de la Caridad dejaron el Hospital y la escuela cuando la institución entró en un periodo de crisis económica. Se buscaría entonces para el puesto de primera maestra de esta escuela de niñas a una docente de reputado prestigio en la enseñanza ferrolana: Tomasa Espiñeira, profesora de una escuela particular situada en la calle Dolores. Tomasa Espiñeira ejerció de primera maestra de la escuela de niñas durante pocos meses y contó con la colaboración de otras dos maestras, Teresa Anaya e Isabel Sarasola. Tras presentar su dimisión de la escuela de niñas, volvió de nuevo al frente de su escuela, en la calle Dolores.

Tras la marcha de Tomasa Espiñeira en 1835, será nombrada Josefa Ferrí, maestra interina hasta que en 1843 adquiere la plaza en propiedad como primera maestra de la escuela pía para niñas pobres, cargo que ocupará durante muchos años junto a las otras dos maestras, Teresa Anaya, maestra de lectura, doctrina cristiana y calceta e Isabel Sarasola, maestra de costura.

Josefa Ferrí era profesora de educación primaria con título reconocido por S.M. y acabaría en 1837 siendo la directora y primera maestra de la escuela pía de la villa de Ferrol.

Para poder acceder a esta escuela, los padres de las niñas tenían que acudir al alcalde del barrio, que informaba a la Comisión de Instrucción Pública del estado de pobreza de la familia. La petición tenía que estar aceptada y firmada por las tres maestras de la escuela. El número de pobres que existía en Ferrol en esa época era muy elevado. El sueldo de un trabajador de la construcción naval, por ejemplo, era insuficiente para mantener una familia y por las peticiones de ingreso en la escuela se sabe que muchas de las alumnas provenían de ese colectivo. Estas niñas también debían de trabajar en casa ayudando en los cometidos domésticos, ir a por agua a la fuente, lavar, fregar, cocinar, coser y recomendar, cuidar de los enfermos, etcétera, antes y después de acudir a la escuela.

La escuela acogía un número elevado de alumnas, hasta doscientas, la mayoría entre los seis y los trece años de edad. La enseñanza se dividía en tres clases, una primera doctrina, lectura, calceta y dibujo, la segunda de costura calados y marcado, y la tercera con las materias de lectura superior, bordado, escritura y principios de aritmética, las cuatro reglas de contar enteros y quebrados. Las alumnas tenían seis horas de clases diarias de lunes a sábado, descansando los jueves por la tarde y los domingos. Se establecía el horario en función de las horas de luz, pues gran parte de la jornada estaba dedicada a cometidos de costura en una época en que no existía luz artificial. Las clases duraban todo el año, con excepción de Navidad, Carnaval, Semana Santa y fiestas nacionales. No había vacaciones de verano, solo una hora menos de clase por la tarde.

Los castigos

Los castigos también fueron objeto de regulación en una época en la que esta práctica estaba aceptada. Se aconsejaba que el castigo fuera adecuado a la edad y el carácter de cada niña, sin faltar nunca a la justicia. Entre los castigos más comunes estaba el de obligar a la niña a leer en voz alta la máxima moral que hubiera infringido, retirarle los premios y menciones de honor o separarla de las demás niñas, permaneciendo de pie o de rodillas entre treinta o sesenta minutos. Se prohibía explícitamente el castigo con azotes y todas las demás que tienden a debilitar o destruir el sostenimiento del honor de la alumna.

Esta reglamentación de los castigos se editó con posterioridad al proceso que tuvo lugar contra la primera maestra, Josefa Ferrí, por malos tratos a las discípulas, aceptados en una época en la que tenía plena vigencia el refrán “la letra con sangre entra”. Entre los castigos denunciados se incluía el de permanecer horas en el depósito de cadáveres del hospital o el de golpear la cabeza de la niña contra la mesa. La comisión local de instrucción pública separó unos meses en 1840 a la maestra de sus funciones con suspensión de sueldo, aunque luego la repuso en su cargo, con la recomendación de que se esmerase en el exacto desempeño de su obligación y en tratar con benignidad a sus discípulas.

Los exámenes

Los exámenes generales tenían lugar cada seis meses y se realizaban con toda solemnidad. Para eso, la Comisión Local de Instrucción Primaria se dividía en dos secciones, una para examinar a los niños de la escuela pública de la villa y otra para las niñas de la escuela pía. Se convidaba a todas las autoridades y los padres de los examinandos y demás personas que quisieran asistir. Al finalizar las pruebas, en un acto conjunto, se repartían los premios a los alumnos más destacados de las dos escuelas.

La escuela pía fue también escenario de otro cambio de paradigma en lo que a la educación femenina se refiere, puesto que a partir de 1894 las instalaciones del centro comenzaron a ser utilizadas como escuela dominical para mujeres adultas, convirtiéndose en el equivalente a lo que fueron las escuelas nocturnas de formación para adultos y que hasta entonces estaban únicamente dirigidas a los hombres.

Finalmente, reseñar que la descripción de la escuela pía de niñas pobres se halla incorporada al libro “Historia del Santo Hospital de Caridad de Ferrol” del que es autor Alberto Lens Tuero.

Este artículo se publicó en el supl. dominical Nordesía/Diario de Ferrol de 02-02-2025

 

 

 

 

martes, 28 de enero de 2025

“La Catalana nos deja a obscuras" y Cedeira sin leña

 

Hacia finales del siglo XIX, dos problemas de envergadura afectaban a los ferrolanos, un conflicto con el gas y la amenaza de huelga de los cargadores de leña del puerto de Cedeira, que dejarían sin este combustible sobre todo a los más desfavorecidos. Así lo recogen los diarios locales La Monarquía, El Correo Gallego y La Democracia. Vayamos por partes y afrontemos el caso de la leña. La Monarquía escribe:

“Estamos amagados de un conflicto peor que el del gas: La Catalana nos dejó a obscuras, Cedeira nos va a dejar sin fuego. Escriben del inmediato puerto de Cedeira que los cargadores de leña piensan declararse en huelga y amarrar sus botes. Saben los cargadores que aquel distrito es el que surte de combustible, en su inmensa mayoría, las plazas de La Coruña y Ferrol”.

Reconociendo que la leña es un artículo de primera necesidad, el rotativo local puntualiza que “si en estos meses de invierno llega a faltar de la casa del pobre, claro está que las angustias de una mala alimentación se duplican con no tener con que calentarse”. Por otro lado, los labradores no venderían sus leñas y no tendrían con qué pagar sus contribuciones, por ser este reglamento el único que les ayuda a pagar al fisco.

Parece que la causa de esta determinación de los cargadores es la que califica el periódico de arbitraria conducta del arrendatario y aforador de consumos de Coruña que imponen los mismos derechos a las embarcaciones sea cual fuere la cantidad de leña que lleven ya que los cargadores, temerosos del tiempo y de sus peligros, no se atreven a poner más que media carga y el aforador les cobra siempre veintinueve pesos de derechos. Y, si con poca carga les cobran lo mismo que con mucha, “los infelices cargan más de lo que la mar permite y la mar les castiga tragándoles”. La Monarquía acaba instando a un acuerdo entre cargadores y arrendatario.

Y ¿qué sucedía con La Catalana del gas? Veamos.

Contrató el Ayuntamiento con La Catalana el alumbrado público eximiéndola de todo derecho de contribución, arbitrio, o impuesto municipal, creado o que pueda crearse, pero en esto que La Catalana recibe hace cuatro meses 147 barriles de esquistos y al pretender introducirlos en la ciudad sin abonar derecho alguno—según lo estipulado —Consumos le exige satisfaga por el artículo lo mismo que si se tratara de aceite común. Esto dio lugar a infinidad de dimes y diretes entre la Empresa, el Ayuntamiento y Consumos, y como la cuestión no se hubiera resuelto, a partir de la noche del día 10 de enero de 1895 se suspende el servicio de alumbrado a gas.

El administrador de la fábrica, Sr. Fuster, manifiesta que no tiene más que unos setenta y cinco metros cúbicos de gas de los cuales facilitará hasta la última molécula; que no tiene la menor existencia de esquistos para fabricar aquel fluido y que deplora en el alma que por informalidades del Ayuntamiento se vea el público sin luz. Ha de tenerse en cuenta que para fabricar el gas se necesitan de doce a catorce horas, de modo que, aunque se le facilitaran los barriles que Consumos no quiere dejar pasar, ni el Ayuntamiento obligar a que pasen, hasta el día siguiente no estaría en condiciones de reanudar el servicio. Aquí se desata un conflicto en el que se debate el concepto de “consumo” y las razones de uno y otro, La Catalana y el Ayuntamiento, en torno a las condiciones del contrato. Total, que a la vista de que la suministradora continúa con el “apagón”, le rescinde el contrato y el alumbrado a gas es suplido por el de petróleo. A todo esto, las quejas de los usuarios se van encendiendo y se habla de organizar protestas.

Argumenta El Correo Gallego que La Catalana ve perdido su negocio en Ferrol al considerar que dentro de muy poco tiempo habrá luz eléctrica y con ella disminuirá casi en absoluto el número de abonados al gas fluido. A tal efecto, echa sus cuentas, reparando en que con solo las 400 luces del Ayuntamiento no va mercantilmente a ninguna parte.

El caso es que los perjudicados razonan que las cuestiones que La Catalana tenga con el Ayuntamiento son independientes de sus compromisos con los abonados y estos no solo tienen derecho a calificar duramente el proceder de La Catalana, “sino exigirle responsabilidades por su desprecio a un público que sí tiene algún delito es el de haber soportado pacientemente, abuso tras abuso y pagado cuanto la compañía ha querido cobrarle”, editorializa el diario local mencionado.

Las cosas en los días siguientes no se solucionan y el “apagón” continúa adelante. En medio de este berenjenal, actuaba alcalde en funciones que de manera imprevista desaparece de la escena aduciendo razones de salud, mientras el gobernador civil se “cansa” de enviar requerimientos a la primera autoridad local para que se normalice la situación.

El periódico La Democracia señala que ha oído muchas quejas a esos abonados y cree que proyectan celebrar una reunión pública para protestar de los daños y perjuicios que se les causa y reclamar a la empresa indemnización. El Casino Ferrolano y muchos comerciantes han resuelto no utilizar, ya sea cualquiera el giro que tome la cuestión, los servicios de la compañía del alumbrado, “y nos parece muy bien, afortunadamente tendremos muy pronto el servicio de luz eléctrica”, recalca La Democracia.

Al séptimo día se hizo la luz (gas)

Y así Ferrol llega al séptimo día sin alumbrado a gas cuando se anuncia que el asunto ha quedado resuelto. La catalana suministrará esta noche el fluido a los particulares y si el alcalde no se opone, reanudará también el servicio a la población. El encargado señor Fuster ha recibido instrucciones de su empresa y con arreglo a ellas proporcionará la luz desde la noche de hoy. “Parece que han mediado telegramas entre Madrid, Barcelona a La Coruña y Ferrol y consecuencia de promesas y acuerdos es la decisión adoptada por el representante en Ferrol. El señor Fuster introdujo los 67 barriles de esquistos, abonando los derechos exigidos por el arrendatario, que suman 2.442 pesetas, y formulando protesta ante notario.

El ayuntamiento pagó al representante de La Catalana la liquidación de noviembre y el arrendatario de consumos ingresó a cuenta de la mensualidad corriente, una cantidad igual a la cobrada a La Catalana, o sea, 2.442 pesetas.  Y aquí paz y después…Los pleitos continuarían hasta la práctica llegada de la electricidad.

Un interesante trabajo

Sobre “El gas en Ferrol (1883-1898)”, Mercedes Arroyo Huguet firma un trabajo (Universitat de Barcelona) en cuyo capítulo de conclusiones señala lo siguiente (entresacamos algunos fragmentos):

“Sólo en las ciudades en las que el gas había mostrado sus ventajas desde bastante tiempo atrás, éste continuó existiendo a pesar de las prestaciones de la electricidad; pero en Ferrol, el tiempo desempeñó un papel negativo para el gas, ya que éste, por la época de su instalación, ya no se percibió como un avance tecnológico. Hacía ya mucho tiempo que las ventajas y los inconvenientes del gas eran bien conocidos; en cambio, la electricidad se perfilaba como el futuro. […] En la sociedad civil ferrolana, escasamente articulada, unos pocos individuos llevaron los destinos de la empresa por caminos a menudo opuestos en función de su grado de capacidad de decisión en los asuntos municipales. […] En esas circunstancias, no es extraordinario que hubiese quien decidiese aprovechar la oportunidad y crear un estado de opinión que pudiese favorecer intereses personales”.

Este artículo fue publicado en Nordesía/Diario de Ferrol, 19-01-2025

 

 

martes, 21 de enero de 2025

Vicente Lorenzo Goday, un benefactor ferrolano

 

“Entre las sombrillas y brumas del mes de enero lucieron en Ferrol consoladores destellos de esperanzas para las clases más desheredadas del pueblo gracias al espléndido legado de un ferrolano de corazón, don Vicente Lorenzo y Goday, que, dejando su pingüe fortuna al Hospital, al Hospicio y a las Hermanitas de los Pobres (Asilo) quiso amparar a la miseria en la partida y en la llegada de la áspera cuesta que sube el infortunio”.

De esta manera comienza el repaso al año 1906, para el Almanaque de Ferrol de 1907, Victoriano Suanzes. Señala que el filantrópico donante era el último vástago de familia antigua y modesta, pero de gran arraigo en Ferrol, “que vivía en casa propia en la calle del Hospital”.

Suanzes recuerda ver frecuentemente en los veranos a un “simpático viejecito de pulcro vestir y andar presuroso, que, saludando con afabilidad al entrar en los casinos, solo se detenía breves instantes en cariñosa conversación con todos los más ancianos o en plática paternal con los que merecimos las distinciones de su afecto solo por ser hijos de sus viejos amigos”.

Era Lorenzo Vicente Goday retirado, ya hacía tiempo, del benemérito Cuerpo de la Guardia Civil en el que alcanzó la categoría de Coronel y se afanaba en los cuidados de sus hermanos, a quienes visitaba durante los meses de la canícula, “dedicándose en Madrid el resto del año a los puros goces de una vida de intelectualidad y al manejo de un capital amasado con el ahorro, la inteligencia y la constancia”, recalca el autor.

En su hoja personal de buen hijo del pueblo tenía anotado ya un hecho meritísimo: el interés con que auxilió a un entrañable amigo suyo para fundar aquí el Asilo de ancianos, “bendita casa favorecida también en el testamento del señor Goday, disponiendo que la mitad de la renta de un millón de pesetas donadas al Hospital se distribuya en partes iguales entre el Hospicio y aquel Asilo.

Augusto C. de Santiago, director de “Galicia”, revista quincenal ilustrada, editada en Madrid, en un intento de formar una galería de filántropos gallegos se ocupó de nuestro personaje en el número 8, noviembre de 1906, al poco de morir el benefactor que nos ocupa. Su trabajo va encabezado por un retrato, el que también ilustra esta sencilla biografía, del notable pintor Vicente Díaz y González, tomado de un gran cuadro al óleo de dicho artista, sirviéndose de un busto fotográfico, único que quedó de Lorenzo Goday y en el que aparecía vestido de paisano.

Augusto C. de Santiago señala que Goday consagró los mejores años de su vida al servicio de la patria, “distinguiéndose en el exacto cumplimiento del deber como modelo de soldado en la paz y en la guerra, como padre cariñoso de sus subordinados, como compañero de sus compañeros en el noble oficio de las armas”. Agrega que durante 43 años de servicios puso a prueba “en el yunque de las virtudes guerreras, su voluntad, su tesón y su amor a la patria”.

Faltaba solo al veterano Goday cerrar su historia con un acto generoso y altruista y coronó su vida legando al pueblo que le vio nacer su cuantiosa fortuna para sostenimiento de los establecimientos benéficos de la ciudad que ya quedan mencionados.

 Goday nació el 4 de febrero de 1814 e ingresó en el Ejército el 18 de abril de 1837 como subteniente de milicias pasando después al arma de Infantería y posteriormente al Benemérito Instituto de la Guardia Civil en el año 1844 en que tuvo lugar su creación. Tomó parte en operaciones de campaña en el Principado de Cataluña (1838), acciones de Puebla de Sellén, Crous Nava y Montellá (1839-1840), gloriosa jornada de Torrejón de Ardoz, (1843), acción de Sigueiro (1846), combatió la facción de los Hierros (1855) y al cabecilla Gómez en el Valle de Carranza y Valmaseda (1856) y dominó a las partidas facciosas en Vendrell (1867).

Combatiente

En 1846 combatió la insurrección popular y militar ocurrida en Santiago, Galicia, defendiéndose con tesón en su casa cuartel hasta imponerse a las fuerzas sublevadas que le dejaron salir libre seguido de su gente, si bien más tarde, faltando a lo convenido, fue encarcelado y objeto de vejaciones, hasta que, con grave riesgo de su vida, logró evadirse uniéndose a las fuerzas leales.

Como perteneciente al Instituto de la Guardia Civil, prestó excelentes servicios, extinguiendo las barcas ladronas del río Miño, persiguiendo asesinos, descubriendo importantes robos y exterminando varias gavillas de ladrones.

En 1871 se retiró y habiendo reingresado 1875, acogiéndose a la ley de 5 de enero de 1876, pasó a mandar el sexto Tercio como Subinspector hasta 1880, en que, retirado por edad, fijó su residencia en Madrid. Como recompensa a sus buenos servicios se le otorgaron varias cruces y placas de las órdenes de San Fernando, San Hermenegildo y Mérito Militar.

“Aun a costa de herir la modestia de la actual Junta del Hospital, he de hacer constar -subraya Augusto C. de Santiago- que tanto el albacea íntimo amigo de Goday, el Excelentísimo señor Don Juan Montero y Subiela, Intendente de la Armada, Hermano Mayor del Hospital de Caridad, así como los señores Secretario y Tesorero de dicho establecimiento benéfico, Don José Díaz Arias Salgado, teniente de navío de primera, y don Antonio Barreiro, banquero, merecen toda clase de alabanzas por su celo y noble desinterés en pro de los acogidos en el Hospital, a cuya humanitaria labor contribuyen de modo singular los albaceas don Cándido Catain, administrador del Hospicio y el cura párroco de la central de San Julián, don Luis Aniceto Pinaque.

Vicente Lorenzo Goday falleció en Madrid el 26 de diciembre de 1905, acaba de cumplirse el mes pasado el 120 aniversario.

 Publicado el 19-01-2025 en el supl. "Nordesía"/Diario de Ferrol

Hace un siglo, Ferrol clamaba por ver quillas de barcos en las gradas de Esteiro

 

 

                                                 Crucero rápido Príncipe Alfonso

Ferrol recibía el año 1925, hace un siglo, con los preparativos de la botadura del crucero rápido “Príncipe Alfonso” y, desde la prensa, los comentaristas clamaban por ver colocadas quillas en las gradas de “La Constructora”.

A tal efecto, en los primeros días de enero, el alcalde Antonio Usero convocaba a todas las fuerzas vivas de la ciudad para preparar los festejos que habían de celebrarse con motivo de la botadura y para los que se habían presupuestado 5.000 pesetas. Con anterioridad, todavía en el mes de diciembre, había comenzado en el astillero la instalación de las tribunas y resto de “atrezzo” para alojar al público en general. Para después de la ceremonia se había previsto que los invitados oficiales pasarían a la sala de gálibos, donde la Sociedad Española de Construcción Naval les ofrecería un espléndido lunch.

Y llegó el día de la botadura, el 23 de enero de 1925. Se hizo el lanzamiento del “Príncipe Alfonso” coincidiendo con un homenaje que toda España rendía al Rey Alfonso XIII por su onomástica. La jubilosa jornada tenía su nota triste, ya que únicamente un solo barco restaba por lanzar. “Si nuestra Marina de Guerra necesita barcos, si España es un país esencialmente marítimo, si ha pasado al capítulo de frases bárbaras e inconcebibles aquella de “Marina poca y mal pagada”, si estos barcos han de construirse, no se espere un momento más para la colocación de nuevas quillas que, a la par que contribuirán al engrandecimiento de España, solucionarán la crisis pavorosa del trabajo en nuestras envidiables factorías”, escribía Gonzalo Meirás en el diario local.

Ferrol, siempre implorando carga de trabajo para los astilleros. Fiestas cuando había cartera de pedidos y depresión cuando se hacían largas travesías de inactividad con miles de trabajadores despedidos o en paro. Los dichosos dientes de sierra que caracterizaron y aún hoy marcan nuestro “modus vivendi”.

Carlos Fernández en “El crucero en la Armada española. Empresa Nacional Bazán, 1993”, editado por la E.N. Bazán, entra en materia: “los periódicos locales dedican amplios espacios a la botadura y, como casi siempre, insisten en que deben de construirse más buques”.

La Voz de Galicia en un comentario editorial incide en el asunto: “Cuando hoy descienda a la ría el crucero Príncipe Alfonso, entre aplausos y exclamaciones jubilosas, quedará abierta una interrogación: ¿se va a poner la quilla a un nuevo buque mientras se termina la construcción del almirante Cervera, próximo a la botadura? Hay que contestar afirmativamente a esta pregunta”.

La botadura se efectúa en la fecha antes indicada a las 12:30 horas. Tras el lanzamiento al mar del citado buque, se sirvió en la sala de gálibos un lunch al que asistieron unas seiscientas personas. El menú servido por el hotel Palace de La Coruña fue el siguiente: consomé de gallina trufada, jamón en dulce, sandwiches variados, medias noches de fuagrás, dulces y pastas finas, bombonería, helados, café y té, vinos, champán, licores y tabacos. Durante el lunch tocó la banda militar dirigida por el maestro Baudot. […] Por la noche hubo una función de gala en el Teatro Jofre interpretando la compañía Ladrón de Guevara, la obra de los hermanos Quintero “Las vueltas que el mundo da”. También tuvo lugar un baile en la sala de la piña.

El buque Príncipe Alfonso entró en el servicio de la Armada en octubre de 1927. Sus características eran: desplazamiento normal, 7.975 tns, desplazamiento máximo, 9.325 tns; eslora, 176,6 metros, manga, 16,61 metros, calado 5,03 metros, velocidad, 34 nudos, dotación 560  hombres.

El crucero formó parte, finalmente, de un grupo de tres con el “Almirante Cervera” y “Miguel de Cervantes”, viendo así Ferrol cubierto su trabajo durante varios años, lo que motivó gran alegría en la población, como no podía ser de otra manera.

¿Cómo salió de 1924?

Ferrol entró en el nuevo año como ya queda dicho, pero ¿cómo salió de 1924, a la sazón España bajo el régimen político de la “patriótica dictadura” de Primo de Rivera?. Precisamente, como consecuencia de la nueva organización en los municipios se produjeron destituciones y nombramientos de alcaldes. En el caso de Ferrol, Rafael Romero y sucesor, Antonio Usero. Al primero se le asocia con la campaña pro-Ferrocarril Ferrol- Cortiñán -Santiago, ya iniciaba con Sánchez Calviño, y a Usero Torrente la continuación de la campaña y obras como la traslación a otro edificio de la cárcel del partido, el proyecto de la casa de Correos, el enlace del ferrocarril con el astillero y las diversas vicisitudes de la traída de aguas.

En el orden económico, un editorial de El Correo Gallego subraya que el año 1924 ha colmado las medidas de la resistencia rentística de las haciendas familiares y se pregunta al respecto “¿Cuántos son los que pueden hoy regalarse una docena de sardinas? ¿En cuántos hogares entra ahora diariamente un trozo de ternera?” Cita también “el lujo de vestir, sobre todo de la juventud femenina y dice: “La media de seda, el costoso zapatito y la piel son prendas de uso común entre las mozas, cuyas madres a lo mejor calzan zuecas y cargan sellas de agua a la cabeza”.

Acerca de la higiene pública y privada, nada se ha movido: “salimos del 24 como hemos entrado. Las mismas pocilgas en ciertos barrios, el mismo hacinamiento de criaturas humanas en horribles tugurios”.

En materia de vías de comunicación, con aguda ironía, el editorialista relata: “hemos ganado medio tranvía hasta que salve la distancia del muelle a la Puerta Nueva. ¡Cuántos lo negaron a pesar de haber este duplicado y triplicado el valor de la propiedad situada a lo largo del camino de hierro!” y apostilla “a esos malos ciudadanos, Ferrol debía calificarlos de indeseables”

En arreglo de calles y plazas se afrontó el complejo proceso de canalización a través de las calles para la tubería de conducción de las aguas. En edificaciones urbanas vio el año viejo terminado el elegante Palacete del Banco de La Coruña “y hace entrega al año nuevo del que será suntuoso Casino, comparable al celebérrimo Palacio de la Dignidad, nombre popular del edificio-escuela municipal de Ferrol Viejo”.

Este era el retrato de un Ferrol que avanzaba lentamente en el aspecto social y urbano y vivía pendiente -más o menos como hoy- de la carga de trabajo de “La Constructora”, hoy Navantia Ferrol.

 Publicado en el supl. "Nordesía"/Diario de Ferrol, 12-01-2025

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