lunes, 24 de mayo de 2021

Hace 35 años, visitó Ferrol el Nobel Severo Ochoa Degustó una fabada con el alcalde Quintanilla

 


Ferrol recibió a un premio Nobel el 28 de mayo de 1986, se cumplirán dentro de unos días 35 años. Fue Severo Ochoa, Nobel de Medicina, quien acudió a esta ciudad invitado por un empresario asturiano, -creo recordar que tenía una compañía auxiliar del naval- que fundó, con poco éxito, todo hay que decirlo, el “policlínico Covadonga”, en Laraxe-Cabanas. Se trata de Alfredo García que mantenía estrechas relaciones de amistad con el ilustre investigador.
El Nobel, además de visitar el referido centro, fue recibido por la corporación municipal, presidida por Jaime Quintanilla Ulla quien señaló que la presencia de Severo Ochoa marcaba un hito en la historia de la ciudad. Todo apunta a que era la primea vez que un Nobel pisaba ciudad. Expresó también en aquella ocasión el galeno y alcalde ferrolano su deseo de que el Nobel de Medicina lograra también el Nobel de la Paz.
Ochoa recibió una insignia de oro, firmó el libro del Ayuntamiento y al mediodía de la mencionada fecha almorzó con un grupo de personas entre los que se encontraban algunos parlamentarios y políticos locales. Se cuenta como anécdota que en ese almuerzo, Jaime Quintanilla, cuando estaban en plena degustación de una sabrosísima fabada, con su compango, le habló a Ochoa del colesterol a lo que el Nobel de Medicina le replicó irónicamente
-¿Qué es eso del colesterol?
Posteriormente, a finales de enero de 1999, Ferrol recibió a otro Nobel, el de Literatura, José Saramago, muy amigo de Gonzalo Torrente Ballester a cuyas exequias fúnebres y entierro en el cementerio de Serantes acudió el preclaro escritor portugués. Volvería después Saramago a inaugurar un curso sobre la narrativa de GTB. Esto sucedió en noviembre de 2004.




miércoles, 19 de mayo de 2021

No Día Internacional dos Museos práceme recordar o museo de periodismo (Xornalismus) que foi instalado no seu día na sede de "Diario de Ferrol", rúa Galiano, pero que leva anos pechado ao público. Mágoa. Comparto este documento audiovisual.



 

Jesús Bescos y el fatal abismo de la desmemoria

 


Si la muerte es la negación de la vida, el mal de alzheimer es la negación de la “vida” en vida, algo que no sabría decir si es tan doloroso o más que la propia muerte para los seres queridos del enfermo, quien se enfrenta al vivo sin vivir en mi, expresión cargada de dramatismo y desnuda de misticismos.

Es triste y penoso -uno lo vivió en la familia- ver como una persona va cayendo en el vacío, en el abismo de la desmemoria, en la profundidad de la zona cero existencial, en la que se pierde el juicio y la conciencia de la realidad personal y del entorno social. En la que el recuerdo no existe. Simplemente, uno o una no es, a pesar de ser. Es triste y penoso ver como el sujeto humano acaba habitando en la irracionalidad, la incongruencia, el contrasentido, acaba por ser el que no era.
Recientemente, nos dejaba Jesús Bescos Couceiro (Melide, 1931. Ferrol, 2021) con el que mantuve en la “otra vida” (antes de que sucumbiera al alzheimer) fuertes lazos de amistad. Jesús, con una aguda inteligencia, con una clarividente capacidad de observar y discernir, con un alto nivel cultural, de sólida formación e información, con un manejo magistral de las claves a la hora de trabajar con el método, el análisis y el desarrollo del pensamiento, también acabó precipitándose a la zona abisal en donde simplemente dejó de ser.

Las circunstancias del tardofranquismo y la llamada Transición nos reunió a muchos ciudadanos y ciudadanas en plena comunión antifascista y en la lucha por la democracia y las libertades.
En ese mundo de amaneceres, proyectos, ilusiones, cruce de emociones y fuertes planes ideológicos nació nuestra amistad, que perduraría. En los repasos periódicos que hacíamos a la realidad cotidiana, yendo de lo local a lo universal, brillaba la mente lucida de este hombre al que era un gusto escuchar y al que difícilmente se le podía pillar en el argumentario. A veces con el sarcasmo, otras con la mordacidad, con frecuencia con gran sentido del humor, el suyo era siempre un verbo progresista y crítico, un discurso hábilmente construido desde una concepción de izquierdas. Un heterodoxo del marxismo.

Durante muchos años transcurrieron horas de tertulias, de encuentros y debates, junto con amigos comunes, “arreglando” el país y, más allá, el mundo. Nada se dejaba a la improvisación, todo era sometido nuestra interpretación.
Ha sido un privilegio gozar de su sincera amistad.
La vida profesional de Jesús estuvo siempre asociada al servicio de Correos del que llegó a ser jefe en la ciudad de Ferrol. Ya jubilado y afectado por la enfermedad pasó unos años en la residencia de mayores de Esteiro hasta su muerte. Siempre a su lado, su compañera, Juana Iglesias.
Las personas que cuidan, que afrontan cada día la enfermedad y el sufrimiento demuestran ser aún más grandes que el amor. Dominique Lapierre escritor francés, 1931).

Va por ti, amiga Juana.
En mi pensamiento también sus hijos Oa y Jesús.
Nota.-En la foto, un Jesús Bescos, joven empleado de Correos, hace una “demo” para la prensa con un teletipo, máquina que rompió en los años sesenta con los tradicionales herramientas de la comunicación.

jueves, 16 de julio de 2020

Concepción Arenal criticó en el diario "La Iberia" a los eruditos de su tiempo que no valoraban el trabajo de los periodistas.

La Iberia era un diario madrileño fundado en 1854 por Pedro Calvo Asensio y dirigido después de la muerte de este por Práxedes Mateo Sagasta, futuro líder del Partido Liberal y siete veces presidente de Gobierno entre 1870 y 1902.
“La Iberia vivió una corta etapa de esplendor en 1885 y estimuló la vida periodística de aquellos años. Manuel Martínez Aguiar, español nacido y enriquecido en Cuba, compró a Sagasta la cabecera y pretendió realizar un periódico por encima de todos. Para conseguirlo instaló la redacción en un lujoso palacete del dentro de Madrid; contrató con altos sueldos a redactores, colaboradores y literatos y hasta adquirió caballos para que los ordenanzas no fueran a pie cuando hacían los recados. El proyecto fracasó. Martínez Aguiar se dedicó luego a la política y fue diputado a Cortes por Soria, entre 1886 y 1890”. (Juan Fermín Vilchez de Arribas, Historia gráfica de la prensa española 1758-1976)
En este periódico colaboraba, sin firma, la destacada penalista ferrolana Concepción Arenal, que atribuía un alto honor y dignidad al oficio de periodista, criticando categóricamente la indiferencia con que lo veía la sociedad de su tiempo. Aunque la distancia cronológica es mucha, no así algunas circunstancias que concurren.
Sólo cuatro meses después de haberse quedado viuda aparece en La Iberia, el 14 de mayo de 1857, sin firma como era habitual entonces, un artículo suyo que iba a gustar mucho entre el gremio, en tanto que suponía una cruda y triste descripción de esa nueva especie de hombre emergente: «El periodista». El artículo fue tan reproducido por otros periódicos que La Iberia decidió hacer justicia y desvelar el nombre de su autora:
«No sólo varios periódicos de Madrid sino también muchos de provincias, han copiado el notable artículo que publicamos poco tiempo hace con el título de El periodista. Llamamos la atención sobre esto con tanto más placer, cuanto que este artículo es debido a la pluma de una señora a quien apreciamos mucho por su talento y sus virtudes, la señora doña Concepción Arenal de Carrasco, viuda del señor don Fernando García Carrasco, colaborador de La Iberia, que falleció a principios de este año como anunciamos a su tiempo en nuestras columnas. Esta señora desde la muerte de su esposo nos ha favorecido con varios artículos de todos géneros, siempre meditados y siempre notables; uno de ellos ha sido el que ha dado ocasión a estas líneas que escribimos a riesgo de que ofendan a su modestia, para que sirvan de testimonio de nuestra gratitud, e impidan que quede oscurecido el nombre de una escritora tan digna de mención por su talento, su laboriosidad y sus conocimientos nada comunes. Estimaríamos de los periódicos que han copiado el artículo de El periodista que publicasen también estas líneas.» (La Iberia, diario liberal de la mañana, Madrid, martes 9 de junio de 1857, pág. 2, col. 1.)

“El periodista es una desdichada variedad del escritor”
El periodista -escribe doña Concha Arenal en el extenso artículo del que extraeré lo que considero más interesante-es una desdichada variedad del escritor; es en el mundo de la inteligencia el obrero condenado por su mala suerte a trabajos insalubres. Como tiene que trabajar todos los días, a todas horas, en todas las condiciones y sobre todas las materias, es preciso que sea superior a su obra, hasta el punto de no reconocerse a veces en ella.
En relación con los equilibrios que el profesional debe de observar señala: El periodista necesita comprender a los que valen más que él y hacerse comprender de los que valen menos.
Esto que describe a continuación tan gráficamente doy fe de que suele ocurrir. El periodista repite la triste prueba y pierde su más hermosa ilusión. Una noche medita profundamente y con ese recogimiento del que ha madurado una idea toma la pluma, pero la arroja al punto; en sus labios aparece una sonrisa amarga como la de un loco y dice ¿para qué? Este terrible para qué crece, crece, crece como una quemadura de fósforo, e invade hasta los últimos pliegues del corazón.
“El periodista ha de ser pobre porque el público necesita un periódico casi gratis”
Respecto a las exigencias del lector, Arenal continúa escribiendo que el periodista ha de ser pobre porque el público necesita un periódico casi gratis..
En otro momento la singular pensadora enfrenta con sabia ironía y acerada crítica los estatus de un escritor y un periodista.
¡Dichoso el que escribe un libro! Allí puede verter todo su pensamiento, sin que la necesidad bajo la forma de censura, de público, ni de partido, le imponga condiciones, sin que su inteligencia tenga otros límites que los que le señaló el Supremo Hacedor. ¿Hoy no es comprendido? Lo será mañana, despues de mañana o en el siglo que no ha empezado aún. Si su idea es fecunda puede depositarla confiado en los brazos del tiempo, que llevará a la posteridad el sagrado depósito. ¿Hoy está solo? En las generaciones venideras tendrá compañeros que le saludarán y le harán justicia. ¡Dichoso el que escribe un libro! Pero el que arroja sus ideas a ese abismo sin fondo que se llama periódico, para ese no hay posteridad.
Finalmente, precisa:
El periodista no tiene nombre, su individualidad se sacrifica a la idea; su yo se pierde en el ser colectivo; al hablar dice nosotros; es más y menos que un hombre ¿Cómo se llama? nadie lo sabe. ¿No basta que su pensamiento quede sepultado? ¡Oh! no basta todavía, es preciso que le vea descender a una tumba sin epitafio.
Literatos versus periodistas
Es importante añadir que a mediados del siglo XIX se registraba la aparición del periodista, predecesor del que vemos hoy, tomando el testigo de  sabios e ilustrados personajes que lo monopolizaron durante tiempo inmemorial. Estos contribuían a la mala reputación del nuevo rol de reportero que, argumentaban, no alcanzaba la estética y belleza linguística que ellos representaban. “Al periodista se le encasilló como un hombre de medianías profesionales, un advenedizo que deambula por tierras habitadas durante milenios por los sabios y doctos”, escribe Jorge Miguel Rodríguez analizando este fenómeno (“Rasgos de la figura del periodista en los primeros tratados de periodismo en España. Hacia una identidad profesional (1891-1912)”.

sábado, 16 de marzo de 2019

Hace un siglo, "otra" fuga sonada de un submarino alemán que reparaba en los astilleros ferrolanos y que acabó provocándose su hundimiento en el Segaño



Sesenta años antes de la fuga de Ferrol del buque ecologista R. Warrior en noviembre de 1980, es decir, hace un siglo (14-03-1919), se registraba otra “escapada” sonada con resultado de hundimiento protagonizada por un submarino alemán que había acudido a reparar a los astilleros locales e iba a ser incautado por los franceses.  Secuelas de la primera guerra mundial.
El caso es que el “U.G.48” salió, junto con otro de su mismo género pero de menor tonelaje de desplazamiento, el “U.B.23” en fase de pruebas. Este último regresó a puerto, pero el “U.G.48” emprendió una veloz huida. Según narra “La Voz de Galicia” pasó por delante del “Villa de Bilbao” saludando (en plan despiste) a su dotación y lo mismo hizo con otro buque surto en aguas de la bahía, el “Río de la plata”, pero el comandante de este se percató y le lanzó una granada que no llegó a su objetivo.
Al conocer las autoridades el hecho ordenaron que se hiciera a la mar el remolcador “Antelo” que salió en persecución de sumergible alemán. A todo esto, un cazatorpederos que regresaba de la vecina ciudad coruñesa se cruzó con el submarino, “que pasó por delante de ellos como una flecha”, virando rápidamente para seguir la estela del fugado hasta cruzarse por la proa para frenar la escapada. Esto sucedía a la altura del Segaño. En ese momento el submarino comenzó a hundirse y desapareció bajo las aguas en un santiamén. Las dotaciones del “Antelo” y el cazatorpederos creyeron que trataba de camuflarse, pero al poco tiempo vieron nadando a los marineros alemanes, procediendo a su detención.
Hasta aquí los datos de “La Voz de Galicia”. La información que aporta “El Correo Gallego” entra más en el detalle. Escribe el rotativo ferrolano que del torpedero que se cruzó por delante de la proa del submarino fugado salió un bote armado con el ingeniero naval Octaviano Martínez Barca y el tercera maquinista Nicasio Pita y de Ponte, quienes trataron de intimidar a los alemanes y sabiendo que habían abierto las válvulas de fondo trataron de obligarles a que las cerraran, pero el ingeniero del submarino dijo “que me maten, pero no lo haré. Además, ya es tarde”.
Precisa también “El Correo Gallego” que no solo actuó el remolcador “Antelo” sino que también lo hizo el “Toralla” con el ingeniero de la Armada Alfredo Cal, el capitán de fragata, Francisco de la Rocha y el alférez de navío Guillermo Arnáiz.
El periódico local opina que “ya decididos los alemanes a hundir el submarino en caso de que fueran apresados podían haber esperado 24 horas para hundirlo ante sus enemigos (buques franceses que acudían para recogerlos) evitando las responsabilidades a las autoridades que con tantas consideraciones les habían tratado”.
El “U.G.48” quedó hundido a la altura del semáforo del Segaño, a 30 metros de profundidad. En los días siguientes arribó un remolcador francés que incautó el otro submarino, el U.B.23. En el hotel Ideal Room sellaron  las habitaciones en las que se alojaban los mandos de los submarinos alemanes para requisar todo lo que de interés encontrasen.
No fue, pues, un caso único el del barco de Greenpeace, cuya fuga provocó un gran impacto mediático, pagando en esta ocasión las consecuencias el Capitán General de la Zona Marítima del Cantábrico, De la Guardia y Oya, que fue cesado.

jueves, 17 de enero de 2019

El poeta José Hierro, en el recuerdo

Los poetas Julia Uceda y José Hierro en Ferrol. Foto de Jorge Meis (2002)
Tengo al poeta madrileño José Hierro como hijo adoptivo de Ferrol, aunque realmente, en el mandato de Xaime Bello (BNG) (2002), le fue otorgada por la primera institución local la Insignia de Oro. Para el caso, tanto monta. Hierro acudió invariablemente durante más de veinte años, incluso “atado" visiblemente de algún "cable" cuando su salud se había quebrado, a formar parte del jurado del Premio Esquío, una actividad que en su día convirtió a Ferrol en referente internacional de la poesía, de la fiesta de la palabra.

martes, 8 de enero de 2019

La tradición del arroz con leche, más allá del siglo XIX y del clérigo ferrolano Fernández Varela

Foto de José Pardo en "La Voz de Galicia" (2017)

Por ir al rebufo de la actualidad, hoy me ocupo del postre ferrolano del arroz con leche, exaltado especialmente en el día del patrón de Ferrol, San Julián. Lo bueno es que se trata de un plato sabrosísimo, lo malo es que poco o nada se sabe de esta tradición. Se atribuye a una iniciativa del clérigo ilustrado, un preclaro intelectual ferrolano del siglo XIX, Manuel Fernández Varela, una personalidad generalmente desconocida, pero ahí se queda la historia, nunca mejor dicho.

Un servidor buscó y rebuscó en la prensa de la época alguna pista que aportara algo más de lo poco o casi nada que ya sabemos, empero inútil ha sido la labor. No obstante, en este ir y venir por las hemerotecas hallé un apunte que rompería con la creencia de que la costumbre de tomar este albo y dulzón postre se sitúa en el mencionado siglo XIX.  En El Correo Gallego de 7 de enero de 1917 Pedro Fraga de Porto escribe, refiriéndose al año 1762 (quédese el lector o lectora con este año en el que todavía no había nacido Fernández Varela)
…se acostaron (los ferrolanos) aquella noche pensando en la fiesta del santo patrono. Irían a la iglesia parroquial y comerían el inevitable arroz con leche al terminar la función solemne…pero nuestros antepasados al dirigirse al templo se encontraron con que la fachada se había venido abajo".
Manuel Fernández Varela
La referencia viene dada por la sorpresa que se llevaron los fieles ante el derrumbe de la iglesia, si bien nos queda claro en su redacción que esto del arroz con leche hay que situarlo con anterioridad al siglo XIX como parece confirmarlo el propio rotativo ferrolano de fecha 9 de enero de 1879 en el que se lee "Desde tiempo inmemorial la fiesta del patrón se solemniza con una función religiosa, dos o tres bailes organizados por sociedades de recreo y en el seno del hogar con el tradicional arroz con leche".

Esta teoría echa abajo la creencia de que el delicioso postre pudo haber sido una idea del sacerdote, Comisario General de Cruzada, miembro de la academia de la Historia, mecenas y filántropo, protector de artistas y literatos, Manuel Fernández Varela, que nació diez años más tarde de 1762, como queda escrito más arriba. Tal vez porque disfrutaba y compartía entre lo más granado de la sociedad madrileña de una buena mesa, haya sobrevenido la ¿errónea? creencia de que a él se debía la implantación del tradicional plato de arroz con leche.